Hoy en día, puedes salir de un concesionario con un coche deportivo, descapotable, y alemán, sin que nadie piense que eres el delantero de un equipo de fútbol. En el mercado nos encontramos con deportivos que arrancan con precios que en ningún caso son más caros que los de un sedán, o un SUV bien equipado. Pero para entender cómo sucedió tenemos que remontarnos a los años noventa, y recordar cómo los alemanes se pusieron de acuerdo para decorar con roadsters sus concesionarios. Tenemos que recordar a aquellos maravillosos coches deportivos de los noventa y a productos cuya línea sucesoria no se ha roto, y sus correspondientes sucesores han perdurado hasta nuestros días. Por supuesto que hablamos de marcas como Audi, BMW, Mercedes-Benz y Porsche.
El BMW Z3 y aquellos coches deportivos de los noventa
A principios de los años noventa, BMW se propuso lanzar un deportivo económico y ligero, un roadster para todos los públicos que nada tenía que ver con aquel experimento de finales de los ochenta, el BMW Z1. Así nació un producto, el del BMW Z3, que para muchos pudo ser incluso decepcionante. Recordemos que la gama la abrían unos motores de cuatro cilindros modestos y comedidos, poco potentes y nada ambiciosos. La gama de acceso del BMW Z3 distaba mucho de situarlo como un deportivo para los más puristas. Pero eso solo era el principio.
Porsche Boxster
Hasta que los motores de seis cilindros hicieron su aparición, no solo incrementando su potencia, sino también cumpliendo con una premisa que no debería romperse: un buen roadster BMW siempre debería llevar bajo el capó un seis en línea.
Insistimos en que el BMW Z3 era un deportivo de vocación modesta. BMW necesitaba productos atractivos y divertidos que fueran más allá de los M3 y los M5 de la época, que estuvieran al alcance de un público más extenso. El responsable de desarrollo de BMW por aquellos años, Burkhard Goeschel, reconocería que el equipo de ingenieros que daría vida al BMW Z3 siempre trabajó con mucha independencia, con el objetivo de crear un deportivo sencillo, asequible, y con un coste de producción contenido que hiciera viable su lanzamiento.
La gama BMW Z3 nos dejó con grandes deportivos, como los Z3 M y, sobre todo, el Z3 M Coupé
Lo inesperado sería que aquel BMW Z3 nos deparara sorpresas tan agradables como los Z3 M, la versión más deportiva del roadster y, sobre todo, un socorrido coupé con una trasera polémica, y hasta difícil de ver, que en su versión BMW Z3 M Coupé sin duda es uno de los deportivos más especiales que algún día podría descansar en tu garaje.
La saga de roadsters económicos de BMW no terminó con el Z3. Al Z3 le sucedería una primera generación del BMW Z4, también con techo de lona, y también con una segunda carrocería de tipo coupé. Tras él, llegaría una segunda generación del BMW Z4, ahora con una única carrocería, y un techo escamoteable que combinaba lo mejor de ambos mundos. Y este año conoceremos una tercera generación del BMW Z4 que abre una nueva era, al menos en lo que respecta a estética y diseño, para la marca alemana.
El Porsche «barato» convertido en coche de deseo
Mientras en BMW anunciaban el lanzamiento de su roadster, en Porsche tenían muy claro que necesitaban un deportivo de acceso, que de alguna forma ya habían ido anticipando durante años. Así nació el Porsche Boxster, que lejos de arrastrar el sambenito de ser el Porsche de los pobres, el más accesible, acabaría convirtiéndose en uno de los deportivos de referencia, y más deseados, de la marca de Stuttgart.
Como sucediera con el BMW, su pecado original, para muchos, sería el de anteponer el interés de crear un coche asequible, a todo lo demás. Aunque se presentase única y exclusivamente con motores bóxer de seis cilindros en línea, el Porsche Boxster también dispuso de una gama de motores muy modestos y prestaciones nada sorprendentes para un Porsche.
El Porsche Boxster tenía un reto, el de ser un deportivo atractivo, deseable, y con personalidad, sin invadir el terreno conquistado durante décadas por la saga Porsche 911. Y vaya si lo consiguió.
