Cada año más de un millón de coches de segunda mano salen de Japón. Automóviles de todo tipo, con kilometrajes y antigüedades mayores y menores, pero en todos los casos con el volante a la derecha. Recordemos que Japón es uno de los países en los que se circula por la izquierda, a diferencia de lo que sucede en la mayoría de los países de su entorno, del extremo oriental de Asia. Para encontrar otros países que circulen por la derecha tendríamos que irnos hasta India, Pakistán e Indonesia.
El de Japón es un mercado en el que cada año se registran más de 4 millones de vehículos nuevos y con una rotación alta del parque, motivada por la vigilancia del parque más antiguo en las inspecciones periódicas y unas condiciones aceptables para financiar la compra de un coche nuevo.
Ahora bien, ¿cuál es el destino de los coches de segunda mano japoneses?
Siberia y Ulán Bator, el paraíso de los coches japoneses
La cantidad de prejuicios que uno puede arrastrar cuando llega a Ulán Bator, capital de Mongolia, daría para hablar largo y tendido. Lo que probablemente uno no se espere es que esta ciudad haya acabado convirtiéndose en el paraíso del Toyota Prius, de todas la generaciones y siempre con el volante a la derecha, a pesar de conducirse también por la derecha, y siendo el coche más popular en una ciudad que se estima concentra prácticamente la mitad de la población del país.
La situación al norte, en las ciudades de Siberia, en Rusia, no es tan diferente. No tanto por la popularidad del Toyota Prius, sino por un parque de automóviles que está compuesto principalmente por coches japoneses, con el volante a la derecha, de todas las épocas y todos los estilos.
Durante años, Rusia ha sido el principal destino de los vehículos de segunda mano exportados por Japón. El inconveniente de tener que conducir un automóvil con el volante en el lugar equivocado, para el sentido de la circulación, ha pesado menos que la oportunidad de adquirir coches fiables y robustos, a un precio aceptable, disponiendo de suficientes repuestos y garantías como la capacidad de seguir siendo funcionales y arrancar el motor a temperaturas de varias decenas de grados negativos, que ofrecen los coches japoneses.
El conflicto bélico como impulsor de la segunda mano
El año pasado, Rusia habría sido la receptora de una cuarta parte de los turismos exportados por Japón, a un precio medio en el entorno de los 7.800 euros, prácticamente el doble del precio en 2020, cuando Rusia fue receptora del 15% de los coches de segunda mano exportados por Japón (Automotive News). El conflicto bélico de Rusia en Ucrania y la imposición de sanciones económicas, y restricciones comerciales, no perjudicó, sino que benefició, la exportación de coches de segunda mano de Japón a Rusia.
Rusia habría estado comprando más coches de segunda mano japoneses, y más jóvenes, precisamente como alternativa a la reducción de la oferta de coches nuevos de importación derivada de las empresas que cesaron su actividad en el país al comienzo de la guerra. Desde julio del año pasado, SV Alliance, una empresa dedicada a la exportación de turismos con dos años de antigüedad, habría llegado a exportar a Rusia una media de 6.500 coches de segunda mano todos los meses.
Pero Japón ha decidido frenar este mercado, a pesar de suponer un negocio en órdenes de miles de millones de euros. Y en agosto las exportaciones de esta compañía habrían caído un 70%.
Japón frena las exportaciones a Rusia
Japón decidía prohibir a comienzos de agosto las exportaciones a Rusia de todo aquello que no fueran turismos pequeños, mientras vigila el impacto económico de una decisión que, necesariamente, está obligando a buscar un nuevo destino para una parte importante de los coches de segunda mano que hasta hace poco acababan en las ciudades siberianas.
De momento, Rusia puede seguir importando de Japón turismos pequeños, como el Toyota Yaris, o el Honda Jazz. El resto están siendo destinados a mercados como Mongolia, pero también a otros países en los que se circula por la izquierda, como en Japón, como Malasia, Indonesia, o Nueva Zelanda.
Hace un par de años hablábamos de otro curioso caso, el de Jabárovsk, en Rusia, una ciudad en la que el vehículo eléctrico estaba viviendo un boom sin precedentes. Y lo había conseguido gracias a la llegada de coches eléctricos de segunda mano importados de Japón, como el Nissan Leaf.
La prohibición está perjudicando al negocio de exportadores japoneses que trabajaban con el puerto de Vladivostok, pero también está provocando un desplome del precio de los coches de segunda mano que salen de Japón. Y eso está provocando que otras compañías se beneficien, como las empresas de reciclaje de baterías, que están viendo cómo al disponer de eléctricos usados más baratos, como el Nissan Leaf, se dispara la rentabilidad del negocio de buscar una segunda vida para sus baterías.