El diésel vive días oscuros, de incertidumbre, de persecución gubernamental, un futuro incierto para este combustible que ha sembrado en la mente de muchos la idea de, “¿cómo me voy a comprar un diésel si lo van a prohibir?” A día de hoy aún tiene mucho sentido comprar un coche diésel pero la compra debe ser una compra bien razonada y justificada, atrás quedaron los tiempos del “diésel gustazo” y donde todos consumíamos coches diésel aunque fuera para realizar unos pocos miles de km al año.
Por ahora no se ha producido la subida al diésel anunciada por el gobierno
Pese a las subidas al diésel que se plantearon a finales de 2018 y cuya implementación pende del clima actual de inestabilidad política, con unos Presupuestos Generales del Estado que no han sido aprobados, el diésel aún podría tener sentido y podría tener aún recorrido gracias a que, por norma, los motores alimentados por este combustible registran un consumo ligeramente inferior y para aquellos que realizan grandes recorridos al año, así como para usuarios profesionales, aún saldrían las cuentas a favor del diésel.
Además no podemos perder de vista que los nuevos requisitos medioambientales no sólo han hecho más complejos a los motores diésel sino que los motores gasolina están tornándose cada vez más “sofisticados” para atender a los nuevos requisitos de homologación y esto podría acabar parcialmente con una de las grandes ventajas de los motores gasolina frente a los diésel, una sencillez mecánica que se traducía en mantenimientos más económicos.
La microhibridación puede ser el antídoto frente a la incertidumbre que vivimos
Por supuesto no perdemos de vista el hecho de que un coche diésel nuevo tiene la misma etiqueta que su homólogo gasolina, la etiqueta C y que muchas marcas están recurriendo a la microhibridación para darle una segunda juventud a este combustible gracias a la preciada etiqueta ECO y citando un ejemplo real no encontramos con la misma etiqueta medioambiental, la etiqueta ECO, en un Range Rover Evoque diésel con un sistema de microhibridación que en un Lexus UX, que es híbrido y poco a poco este sistema se extenderá a otros muchos coches del mercado.
El gran problema del diésel no radica, en los escenarios a priori planteados, en la pérdida de competitividad en coste por kilómetro, donde por ahora podría seguir siendo competitivo, sino en esa mala imagen injustificada que ahora tiene por culpa de ciertos mensajes erróneos y por poner al mismo nivel a los coches diésel antiguos y a esa fiebre por los coches diésel que vivimos años atrás frente a un mercado más equilibrado actualmente (y real) donde los coches diésel están tan avanzados como los coches gasolina.
No tiene sentido ese «diésel para todos» que vivimos años atrás, pero tampoco lo tiene la criminalización y su desaparición
En esta época de transición al coche eléctrico y al coche híbrido los coches diésel aún tendrían que tener mucho sentido o al menos tanto como un coche gasolina convencional. Aún puedes y debes pensar en comprar un coche diésel, sin miedo y viéndole sentido si realizas un gran número de kilómetros al año. Lo que ya no debería ocurrir es lo que tiempo atrás se popularizó, se fomentó y se dio por bueno, ese “diésel para todos” que en personas que no se alejaban de los núcleos urbanos demasiado, que no sumaban más de 15.000 km al año, no tenía demasiado sentido e incluso desembocaba en ciertas averías.