Madrid ya vigila las emisiones de los coches que circulan por sus calles y lo hace llevando a cabo pruebas de emisiones aleatorias con un sistema de detección de gases. A todos aquellos que presenten irregularidades, les obligará a pasar una ITV extraordinaria dentro de un plazo: si ignoran esta solicitud las multas pueden llegar a ser de 3.000 euros. La capital no es la única ciudad que ha querido plantar cara al creciente problema de la contaminación. Así funcionan los dos tipos de ‘radares’ de emisiones de la DGT.
Vamos a poner nombre y apellidos al primero de ellos: Remote Sensing Device (RSD). Así se llama el dispositivo fabricado por la compañía española Opus RSE y el único que cuenta con la tecnología necesaria para llevar a cabo este tipo de mediciones. En líneas generales, se trata de un radar portátil que examina el nivel de emisiones de cada vehículo en condiciones de circulación real y en menos de medio segundo.
Teledetección
El radar de emisiones RSD está compuesto por una cabina de medición que lleva a cabo sus cálculos a distancia y de forma masiva, es decir, no hace falta que los agentes den el alto a un vehículo para proceder a su revisión. Esto es posible gracias a la tecnología de la que os hablábamos antes: la teledetección. ¿Cómo funciona? Absorbe la luz de los gases contaminantes en una longitud de onda exacta.
El RSD está desarrollado para detectar y cuantificar los niveles de los siguientes gases contaminantes: dióxido de carbono, monóxido de carbono, hidrocarburos, óxido de nitrógeno y partículas finas. Para ello, se vale de un haz infrarrojo y ultravioleta que cruza la calzada midiendo de manera óptica: así detecta las emisiones y la matrícula, cruza estos datos con los de su ficha técnica disponible en la base de datos de la Dirección General de Tráfico o en los registros municipales y comprueba si todo está en orden.
Tras esa constatación, el radar de emisiones comunica el resultado a un panel informativo que está instalado unos metros después de la cabina de medición. Él será el encargado de indicar al conductor si el nivel de emisiones de su coche es bajo, medio o alto. No es la única información que recoge: puede detectar en tiempo real si un vehículo ha sido manipulado ilegalmente, la velocidad y la aceleración del mismo.
Los medidores portátiles
Al mismo tiempo, los agentes contarán con medidores portátiles para examinar la opacidad y los gases. Si tras una inspección visual existen indicios evidentes de emisiones excesivas, se llevará a cabo sobre el terreno una prueba de detección mediante estos equipos.
Un examen semejante al que tienen que superar los vehículos de gasolina (gases) y de diésel (opacidad) cuando acuden a la ITV. Y es que su funcionamiento es prácticamente el mismo: se introduce una sonda de medición en el tubo de escape que devuelve una serie de valores y éstos deben estar dentro de la horquilla establecida.
Avisos… ¿y multas?
La siguiente pregunta es lógica: ¿qué ocurre si un coche supera los niveles de emisiones permitidos? Todo dependerá de cada consistorio local. En el caso de Madrid, como os explicábamos antes, la nueva Ordenanza de Calidad del Aire y Sostenibilidad (OCAS) requerirá al titular que presente su vehículo a inspección en el plazo de un mes en el centro municipal correspondiente o en una estación de la ITV si ha superado el límite o presenta deficiencias en los sistemas de reducción de emisión de gases.
En los casos más graves, es decir, cuando se superan los niveles máximos permitidos (sobre todo en los episodios de contaminación) o cuando los humos pueden dificultar la visibilidad a otros conductores, los agentes podrán inmovilizar el vehículo. En la situación más extrema puede, incluso, ser trasladado al depósito y para recuperarlo será necesario suscribir un documento de compromiso de reparación y de no circular hasta que la inspección sea favorable.
A nivel nacional, la Dirección General de Tráfico todavía no se ha pronunciado al respecto y, por lo tanto, todavía se desconoce si dentro de sus planes entra la posibilidad de sancionar económicamente a los modelos más contaminantes o si el objetivo es emplear el RSD para, por ejemplo, controlar el acceso a las Zonas de Bajas Emisiones. Sea como sea, este radar de emisiones va a ser fundamental para conocer el nivel de contaminación del parque automovilístico, ayudar a aplicar las normativas locales y obligar a los conductores a llevar a cabo una revisión puntual de sus vehículos.