Los coches deportivos de motor central de Porsche
Desde que comenzase a fabricarse el Porsche Boxster allá por 1996, este ha conseguido convertirse en uno de los deportivos más interesantes de Porsche, especialmente con la llegada, casi una década más tarde, del Porsche Cayman. Lejos de arrastrar el sambenito de ser los Porsche de los pobres, Boxster y Cayman se erigieron como los Porsche de motor central que, de no haber existido en los noventa, de alguna u otra forma tendrían que haberse inventado con la entrada en el nuevo siglo.
Porsche se ha preocupado durante todo este tiempo de mantener una gama con opciones para todos los públicos, con versiones más modestas y sencillas, y con líneas tan atrevidas como los Porsche Boxster Spyder y Porsche Cayman GT4 de la pasada generación, capaces de subirse a las barbas del Porsche 911, y quizás los mejores Porsche que hayan pasado por nuestras manos en los últimos años. O al menos los que recordaremos con más ilusión, y cariño.
Con todo, y con eso, Porsche siempre supo mantener las distancias entre las gamas Boxster y Cayman y 911. El Porsche 911 ha resistido durante todos estos años, con su motor trasero, y con su silueta clásica, por algo más que por el hecho de contar con dos socorridas plazas traseras para los hijos pequeños, y para dejar el maletín, o el abrigo.
Mercedes-Benz y su roadster de techo rígido
En Mercedes-Benz, lejos de haberse dormido, simultáneamente a los desarrollos de BMW y Porsche trabajaban en un roadster aún más ambicioso. Mercedes también estaba creando su deportivo de acceso, bajo las premisas de que fuera ligero y económico, y sus siglas SLK así lo atestiguan (del alemán, deportivo, ligero y corto), pero optaron por una solución que precisamente contrastaba con lo primero, y con lo segundo. El Mercedes SLK sería el irreverente que optaría por un techo rígido escamoteable, en su búsqueda del máximo confort.
Así se presentaría en 1996 el Mercedes SLK, que también apostó por motores de cuatro cilindros en sus versiones de acceso, diferenciándose de sus contemporáneos por algo más que por el hecho de montar un techo rígido, articulando una gama de motores sobrealimentados por compresor.
No lo decimos nosotros, lo reconoce la propia marca, el Mercedes SLK conseguiría convertirse en uno de los roadsters preferidos del público femenino. Y como no podía ser menos, contaría con motores V6 en su gama, y con un Mercedes SLK 32 AMG con el que se posicionaría como el más potente de su clase en aquellos años.
El Audi TT, el coche deportivo de los jóvenes
Mientras sus rivales se las ingeniaban para crear roadsters ligeros y económicos, Audi trabajaba en un plan bien diferente. Audi también necesitaba un deportivo económico, pero lo halló en un coupé de 2+2 plazas. Audi quería un coupé deportivo, compacto, económico y accesible, y lo encontró en un Audi TT que se aprovecharía de una plataforma modesta, la de los Audi A3 y Volkswagen Golf, y aprovecharía todas las tecnologías del grupo.
Aquel coupé de 2+2 plazas no tardaría en recibir, a finales de los años noventa, un Audi TT Roadster biplaza que, a diferencia de los roadster de BMW, Mercedes-Benz y Porsche, apostaría por la tracción delantera, pero sobre todo por la tracción quattro.
La irreverencia de Audi llegaría hasta el punto en que, en pleno auge de los diésel, el Audi TT acabaría equipando en su segunda generación un motor TDI.
Insistimos en que las gamas deportivas de los fabricantes alemanes no se entenderían actualmente sin todas aquellas decisiones que se tomaron a comienzos de los años noventa.
BMW aún trabaja en el relevo generacional de sus Z4, que se darán a conocer muy pronto. Mercedes-Benz aún dispone en su gama de un roadster, que ahora conocemos como Mercedes SLC. Porsche revisó profundamente la estrategia de sus deportivos de acceso y motor central, con los nuevos Porsche 718 Boxster y 718 Cayman, ahora con un bóxer de cuatro cilindros y turbo. Y Audi sigue contando en su gama con un Audi TT Coupé y un TT Roadster que siguen gozando de cierto éxito entre el público más joven.
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