Qué maravilloso efecto. Esas carreras nocturnas de resistencia, en las que los frenos de los prototipos se ponen al rojo vivo, a más de 1.000 grados de temperatura. Los discos de freno tienen una labor capital en la conducción, y son uno de los elementos de seguridad más importantes de nuestro coche. Mediante la fricción de las pastillas de freno con el disco, logran detener más de una tonelada de vehículo en apenas segundos. Un par de finlandeses se ha preguntado qué ocurre cuando llevamos un disco de freno a su absoluto límite.
Estos dos finlandeses son los genios tras Hydraulic Press Channel, un apasionante canal de YouTube en el que una prensa hidráulica termina con la existencia de todo tipo de objetos. Un canal que comenzó como un simple chiste, y hoy cuenta con millones de suscriptores. En su canal secundario, llamado Beyond the Press – «más allá de la prensa» – han decidido experimentar con la destrucción de un disco de freno. Han adquirido un viejo Ford Fiesta del año 90, al que están haciendo sufrir todo tipo de «perrerías». Esta nos enseña una interesante lección.
En primer lugar, es necesario aclarar que el Ford Fiesta es un coche de diferencial abierto. Esto quiere decir, que con una rueda bloqueada, toda la potencia pasará a la otra rueda. La mayor parte de coches comunes emplean diferenciales abiertos. Para destruir su disco de freno deben romper su resistencia a la fatiga, frenando al mismo tiempo que aceleran a fondo el motor del coche. Los frenos tienen potencia suficiente para calar el motor, por lo que no pueden aplicar la potencia completa de frenado pisando a fondo el pedal central.
En su primera intentona, lo único que logran es hacer un espectacular burnout con la rueda que aún estaba apoyada en el suelo. El suelo nevado no ofrecía resistencia suficiente. Tras bloquearla con una herramienta metálica, pudieron comenzar la destrucción del disco de freno delantero derecho. El disco se pone al rojo vivo y comienza a expulsar chispas, incluso llamas. Cuando su temperatura llega a los 1.100 grados centígrados, el disco se parte en dos, destrozando las pastillas de freno, e incluso la pinza de freno.
Todo fue grabado a cámara lenta, a 1.800 imágenes por segundo. La destrucción del freno es incluso bella, hipnótica. Mediante una cámara térmica se puede comprobar de forma empírica las altísimas temperaturas a las que el disco de freno se calienta, segundos antes de su completa destrucción. Tal y como hemos comprobado, la presión de la pinza y las pastillas de freno – sin la correcta refrigeración del disco – es mayor que la resistencia física del disco, que termina por sucumbir a temperaturas infernales.
Una divertida lección de física.
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