No es tan fiero el lobo como lo pintan. El pasado mes de febrero un histórico fallo de los tribunales alemanes abrió la puerta a la prohibición de la circulación de vehículos diésel en centros urbanos. Hamburgo ha sido la primera gran ciudad alemana en implantar restricciones a la circulación de los coches diésel. Desde hoy mismo, todo coche o vehículo industrial alimentado por gasóleo y anterior a la normativa anticontaminación Euro 6 no podrá circular en ciertos tramos de dos calles de la gran urbe. La medida es considerada un experimento por algunos grupos, y una verdadera chapuza por parte de los grupos ecologistas.
Muchos colectivos pensaban que en aras de la salud pública se prohibiría de forma masiva la circulación de vehículos diésel en las ciudades alemanas. Marcas como Volkswagen o BMW llegaron a ofrecer devoluciones de sus vehículos de leasing a aquellos clientes que vivieran en un radio de 100 km de ciudades con restricciones a los coches diésel. Sin embargo, no debemos olvidar que la canciller alemana Angela Merkel es una firme defensora de la industria alemana del automóvil, que ha invertido miles de millones de euros en el desarrollo de coches diésel. No van a desaparecer de un día para otro.
Y la prohibición de Hamburgo es la viva prueba de que no existe un compromiso ni voluntad real de llevar a cabo estas prohibiciones. La salud pública es un buen argumento hasta que pone en peligro inversiones millonarias, miles de empleos y los beneficios de miles y miles de accionistas. ¿En qué consisten las restricciones de Hamburgo? Prohíben la circulación de vehículos diésel anteriores a la norma Euro 6 en un tramo de 580 metros de la Max Brauer Allee y en un tramo de 1.600 metros de la Stresemannstrasse. Estas dos calles son dos importantes y concurridas arterias del centro de la ciudad.
Más de 100 señales han sido colgadas en el centro de Hamburgo, informando de estas nuevas prohibiciones. Aunque en la primera fase los conductores infractores solo serán notificados, pronto comenzarán a recibir multas de 25 euros si circulan por estas calles – automatizadas, procedentes de cámaras de control – o de 75 euros, si conducen un vehículo industrial. Un colectivo ecologista se queja de que en Hamburgo apenas hay cuatro estaciones de medición de emisiones, y tres de ellas están casualmente en los tramos donde se han producido las restricciones a la circulación de los coches diésel.
Apartando a los coches más contaminantes se reducirá el nivel aparente de contaminación, pero estos vehículos serán dirigidos por zonas alternativas de la ciudad. El nivel total de emisiones será similar, o muy ligeramente inferior – simplemente se han dispersado más por el resto de la ciudad – pero de cara a la galería y a Europa, la ciudad se anotará un tanto. Las asociaciones de conductores lamentan que siempre tengan que ser «los de siempre» quienes paguen los errores de la industria del automóvil. ¿Por qué no se opta por autobuses eléctricos o servicios de car-sharing? Apuntan desde el mismo colectivo.
Mientras tanto, en Europa y concretamente en España, Madrid y Barcelona comienzan pronto a aplicar restricciones de tráfico que afectarán a los vehículos más antiguos.
Fuente: Financial Times
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