Atrás quedaron aquellos tiempos en que la publicidad de automóviles trataba de alabar las prestaciones de sus productos, o incluso valores intangibles y subjetivos, como el placer de conducir. Pero eso es otro tema. Excepciones haberlas haylas, pero si hay algo que se ha convertido en el principal reclamo de los fabricantes, es la tecnología. Tecnologías que a menudo no son sorprendentes, ni innovadoras, y que no van más allá de lo que ya tenemos en nuestro smartphone, o en un tablet, como la conectividad Wi-Fi. ¿Pero de verdad necesitamos coches con Wi-Fi?
Tener conexión Wi-Fi en un coche, y por Wi-Fi entendemos un punto de acceso conectado a internet, a redes 3G y 4G, es un elemento de equipamiento interesante, pero totalmente prescindible. Es interesante porque nos puede servir para conectar un tablet y mantener a los niños entretenidos, o buscar información y navegar mientras viajamos – y si no somos el conductor. Es prescindible, porque existen muchas alternativas que nos pueden ofrecer el mismo servicio, sin necesidad que nuestro coche cuente con Wi-Fi.
Y aún más prescindible si tenemos en cuenta que los planes de datos en el teléfono móvil están muy extendidos y que lo normal, sobre todo si fuéramos a utilizar Wi-Fi en nuestro coche, es que ya tengamos en el bolsillo un teléfono móvil con internet.
Las alternativas a un coche con Wi-Fi integrado son muchas. Tu teléfono móvil, si ya cuenta con un plan de datos, puede compartir internet a otros dispositivos en un momento, configurándolo en un par de pasos como un punto de acceso Wi-Fi.
Si quisiéramos un dispositivo dedicado, aún podríamos comprar un módem Wi-Fi. No son muy caros (por 30€ hay dispositivos muy aceptables) e incluso suelen ser gratuitos si contratamos un plan de datos específico. Este aspecto tampoco hay que olvidarlo. Los fabricantes de coches que ofrecen Wi-Fi en su vehículo requieren adquirir una SIM y contratar un plan de datos, con o sin cuota mensual, con un proveedor de telefonía e internet. Por poneros un ejemplo, tras los periodos de pruebas gratuitos de una marca como Opel, sus servicios OnStar requieren una cuota de 9,95€/mes o 99,5€/año, a los cuales aún habría que añadir el precio del plan de datos.
Por otro lado, hay que pensar muy bien en la estabilidad de las conexiones 3G en un coche – pueden sufrir cortes puntuales si perdemos cobertura – y en su coste. Es razonable pensar en un uso típico, como mantener a los niños entretenidos con un tablet mientras ven contenido en streaming en Netflix, o cualquier otro proveedor de video-on-demand. Pero también hay que pensar que los planes de datos tienen un límite, y que el coste del gigabyte puede hacer que la opción más económica y sensata sea la de descargar esos contenidos en casa (servicios como Netflix lo permiten) y reproducirlos sin conexión a internet.
En definitiva, no necesitamos coches con Wi-Fi. Probablemente tampoco los necesitemos con muchos servicios que se nos anuncian en televisión. Pero el hecho de que cada vez se emitan más anuncios que se centren en tecnologías como estas nos recuerdan que efectivamente son un buen reclamo para el cliente.
Ante todo necesitamos coches fiables, que duren muchos años, coches eficientes, y que no sean caros de mantener y de reparar. Pero estaréis conmigo en que estos aspectos, que estoy convencido interesan mucho más al cliente, no son tan sencillos de presentar y, sobre todo, de demostrar, en un anuncio de televisión.