Alemania parece haberle declarado la guerra a los coches diésel más antiguos. Sabemos que ciertos tramos de algunas ciudades alemanas vetan la entrada a los diésel anteriores a la normativa Euro V, y que algunas ciudades se están planteando prohibir al completo el acceso a los diésel a sus centros. Medidas polémicas y de eficacia dudosa, pero que han alimentado un rechazo a una tecnología que hace apenas dos años era considerada el emblema tecnológico de «instituciones» como el Grupo Volkswagen. El pasado jueves, un juez alemán fue un paso más allá, abriendo la puerta a prohibir el diésel en las Autobahn.
Tras un dictamen judicial que ha prohibido la circulación de los coches diésel más antiguos en Bonn y Bremen, otro juzgado ha sentenciado a los diésel más contaminantes en un tramo de Autobhan. Concretamente una sección de la A40, de alto volumen de tráfico, una Autobahn que atraviesa la contaminada cuenca minera del Ruhr – en la que existen enormes minas de carbón al aire libre – y la ciudad de Essen. Estas restricciones a la circulación afectarían al tramo cercano a Essen, y entrarían en vigor a partir del 1 de julio de 2019. ¿Por qué estoy hablando en condicional?
Porque la región autónoma de Renania del Norte-Westfalia ha decidido recurrir la decisión judicial, con el objetivo de revertirla. Varias decisiones judiciales confirieron a las ciudades alemanas el derecho de establecer restricciones al tráfico de vehículos contaminantes, sin que el gobierno central pueda mediar en ellas. Aunque el objetivo último de los jueces es mejorar la calidad del aire, restringir la circulación en tramos de autopistas que atraviesan todo el país es una medida un tanto arriesgada. Porque las provincias y el gobierno central lucharán contra ellas con uñas y dientes.
Miles de millones de euros han sido invertidos en la tecnología diésel por parte de los grandes fabricantes alemanes de coches, y este tipo de medidas ponen en riesgo estas inversiones – si no se venden suficientes coches diésel, se generarán pérdidas millonarias en la industria. De hecho, Berlín está tratando de elevar el límite de contaminación atmosférica a partir del que se inician restricciones a la circulación, desde los 40 mg/metro cúbico actuales hasta 50 mg/metro cúbico. Todo apunta a una escalada de conflictividad entre administraciones, cuyo resultado nos afectará a todos.
Nos guste o no, aquí aplica el refrán aquél de «cuando veas las barbas de tu vecino pelar, pon las tuyas a remojar». Pese a las grandes diferencias entre países como Alemania y España, decisiones de gran calado como estas abren la puerta a que otros estados las comiencen a aplicar y adaptar a sus normativas nacionales.
Fuente: DW
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