Llevamos tiempo y tiempo insistiendo con el downsizing (ver artículo: ¿qué es el downsizing?). Aunque los motores turboalimentados de pequeña cilindrada ayuden a los fabricantes a reducir sus consumos homologados, esta reducción de consumos no tiene por qué traducirse en un ahorro en condiciones reales de circulación. El consumo de estos motores tan apretados se dispara en condiciones exigentes y algunos fabricantes ya han abandonado el downsizing extremo a causa de ello. El último ejemplo de los peligros de los downsizing viene de Estados Unidos, donde un V8 atmosférico ha resultado más frugal que un turbo de cuatro cilindros.
No estamos hablando de un motor cualquiera de cuatro cilindros, pero sí de un caso claro de downsizing. Estamos hablando del nuevo motor turbo de 2,7 litros de General Motors, un cuatro cilindros de 310 CV de potencia que ha sido montado en pick-ups como las nuevas Chevrolet Silverado 1500. Es una clara respuesta al motor 2.7 V6 EcoBoost de las Ford F-150, de similar nivel de potencia y prestaciones. Este cuatro cilindros se posiciona por encima del 4.3 V6 de acceso, pero por debajo de los grandes V8 atmosféricos de 5,3 litros y 6,2 litros, topes de gama de las Chevrolet Silverado 1500.
Sin embargo, este cuatro cilindros desarrolla un par motor de 471 Nm a sólo 1.500 rpm, que le hace rivalizar de forma directa con los 518 Nm a 4.100 rpm del V8 atmosférico. El V8 tiene 355 CV – 45 CV más que el 2,7 litros – y es sobre el papel un motor mucho menos eficiente que el cuatro cilindros. En el ciclo combinado EPA, mucho más exigente y realista que el ciclo NEDC europeo, las Chevrolet Silverado 1500 con motor V8 homologan un consumo de 13,1 l/100 km, mientras que las de cuatro cilindros sacan pecho con sus 11,8 l/100 km – ventaja muy explotada a nivel de márketing por Chevrolet.
Car & Driver decidió poner a prueba estos resultados en una prueba de consumo por autopista, a una velocidad constante de 75 millas por hora, equivalentes a 120 km/h. Quizá no esperaban que en esta prueba el Silverado de cuatro cilindros consumiera una media de 13,1 l/100 km, 2,9 l/100 km más que la versión de ocho cilindros, que se conformó con 11,2 l/100 km. Recordad que ambas tenían la misma caja de cambios y una aerodinámica idéntica, sin diferencias en el resto del tren de rodaje más allá del motor. Sospechan que el turbo del cuatro cilindros estaba soplando a una buena presión para mantener esos 120 km/h constantes.
Sin embargo, el V8 estuvo explotando al máximo su sistema de desconexión variable de cilindros. Esta tecnología se llama DFM (Dynamic Fuel Management) y cuenta con hasta 17 combinaciones de desactivación de cilindros, adaptadas a cada circunstancia de funcionamiento, siempre en busca de una mayor eficiencia. Parece ser que esta prueba demuestra que el sistema funciona. Echando aún más leña al fuego, Car & Driver afirma que en la misma prueba de consumo, una Silverado 1500 con el motor 6.2 V8 de 420 CV – tope de gama – consumió exactamente lo mismo que el cuatro cilindros, pese a más que doblar su cubicaje.