La idea del radar fijo situado en la recta de una autovía o una autopista, que aún sigue presente para muchos conductores, no ha contribuido al objetivo de transmitir al conductor la importancia de respetar los límites de velocidad. De ahí que de un tiempo a esta parte la Dirección General de Tráfico se haya propuesto una revisión de su estrategia de radares más coherente que, sobre todo, busque la efectividad en el uso de los cinemómetros. Y apelando a la máxima de quien avisa no es traidor, la DGT va perfilando una nueva estrategia de radares en la que el radar fijo en la recta pierde peso, y lo ganan los cinemómetros, fijos, móviles, y de tramo, en carreteras convencionales y travesías.
La DGT revisa su estrategia de radares
Como os decíamos, la DGT ha abogado por intensificar la vigilancia de los excesos de velocidad aumentando la presencia de radares en carreteras convencionales y travesías. En su última campaña de control de los excesos de velocidad, la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil estableció 2.544 controles, en los que se vigiló a 550.267 vehículos y se incoaron 28.969 sanciones por exceso de velocidad.
El 61% de las infracciones detectadas por los controles de la DGT se produjeron en carreteras convencionales y travesías. Y lo que es más importante, la relación de vehículos detectados excediendo los límites de velocidad, en proporción a los vehículos controlados, fue superior en las carreteras convencionales (5,8%), que en las vías de alta capacidad (4,5%).
Dónde y cómo se instalarán los radares de la DGT
En cualquier caso, la estrategia de la Dirección General de Tráfico de intensificar la vigilancia en carreteras convencionales y travesías es solo una parte de un plan de vigilancia de los excesos de velocidad que viene perfilándose desde hace año en las siguientes líneas:
– Más radares en carreteras convencionales, pero sobre todo en travesías. Si las carreteras convencionales son, por su naturaleza, el lugar en el que un conductor asume un mayor riesgo al exceder los límites de velocidad, las travesías son, sin lugar a dudas, otro de los espacios en los que Tráfico ha decidido intensificar sus controles. Y es que por su proximidad con los núcleos urbanos y el volumen de tráfico soportado, las travesías son otro de los puntos que requieren de una mayor vigilancia si de lo que se trata es de mejorar las cifras de siniestralidad.
– Un abanico de radares mayor. Lejos quedan aquellos tiempos en los que los únicos tipos de radar existentes pasaban por poco más que el radar fijo y el radar móvil en un vehículo camuflado. La DGT dispone ahora de un gran abanico de opciones, que incluyen los radares de tramo, radares móviles más sofisticados que se instalan en vehículos camuflados – estáticos y en movimiento – trípodes e incluso adheridos al guardarraíl, helicópteros Pegasus y técnicas, como los radares en cascada, que implican colocar varios radares seguidos – fijos y móviles – en un mismo tramo.
– Más radares de tramo. Desde hace unos años la DGT también viene abogando por el uso cada vez más extendido de los radares de tramo. El hecho de poder controlar un tramo más extenso y la velocidad media de los conductores en ese recorrido facilita el control de los excesos de velocidad en puntos negros y zonas que lleven asociada una mayor peligrosidad, como una carretera de curvas, o una zona de túneles y viaductos.
La DGT también lucha con la evasión de los radares
Aunque la DGT se ha opuesto al uso de herramientas colaborativas en las que se puede advertir a otros conductores la presencia de un radar, de un control de velocidad, no parece que en estos momentos vaya a atajarse el uso de este tipo de aplicaciones, perfectamente legales, como lo son también aquellos sistemas que, basados en un sistema GPS y la base de datos pública de radares fijos de la DGT, nos avisan de la presencia de un radar.
Por contra, la DGT sí que se ha propuesto acabar con todos los resquicios legales en el uso de sistemas de detección de radar. Y de hecho, con la reforma que se introduce este año (aún pendiente de hacerse efectiva), la DGT sancionará con 200€ de multa y la pérdida de 3 puntos del carné la mera presencia de un detector de radares en un coche, a diferencia de lo que sucede hasta ahora, que solo es sancionable expresamente su utilización.
Los inhibidores de radar, por su parte, que son capaces de dificultar el funcionamiento de un radar para evitar las sanciones, suponen multas de hasta 6.000€ y la retirada de 6 puntos del carné para aquellos conductores que se arriesguen a utilizarlos y hasta 30.000€ de multa para los talleres que sigan instalando este tipo de dispositivos.
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