Enfrentar al Suzuki Jimny contra el Mercedes Clase G significa comparar el todoterreno más barato del mercado con el más caro, para saber cuánta diferencia real hay entre ambos sobre terreno difícil. El Mercedes Clase G es nuestro campeón absoluto en el momento de escribir este artículo y el Jimny es nuestro juguete favorito, que ya se ha mostrado muy difícil de vencer en anteriores ocasiones. ¿Realmente están tan lejos? ¡Que empiece la acción!
Antes de que te preguntes qué sentido tiene comparar dos coches tan distantes, permíteme que te dé la respuesta en forma de tres razones:
Mercedes-Benz Mercedes Clase G
1 – Queremos mostrar la diferencia entre un control de tracción electrónico con diferenciales abiertos y un bloqueo mecánico de diferenciales.
2 – Queremos mostrar hasta dónde llega el Suzuki Jimny contra nuestro nuevo rey del 4×4, el reciente vencedor de nuestra comparativa del mejor todoterreno del mundo.
3 – Nos encanta probar coches, nos encanta el 4×4 y esto va a ser muy divertido… ¡que empiece la acción!
Suzuki Jimny frente a Mercedes Clase G: algunos datos
Antes de empezar la acción, es importante conocer bien a nuestros rivales. Con nosotros tenemos un Suzuki Jimny Mode 3 con diferenciales abiertos delante y detrás (no lleva diferencial central) y un eficaz control de tracción que ya nos ha demostrado en anteriores ocasiones de lo que es capaz.
En el otro lado de la balanza, tenemos un Mercedes Clase G 350d, un vehículo de 2.450 kg de masa desplazada con triple bloqueo de diferenciales y ninguna ayuda electrónica para el control de tracción fuera del asfalto. La razón de no llevar ayudas electrónicas, aunque parezca un contrasentido, es que cuando bloqueas los dos ejes y obligas a las 4 ruedas a girar a la misma velocidad, ningún control electrónico puede hacerte mejorar ya el agarre.
Os recomiendo encarecidamente ver nuestro vídeo de diferenciales para entender por qué un diferencial bloqueado es superior a cualquier control de tracción electrónico, una idea que no es tan fácil de ver pero que resultará imprescindible para entender los resultados de esta prueba.
Primera prueba: cruce de puentes
En esta prueba (sencilla) vamos a empezar a ver diferencias importantes relacionadas con el tamaño y el recorrido de suspensiones de cada coche. Estos cruces de puentes son muy profundos, así que se trata de ver quien los pasa en mejores condiciones.
Atacamos la prueba con el Jimny, que se hunde en cada hueco generando unas posturas bastante extremas y una fuerte inclinación de la carrocería. El control de tracción trabaja perfectamente para sacarnos adelante y el hecho de tener dos ruedas en el aire no es ningún obstáculo, más allá de que el escaso par motor del coche nos obliga a tener cuidado de no calarlo.
El Mercedes Clase G afronta el mismo obstáculo sin aparente esfuerzo. La inclinación de la carrocería es mínima, no existe la más mínima pérdida de tracción y todo fluye dentro del habitáculo como si estuviésemos en el salón de casa.
Segunda prueba: La pared
La pared es una pendiente de hasta 36º de inclinación (más del 70%) en la que el coche tendrá que escalar por una pared de tierra y roca muy lisa. La adherencia es buena, pero la pendiente es extrema.
El ascenso con el Jimny hay que hacerlo pendientes del acelerador porque su motor de gasolina empuja muy poco incluso en reductora y es fácil calarlo ante un obstáculo como este.
Afrontamos la pendiente de tres maneras diferentes: sin inercia y parando en el punto más inclinado el Jimny es incapaz de subir. En el punto extremo de la pendiente no encuentra agarre suficiente para subir y su control de tracción electrónico trabaja a destajo para intentar frenar las ruedas que van perdiendo agarre, que básicamente son todas.
En el segundo intento lo hacemos sin inercia y sin parar. Al ir lo más despacio posible nos encontramos con el mismo problema que al principio, en el punto más pendiente no hay agarre suficiente y se queda clavado.
