Hace prácticamente un año, gran parte de España se vio las caras con una ola de frío que termino derivando en grandes nevadas como la de Filomena, alcanzando temperaturas realmente bajas. Pues bien, ahora quiero que imaginéis y extrapoléis esa situación que se vivió a principios de este año pero multiplicada por diez y durante seis meses, que es lo que ocurre en Yakutsk. Allí, el invierno dura entre cuatro y seis meses, y se alcanzan temperaturas de -70ºC, lo que provoca que los coches de sus habitantes se enfrenten a una dualidad: contaminar de manera nociva la ciudad o padecer ante una congelación sin precedentes.
Para ser más concretos, Yakutsk es la capital de la República de Sajá, en Siberia oriental, Rusia. Se encuentra a 450 kilómetros del círculo polar ártico y cuenta con una población de casi 312.000 habitantes. Hablando en plata, algo más de un cuarto de millón de personas que, literalmente, se congelan.
Yakutsk, la ciudad más fría del mundo en la que los coches se congelan o contaminan más de la cuenta
Como os podréis imaginar, la situación geográfica de esta ciudad es la ideal para que las temperaturas mínimas sean aptas solo para osos polares y no precisamente para personas. Aún así, la población es considerable, así como la presencia de vehículos, algo lógico si tenemos en cuenta que estar en la calle más de diez minutos sin la ropa adecuada puede suponer padecer hipotermia; aunque también es cierto que, dada la alta densidad de nieve, son muchos los que optan por trineos tirados por perros.
Llevando las condiciones climatológicas de Yakutsk al sector automovilístico, nos encontramos con un escenario no demasiado alentador. Debemos tener en cuenta que un motor requiere de una temperatura mínima para trabajar en condiciones óptimas, de lo contrario será imposible y este podría dejar de funcionar. Así, aquellos ciudadanos que no tienen la suerte de contar con un lugar en el que poder resguardar su coche, deben dejarlo a la intemperie.
Si ya en ciudades como Madrid es fácil que nos encontremos con escarcha en a la mañana siguiente, os podréis imaginar lo que sucede cuando durante la noche se registran -50ºC. Sí, el coche está completamente congelado, tanto por dentro como por fuera, lo que hace que este quede totalmente inservible. ¿La solución a la que han llegado los habitantes de Yakutsk? Dejar el coche siempre encendido con la consecuente contaminación que provoca que el cielo de la ciudad esté cubierto por una densa capa de humo.
Esto no solo implica un alto grado de emisiones de CO2, sino también de consumo de carburante y crear un esfuerzo extra para las piezas mecánicas al estar más tiempo del habitual en funcionamiento. No obstante, no son muchas las alternativas que se les ofrece a los ciudadanos de esta localización, teniendo que optar en casi todos los escenarios por la contaminación.
Aún así, ni si quiera este sistema siempre funciona, siendo muchos los que se encuentran a la mañana siguiente el humo del escape congelado. Sea como fuere, los coches suelen contar con doble cristal para evitar que el calor de la calefacción se filtre al exterior y se pierda rápidamente, pero hay más.
Y es que todos los conductores de Yakutsk llevan consigo una caja de herramientas y tienen ciertas nociones de mecánica. No, no es porque sean unos petrolheads empedernidos, sino porque, en caso de quedarse tirados en mitad de la carretera, el riesgo de morir congelados es muy alto. Al pararse el motor, la la calefacción se detiene, y estar más de 20 minutos a la intemperie puede resultar fatal, motivo por el que suelen ser ellos mismos los que resuelvan los inconvenientes mecánicos que pueden padecer sus coches, al menos hasta el punto de recuperar la calefacción y esperar a que llegue una grúa.
Aún así, el coche eléctrico tiene éxito
Por sorprendente que pueda resultar, ya que las baterías de iones de litio tampoco se llevan bien con temperaturas tan extremas, el coche eléctrico tiene éxito en zonas como Yakutsk. Esto se debe a que, a diferencia de la Rusia occidental, el precio del carburante es caro, especialmente en territorios siberianos debido a la falta de infraestructura para el refinamiento de hidrocarburos y al aislamiento que sufren estas regiones.
Es por ello que son muchos los habitantes de estas localizaciones los que acuden al mercado japonés para adquirir vehículos, especialmente coches eléctricos debido a su bajo precio. Y es que resulta sencillo adquirir un Nissan Leaf fabricado entre 2011 y 2013 por un precio comprendido entre los 400.000 y los 600.000 rublos, o lo que es lo mismo, entre 4.620 y 6.930 euros al cambio actual.