Estos días leíamos un informe que proponía una idea un tanto sorprendente, la de motores diésel que funcionasen como filtros de partículas para limpiar el aire de las ciudades. El informe, de CMT Motores Térmicos de la Universitat Politècnica de València, y publicado por la Asociación Española de Profesionales de Automoción, pretende hacer una defensa de los motores de combustión interna y, según menciona, a la «imposibilidad de su remplazo como planta motriz en la mayoría de los vehículos en las próximas décadas». Y más allá del titular que ha trascendido en algunos medios, incluido el nuestro, es un buen reflejo de la polarización que se está viviendo al respecto de la transición energética, desde muchos ámbitos políticos, profesionales, y docentes.
Como decíamos, una lectura crítica del artículo nos puede llevar a entender el complejo proceso que ha afrontar la industria del automóvil, el sector energético, la movilidad, y las sociedades avanzadas en todo su conjunto. Es importante reconocer la evolución que han vivido los motores de combustión interna en los últimos años, si bien es cierto gracias a la incorporación de sistemas relativamente complejos, y caros, como los filtros de partículas que salen a colación en este artículo, o sistemas de reducción catalítica selectiva, como los basados en AdBlue.
También es importante recordar que sin renovables y sin energía nuclear no habrá movilidad eléctrica completamente libre de emisiones de CO2 o la importancia de tener en consideración todas las emisiones que se generan desde el pozo a la rueda. Ver informe completo de ASEPA.
Los diésel como filtros de partículas para limpiar el aire
La idea más llamativa, sin duda, es la que propone «que un motor diésel Euro 6d Temp moderno puede limpiar el aire de partículas y smog en países muy contaminados, o durante episodios graves de contaminación, como las situaciones referidas en China». Esta idea propone que los filtros de partículas modernos son tan efectivos que «reducen el nivel de partículas PM10 por debajo del valor medio atmosférico» destacando que «esto es algo que, definitivamente, los motores eléctricos con baterías no pueden hacer».
Obviamente esta afirmación es más una exageración que una propuesta seria para solucionar el problema, algo que no ayuda a entender lo beneficioso que ha sido para el aire de nuestras ciudades que los millones de diésel que se han vendido en los últimos años contasen con filtros de partículas. Primero, porque se está hablando de casos tan extremos como los de China, donde la contaminación está causando estragos en muchas ciudades, y Polonia, donde el carbón es la principal fuente de la electricidad que se genera en el país y que llega a los hogares y la industria polaca.
Segundo, porque estamos olvidando que los combustibles fósiles, ya sean los generados por el transporte terrestre, la industria, o los hogares, son los principales responsables de las altas concentraciones de partículas que estos diésel modernos deberían «limpiar». Tercero, porque nos estamos olvidando de otros productos de la combustión del diésel que también nos preocupan, ya sea el CO2, por su contribución al calentamiento global, o los NOx que son el verdadero problema de nuestras ciudades, y que los diésel anteriores a la estandarización del AdBlue emitían en concentraciones muy superiores a los diésel modernos.
En lo que sí debería insistirse es en que la implantación del coche eléctrico no va a producirse de la noche a la mañana y que esta no ha lugar sin una verdadera transición energética. Por lo tanto, ni se puede matar al motor de combustión interna, ni se puede planificar el futuro de la movilidad y la transición energética de un país sin pensar en el coche eléctrico, ya sea de baterías, o hidrógeno. Cualquier Gobierno que ignore estas cuestiones sería tremendamente irresponsable, aún más en un país en el que la industria del automóvil juega un papel tan importante en su economía.
Exagerar, reducir al absurdo, o proponer soluciones infalibles y sin contrapartidas no ayuda al proceso que nos ocupa. Nos desvía de entender cómo han mejorado los motores de combustión interna, las normativas de emisiones, y los protocolos de homologación, en estos años, y de entender el potencial del coche eléctrico y de las razones por las que, sin duda, es el futuro. Un futuro que tal vez no veamos mañana, ni pasado mañana.
Ver informe completo de ASEPA.
Más artículos sobre el debate entre diésel y eléctricos
– Así intenta colarnos que el diésel no es tan contaminante
– Los diésel no contaminan menos que los eléctricos
– El futuro del diésel y el coche eléctrico en campaña electoral