Finalmente, con un poco de inercia sí que logra coronar la cima de forma fluida, dando muestras de unas aptitudes sobresalientes ante semejante obstáculo.
Llega el turno del Mercedes y la primera diferencia es que su enorme motor diésel y su reductora nos permiten subir mucho más despacio y con mucho más control. No se produce ninguna pérdida de adherencia, ya que el triple bloqueo mecánico de diferenciales obliga a los 4 neumáticos a girar a la misma velocidad, encontrando tracción en las ruedas que tienen más agarre y liberando a las que tienen menos.
Con el Mercedes podemos parar en cualquier punto de la pendiente y volver a arrancar sin ninguna dificultad, tal es el poderío de su planta mecánica y el nivel de control que nos permite con el acelerador. Su motor no sobrepasa las 1.200 – 1-300 rpm en ningún momento, entregando ya en ese nivel un par de giro de 600 Nm que impulsa al vehículo sin ningún esfuerzo.
Tercera prueba: La batidora
En esta prueba tenemos bastante espacio lateral y podemos aprovecharlo para escoger la trazada con el Jimny, que será llevado hasta su límite y un poco más allá a lo largo de la pendiente.
Primero lo intentamos por el lado derecho de la subida pero el socavón es tan profundo y la tierra está tan suelta que no hay forma humana de hacerlo trepar. Por el lado izquierdo la cosa mejora solo un poco, obligando al conductor a hacer verdaderos esfuerzos por llegar a la cima, combinando acelerador, freno, volante y embrague.
La falta de par a bajo régimen obliga a acelerar bastante y jugar con el embrague en cada arrancada, lo que a su vez nos obliga a avanzar a saltos. Cada vez que pasamos un tramo hay que volver a pensar cómo superar el siguiente. El control de tracción del Jimny es muy agresivo, y tiene que serlo si pretende sacarnos de aquí, pero eso también hace que el coche tienda a girar sobre su eje vertical en cada golpe de tracción.
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Llega el turno del Mercedes y su amplio recorrido de suspensiones nos permite avanzar por el centro del obstáculo sin problemas. De nuevo, su triple bloqueo de diferenciales se muestra imparable, ofreciendo un ascenso soberbio, tranquilo, en total confort y sin aparente esfuerzo mecánico.
Aunque la superioridad del Mercedes es incontestable, todavía no ha logrado dejar atrás al Suzuki. Todavía.
Cuarta prueba: pesadilla blanca
Esta pendiente ya la hemos atacado con el Clase G en nuestra triple comparativa y sabemos que puede con ella sin demasiado esfuerzo, pero los agujeros del terreno son tan profundos que queremos ver si el Jimny puede superarlos.
Afrontamos el obstáculo con el Suzuki, la tierra está muy suelta y la pendiente final es realmente fuerte, con las ruedas metidas en profundos agujeros asimétricos. El control de tracción lo pasa realmente mal para llevarnos hasta el punto más crítico, pero es incapaz de llegar hasta el final. Los acelerones son peligrosos entre paredes, lo cual tampoco me anima demasiado a seguir intentándolo de forma más agresiva aún.
Como era de esperar, el Mercedes salva el obstáculo sin contemplaciones, sin pérdidas de motricidad y sin el menor drama, llegando a la cima incluso limpio de polvo porque al no perder tracción, no tiende a mancharse. Es una máquina increíble.
Conclusiones
Las diferencias entre estos dos coches son notables y van mucho más allá de sus capacidades todoterreno, pero en esta prueba hemos querido centrarnos sólo en esas aptitudes 4×4, obviando todo lo demás.
En estas circunstancias, a pesar del excelente comportamiento 4×4 del Suzuki, la superioridad del Clase G es tan apabullante que no hay lugar a la duda de quién puede ser el «ganador» de la comparativa.
Por otro lado, queda también demostrado que el bloqueo de diferenciales es un sistema muy superior a cualquier control de tracción electrónico, algo que en la teoría es totalmente obvio pero que en la práctica ha funcionado tal como se esperaba.