Desde hace tiempo son muchos los que han afirmado que el diésel estaba muerto. Pero, a pesar de todo, el diésel sigue vivo. En cualquier caso, si tuviéramos que definir su situación de alguna forma, diríamos que está un poco más muerto que hace un año para estas fechas. Si el escándalo de Volkswagen comenzó su declive, 2018 ha marcado un nuevo punto de inflexión, en el que pronunciamientos políticos, restricciones al tráfico y, en el fondo, la incertidumbre que sopesa el comprador, han conseguido que en 2018 su situación sea más aún más complicada. Y hoy por hoy nadie estaría en disposición de pronosticar que el diésel vaya a recuperar su posición en un mercado en el que precisamente se espera todo lo contrario, que siga desplomándose en los próximos años.
Cavando la tumba del diésel
La incertidumbre, sin duda, es uno de los mayores problemas que ha de afrontar el diésel. Este año hemos visto declaraciones políticas que, literalmente, daban por muerto al diésel. Es lógico que este tipo de pronunciamientos, además de generar infinidad de dudas entre los clientes, logren disuadir a estos de adquirir un diésel y obliguen a que el comprador busque alternativas. Los más beneficiados este año, sin duda, sus alternativas de gasolina. Aunque también ha existido un repunte en vehículos bifuel, a gas y gasolina, e híbridos.
Pero tampoco sería riguroso culpar a un único hecho del declive que están viviendo las ventas de los diésel en España. De hecho, la caída de las ventas de diésel es un fenómeno global, que se está repitiendo en toda la Unión Europea, y especialmente en los países de nuestro entorno, a pesar de que sus ventas estuvieron tradicionalmente dominadas por coches con motores de gasóleo.
El desplome de las ventas de diésel
En noviembre, las ventas de diésel alcanzaron un nuevo mínimo histórico. En noviembre el diésel representó una cuota inferior a uno de cada tres coches nuevos. Entre enero y noviembre la cuota del diésel se situó en el 33,8%, que será aproximadamente la misma que veamos al cierre del año, frente a la cuota del 48,3% que tenía en 2017. Ver matriculaciones de diésel en noviembre.
Según algunos analistas, las ventas de diésel seguirán cayendo el año que viene, en un mercado que tiene visos de estancarse en 2019. Según MSI, a la caída del 19,2% de 2018, se sumará una nueva caída interanual del 7% en 2019. En cualquier caso, y de nuevo por la incertidumbre, cualquier acontecimiento podría hacer que esa caída sea incluso más acusada. Ver artículo: el diésel podría no haber tocado fondo.
El desplome de las ventas de diésel ya está teniendo consecuencias. Los fabricantes han tenido que reajustar su producción de coches y motores y, en un momento en que Europa, y también España, habla de reducción de emisiones de CO2 estas, lejos de disminuir, están aumentando en la media de la flota de coches nuevos precisamente por la pérdida de cuota del diésel. Ver artículo: la crisis del diésel, irónicamente, dispara las emisiones de los coches nuevos en España.
Ya no solo hemos de pensar en la muerte del diésel, sino también en la muerte del motor de combustión interna y la transición hacia el coche eléctrico.
La muerte del diésel y del motor de combustión interna
Insistimos en que esta tendencia no es exclusiva de España. Las ventas de diésel están desplomándose en toda Europa. Las restricciones que muchos auguran se impondrán en algunas grandes ciudades, son efectivas para disuadir al cliente de adquirir un diésel, a pesar de que los vehículos más afectados por estas no serán los diésel modernos, sino los más antiguos. En muchos casos esta cuestión es un problema de presente, y no de futuro. Cada vez son más las ciudades alemanas que han impuesto restricciones al tráfico – insistimos, generalmente a los diésel más antiguos – y en muchos casos por mandato judicial.
Aún así, el diésel sigue vivo. A pesar de que algunas marcas ya están dando el paso, anunciando el fin de sus diésel, o al menos que reducirán drásticamente la oferta de motores diésel, todo apunta a que el gasóleo seguirá jugando un papel fundamental en el mercado europeo en los próximos años. Pero sus cifras jamás llegarán a ser las de los últimos años.
De hecho, habría que empezar a valorar si la muerte del diésel, y a diferencia de lo que muchos vaticinaron, no llegará hasta que se produzca la muerte del motor de combustión interna en toda su extensión. Solo basta recordar dos noticias. La Unión Europea impondrá una reducción de CO2 en 2030 que, necesariamente, implica que la cuota de coches eléctricos e híbridos enchufables ha de aumentar significativamente. En España, pero también en Europa, se está hablando ya de cesar las ventas de diésel y gasolina en 2040.