El nuevo Chevrolet Corvette C8 ha sido lanzado hace apenas unos meses. Y solo podemos referirnos al nuevo C8 como a la muerte de un icono del mundo del automóvil. El Corvette era un objeto de culto tan legendario como el Porsche 911, pero alguien ha tenido la “brillante” idea de eliminar todo aquello que le daba sentido y convertirlo en un “sucedáneo de Ferrari” dibujado por un niño. En este artículo y el vídeo que lo acompaña te vamos a explicar por qué creemos que no siempre hay que sacrificar tradición por progreso técnico.
El Corvette C8 abandona el motor delantero longitudinal, que obligaba a esculpir la forma del coche con las proporciones inconfundibles de un muscle car (morro largo y cabina atrás) y adopta un esquema de motor central-trasero, similar al de cualquier superdeportivo europeo. Con ello, pasa de ser el canon del deportivo americano a competir con coches italianos cuyo principal argumento de ventas es su estilo y su tradición. Puesto que el estilo del Corvette es cuestionable y ha dado la espalda a su tradición, os vamos a explicar por qué pensamos que este lanzamiento es un grave error.
La importancia del compromiso
Chevrolet Corvette
Existen claros paralelismos históricos entre los Porsche 911 y los Chevrolet Corvette. Ambos nacieron con pocos años de diferencia, y si algo les ha caracterizado durante sus décadas de historia, ha sido un compromiso absolutamente férreo con la receta original. En el caso del Porsche 911, la configuración de motor bóxer trasero de seis cilindros, y en el caso del Corvette, el motor delantero de ocho cilindros en uve.
Son coches icónicos, y más que seguidores, tienen legiones de fanáticos.
Los Corvette y 911 se han hecho más rápidos, más caros y más eficaces con los años. Sus ingenieros han perfeccionado la receta original, en ambos casos imperfecta, hasta niveles dignos de admiración en cuanto a dinámica, rendimiento e imagen de marca. Lo que Chevrolet ha hecho con el Corvette sería equivalente a que Porsche lanzara un deportivo de motor delantero… y lo llamase 911. Sería tan grave como abrir un Telepizza en Italia.
Veamos el Corvette C8 con un poco más de detalle.
Un diseño mejorable
Los propios diseñadores del Corvette C8 afirman que fue diseñado “pensando en un niño de 10 años”. Es obvio que ningún niño de 10 años va a comprar un Corvette, pero con esta frase hacen referencia a la búsqueda de un público más joven – tradicionalmente, el comprador medio de un Corvette está más bien entrado en años. La realidad es que parece la copia china de un Lamborghini Huracán. Es demasiado agresivo, demasiado recargado.
Su frontal puede tener un pase, pero algo falla en sus proporciones traseras, especialmente en su paso de rueda. Es como si el coche estuviera a medio acabar. Su interior es muy futurista, con un salpicadero completamente inmersivo, orientado al conductor. Su instrumentación es digital y su volante es hexagonal, además de tener solo dos radios. En la consola central, una fila de botones recorre de forma un tanto inexplicable, pero original, su canto exterior.
Motor y prestaciones
El Corvette C8 se ha lanzado con un solo motor, por el momento: un 6.2 V8 atmosférico, de dos válvulas por cilindro, inyección directa y 497 CV de potencia – acompañados de nada menos que 630 Nm de par motor máximo. La potencia es transmitida al tren trasero a través de una caja de cambios de doble embrague y ocho relaciones, desarrollada ad-hoc por Tremec. Gracias a un peso en orden de marcha de solo 1.527 kilos, fruto de una construcción intensiva en metales ligeros, es capaz de acelerar hasta los 96 km/h en menos de tres segundos.
Su velocidad máxima es de unos tremendos 312 km/h. Es el Corvette más rápido de la historia, y posiblemente será el más efectivo en circuito. Mantiene la magnífica suspensión magnetoreológica estrenada por su predecesor pero será incapaz de darnos las mismas sensaciones: ya que no podrá equipar un cambio manual – otra novedad en los más de 60 años de historia del deportivo de Chevrolet – pierde parte de la necesaria conexión entre conductor y máquina. Desde un punto de vista estrictamente racional, su configuración de motor central-trasero lo acerca a los superdeportivos europeos.
Y la realidad es que y tiene mucho sentido a nivel dinámico: descansa más peso sobre sus ruedas motrices y mejora su tracción, además de ser más neutral en cambios de apoyo y transferencias de peso. En un futuro, se rumorea la llegada de una versión ZR1 aún más potente. Podría llegar a los 900 CV gracias a una mecánica turboalimentada y los rumores apuntan a que empleará algún tipo de hibridación. ¿Un clavo más en el ataúd de la tradición en aras de unas prestaciones difíciles de explorar en las calles? Efectivamente.
Precio y rivales del Corvette C8
Si hay algo que puede redimir al Corvette C8 es que su precio comienza en solo 58.900 dólares. Estaríamos hablando de 54.330 euros, pero debemos tener en cuenta que la estructura impositiva estadounidense nada tiene que ver con la europea. Siendo francos, es un coche realmente barato para el nivel de prestaciones que ofrece: como referencia, en el mercado americano un Porsche 911 Carrera S, de prestaciones similares, cuesta 113.300 dólares. Un Audi R8, marginalmente más rápido, cuesta tres veces más que el Corvette (169.900 dólares) y ni Ford ni Dodge cuentan con rivales directos de fabricación doméstica.
La tarea más difícil del Corvette C8 no será convencer a la prensa de sus virtudes dinámicas o de su excelente relación calidad-precio, si no a su enorme base de clientes tradicionales y fans, traicionados por este profundo cambio de rumbo. Es como tratar de cambiar la receta de la tortilla de patatas. ¿Por qué cambiar algo que funciona?
Galería de fotos del Chevrolet Corvette C8