¿Te imaginas tener guardado en tu garaje tu propio coche ganador de las 24 Horas de Le Mans? No, esta vez no hablamos de tecnología similar o coches que compartan nexo, como el motor o la caja de cambios, sino de tener el coche literalmente. Esto fue lo que hizo hace más de medio siglo el Conde Gregorio Rossi di Montelera, logrando la hazaña de matricular el Porsche 917K para su uso particular, con una carrocería plateada en sintonía con los colores con los que tradicionalmente se utilizaban para los coches alemanes de competición.
El Conde Rossi y su 917 plateado
Hay que aclarar que el Conde Rossi era alguien especial: era el heredero de Martini & Rossi, alma máter de la alianza entre Porsche y Martini en la resistencia, que dio lugar a la decoración Martini del 917K y después se reflejaría en otros modelos, como sería el caso del 935 ‘Moby Dick’ y el 936 con el que Porsche también logró varias victorias en Le Mans antes de que comenzase la era del Grupo C en resistencia. Una alianza exitosa y que resultaría en el inicio de una racha triunfante de la marca de Stuttgart en Le Mans.
Así pues, allá por 1974, el Conde Rossi di Montelera visitó Stuttgart para convencer a Porsche para tener su propio 917 matriculado, utilizando tanto su poder como su influencia. Porsche respondió utilizando el chasis 030 y se puso manos a la obra para modificarlo para que se pudiera utilizar en carreteras convencionales, manteniendo su aspecto único y mecánica V12 que le había convertido en historia viva del automovilismo – tanto que, además de convertirse en un icono, fue la antesala de lo que serían los Grupo C, además de las hazañas del 917/30 que cambiaron para siempre la Can-Am y las carreras en Estados Unidos.
Este chasis 030 del 917 sólo se había utilizado en una carrera en 1971, llegando a disputar la victoria antes de tener que abandonar por un problema de suspensión. Porsche lo tenía guardado después de que hubiera servido como mula de pruebas para los primeros test de lo que sería uno de los grandes avances en seguridad en carretera: el ABS.
Lo cierto es que, con la normativa de aquel entonces, Porsche no tuvo que hacer gran cosa para legalizar el 917. Lo principal era eliminar algunas aletas colocadas por aerodinámica (manteniendo la silueta del 917K que había conseguido hacer estable el coche, pues en su versión inicial de 1969 dio muchísimos problemas de estabilidad) y colocar silenciadores en la salida de escape. A esto, el Conde Rossi le añadió un interior de cuero para darle un toque lujoso (Speedhunters).
Gracias al Conde Rossi, otros pudieron también matricular sus 917
El problema vino después con la homologación, pues en Alemania jamás hubiera cumplido con los requisitos y Francia pedía un crash test, algo imposible al ser una unidad ‘única’. ¿La solución? Fue un tanto extraña: el estado de Alabama, en Estados Unidos, accedió a registrar el 917 como coche legal con la condición de que el Conde Rossi…jamás llevase el 917 a las carreteras de Alabama. Hoy día, al haber expirado este registro de Alabama, el coche lleva matrícula de Texas, siendo mantenido por el hijo del Conde Rossi tras el fallecimiento de este en 2023.
Irónicamente, la idea del Conde Rossi en los años setenta hizo que, años más tarde, otras personas también trataran de hacer algo similar legalizando el 917 para su uso por carretera. En concreto, el monegasco Claudio Roddaro registró su 917 chasis 037 basándose en que tenía las mismas especificaciones que el 030 del Conde Rossi, algo que en Mónaco sirvió para poder circular con matrícula (Road and Track). Además, Joachim Grossmann registró el 021, un coche que, irónicamente, llevó decoración de Martini en circuitos.
