El coche que tenéis en vuestras pantallas es el APAL-21541, un coche cuyo nombre deja pocas dudas a su origen: es tan ruso como el Kremlin o el vodka blanco. Apodado «Stalker» por el propio fabricante, es un proyecto que vuelve a las calles casi dos décadas después de su incepción original. El coche está construido en Tolyatti, una ciudad del oblast de Samara que es a su vez la sede de AvtoVAZ, el mayor fabricante ruso de coches. Tras años y años de retrasos, causados principalmente por causas económicas, el Stalker llega a las calles. Y es el Suzuki Jimny ruso del que Europa también debería disfrutar.
El coche fue desarrollado por APAL a principios de la década pasada. APAL es un proveedor de plásticos para la industria del automóvil, y diseñó el 21541 como alternativa de bajo coste al Lada 4×4 – el mítico Lada Niva de origen soviético. Originalmente usaba componentes de las berlinas Lada en su construcción, y en dicha forma se vendió como APAL-2154 hasta el año 2006. El relanzado APAL-21541 está construido en torno a un nuevo chasis tubular ligero, empleando partes del chasis y grupo motopropulsor del Lada Niva. La peculiaridad es que su carrocería está íntegramente construida en plástico.
Su diseño es simple a más no poder, y bien podría haber sido pergeñado en los años ochenta del siglo pasado. Es un diseño sin margen para las florituras, sin adornos y sin atisbos de modernidad – y contra todo pronóstico, en un todoterreno puro esto es prácticamente una garantía de éxito. Tiene cuatro plazas y mide apenas 3,55 metros de longitud – dimensiones muy similares a las de un Suzuki Jimny – y cuenta con un habitáculo construido a base de plásticos duros y baratos. Un odómetro digital es la única concesión a la modernidad. No tiene airbags o siquiera equipo de sonido en sus versiones básicas.
Sus entrañas son las mismas de un Lada 4×4, es decir, tan anacrónicas como su habitáculo o su diseño. Su motor es un propulsor atmosférico de gasolina, un 1,7 litros de 81 CV de potencia e inyección electrónica – al menos cumple la normativa anticontaminación Euro 5. Este motor manda la potencia al tren trasero, pero cuenta con un sistema 4×4 conectable, con su correspondiente reductora. Gracias a su eje rígido trasero y su sencilla suspensión delantera, tiene una enorme articulación. Si a ello se sumamos un peso en orden de marcha de solo 1.170 kilos, tenemos ante nosotros una receta ideal para la práctica del todoterreno de verdad.
Por supuesto que un Suzuki Jimny será superior, además de mucho más moderno, pero que un coche como el Stalker exista hoy día llena de esperanza los corazones de los amantes del 4×4 con raíces soviéticas.