Si no se venden coches eléctricos no es porque los conductores no quieran comprarlos, sino porque no pueden. Esta afirmación gana bastante peso con la historia que hoy os traemos y que nos demuestra cómo cuando el coche eléctrico es más barato que comprar un Lada, el conductor lo tiene claro, y se pasa al coche eléctrico.
Cualquiera diría que Jabárovsk, una populosa ciudad al este de Rusia, próxima a la frontera con China, podría convertirse en uno de los bastiones del coche eléctrico. Pero el hecho de que el visitante pueda encontrarse un coche eléctrico en cada calle, que en esta ciudad y sus alrededores se queden una quinta parte de los coches eléctricos importados en Rusia, y que la estampa de los alargadores colgando desde el balcón, para recargar los coches eléctricos, ya no sorprenda a los vecinos de Jabárovsk, nos lleva a pensar que, como mínimo, merece la pena estudiar el caso.
Bloomberg nos contaba estos días la peculiar historia de Jabárovsk y su entusiasmo con el coche eléctrico.
La idiosincrasia del parque de vehículos ruso
Cuando uno pasa unos días por las calles de Moscú, o San Petersburgo, en las que el nivel de deportivos y coches de lujo supera al de muchas capitales europeas, puede recibir con cierta sorpresa la imagen que se encontrará cuando, después de un vuelo de varias horas y traspasando unos cuantos husos horarios, aterriza en cualquier ciudad de la Rusia asiática, de Siberia.
La belleza de la arquitectura imperial y el cuidado con que en la era soviética se trató de convertir a Moscú en el ideal de urbe socialista, contrasta con la cicatriz que las últimas décadas ha dejado en enormes ciudades que un día fueron prósperas, al amparo de importantes industrias y ambiciosos proyectos de la era soviética. Las calles de las ciudades siberianas se han convertido en un catálogo de automóviles japoneses de los años 2000, e incluso de los 90.
Da igual que en toda la Federación de Rusia, desde San Petersburgo, hasta Vladivostok, se conduzca por la derecha, como en la Unión Europea. La presencia de coches japoneses, con el volante a la derecha, llega a ser incluso predominante en muchas regiones. Los conductores de la Rusia oriental, y del resto de países del entorno, se han convertido en los principales receptores del excedente de coches de segunda mano que genera Japón. El éxito de estos coches reside en un precio ajustado, y la calidad y fiabilidad del producto, así como la accesibilidad de repuestos.
El inesperado éxito del coche eléctrico
Con un 4% de la población de Rusia, la región en la que se sitúa Jabárovsk recibe una quinta parte de los coches eléctricos de segunda mano importados por Rusia. La suma de los coches eléctricos registrados cada año en las regiones de Jabárovsk e Irkutsk, a orillas del lago Baikal, es similar a la que se registra en una ciudad tan poblada, y acomodada, como Moscú.
Los coches eléctricos importados de segunda mano de Japón se han convertido en una opción popular y accesible para todos los públicos en las lejanas y desconocidas ciudades siberianas. Y la clave de su éxito, como no podía ser de otra forma, reside en su precio, y en el coste de utilización.
Un Nissan Leaf fabricado entre 2011 y 2013 puede adquirirse en el mercado de ocasión por precios que oscilan entre los 400.000 y los 600.000 rublos, entre 4.620 y 6.930 euros, al cambio actual. El más barato de los Lada, el Dacia Logan ruso, el Lada Granta, parte de los 531.900 rublos.
El vehículo eléctrico compensa económicamente
Pero, evidentemente, el coste de adquisición no es el único argumento del conductor urbanita siberiano. En el este de Rusia se dan las condiciones ideales para hacer del coche eléctrico la opción más asequible. La falta de infraestructura de refinamiento de hidrocarburos, y el aislamiento que sufren estas regiones, hace que los precios de repostar en las ciudades siberianas sea más alto que en las estaciones de servicio de la Rusia Occidental.
El suministro eléctrico goza de importantes subvenciones para propiciar el desarrollo económico de estas regiones, que tanto han sufrido el desmantelamiento de las grandes industrias que aconteció tras la disolución de la Unión Soviética.
De esta forma, naturalmente las cuentas salen para conductoras como Olga Ivanova, que así justificaba su salto al coche eléctrico a Bloomberg. Si con su anterior coche tenía que desembolsar cerca de 10.000 rublos, 115 euros, en gasolina todos los meses, ahora puede recargar el Nissan Leaf que conduce por las calles de Irkutsk por tan solo 500 rublos al mes, ¡menos de 6 euros!
Cuando la transición al vehículo eléctrico funciona
Esta historia, sin lugar a dudas, es muy esclarecedora al respecto de cómo puede producirse una transición hacia el coche eléctrico, haciendo que sea una opción accesible, más económica que la combustión interna. En cualquier caso, el reportaje de Bloomberg también apunta a otros problemas acuciantes y no menos importantes, como el hecho de que muchos conductores, ante la falta de garaje privado, e infraestructura pública de carga, han de recargar sus coches eléctricos lanzando un cable alargador por el balcón.
Por otro lado, lo que no aborda este reportaje y sí sería muy interesante analizar, es cómo lidian los coches eléctricos importados con unas condiciones meteorológicas extremas. En enero, la temperatura media en Jabárovsk se sitúa por debajo de los -20ºC. Insistimos, temperatura media. El coche eléctrico, por otro lado, y particularmente por la química de las baterías de litio, presenta dificultades para conservar su autonomía en condiciones tan extremas como estas.
En cualquier caso, el éxito del coche eléctrico de importación en Siberia, y al este del continente asiático, se está traduciendo en un interés creciente en el resto de Rusia. De manera que, lejos de ser un caso puntual, e incluso anecdótico, el ejemplo de Jabárovsk, Irkutsk y Primorsk, podría convertirse en el verdadero catalizador del coche eléctrico en el resto de la Federación de Rusia y en muchos países del entorno, y de la extinta Unión Soviética.