El turismo interno español nació y se desarrolló gracias, en parte, al avance de la industria del automóvil. Con el desarrollismo de Franco y aquello que los ciudadanos conocerían como vacaciones retribuidas, los españoles se motorizaron, productos como el Seat 600 se convirtieron en la imagen de nuestras carreteras y cada verano comenzaban las peregrinaciones hacia la costa, lo que coloquialmente conocemos como el veraneo. Mucho ha cambiado España desde entonces, pero nuestros hábitos no lo han hecho tanto. Nos ponemos de acuerdo para viajar todos a la vez, coincidiendo con fines de semana, con el primer y el último día del mes. Hacemos cientos de kilómetros y paramos, a veces, a repostar, pero sobre todo a descansar o tomar un tentempié. El desarrollo de las autovías y las autopistas acabó con miles de bares de carretera, o como mínimo transformó su actividad, y propició la conformación de una red de áreas de servicio completas, con su gasolinera, con tiendas en ocasiones enormes, con su menú del día, e incluso adaptadas a un cliente tan concreto como el que cada año viaja desde el centro de Europa al norte de África. No parece que en los próximos años nuestras carreteras vayan a cambiar demasiado, como lo hicieran con el desarrollo de autovías y autopistas, pero el cambio que se espera de nuestros automóviles, y nuestros hábitos, será colosal. Y es por eso que se avecina una nueva e importante disrupción para las áreas de servicio y los bares de carretera.
Bloomberg trataba este tema hace unas semanas, desde el punto de vista particular de las infraestructuras, aún sujetas a un fuerte proteccionismo, y los hábitos – cuando en España hablamos de cientos de kilómetros, en su caso habría que hablar de miles de kilómetros – de Estados Unidos.
Pero aún teniendo en cuenta las particularidades de Estados Unidos, las reflexiones que nos deja este artículo y su visión del aspecto que tendrán sus carreteras en el futuro, son perfectamente aplicables a lo que nos encontraremos en España y en Europa.
A día de hoy parece que cualquier sitio es propicio para situar un bar de carretera o un área de servicio. Es cierto que su localización puede influir mucho en su éxito. No parece lógico instalar dos áreas de servicio enormes en el mismo kilómetro y sí lo parece escoger un punto caliente, como un nudo en el que se unen dos o tres carreteras de alta densidad. Pero la influencia de la localización en un futuro próximo puede ser crucial y la que de verdad marque la diferencia.
Actualmente paramos en función de factores que hasta cierto punto pueden ser predecibles, aunque no tanto como lo serán próximamente. Factores como saber que cada dos o tres horas es importante para a descansar, estirar las piernas, o comer algo. Ahora pensemos en una flota de millones de coches eléctricos, con autonomías comprendidas entre los 400 y los 500 kilómetros, que muy probablemente pararán masivamente en áreas específicas para recargar sus baterías. Pensemos también en tiempos muy similares de carga, que vendrán definidos por la potencia de la infraestructura, y el software del vehículo.
En ese futuro que dibujamos será muy predecible el lugar en el que pararán los conductores para «repostar» sus coches eléctricos. Y esa información ya está influyendo, aunque no lo supieras, en el desarrollo de las áreas de servicio del futuro. Y el mejor ejemplo lo tenemos en el emplazamiento estratégico escogido por Tesla para su red Supercharger en España, que ya cuenta con 15 Supercargadores, y sigue creciendo.
Es por eso que cabría imaginar que la red de áreas de servicio no solo sufrirá cambios importantes en su aspecto. Veremos, por ejemplo, como aumenta su tamaño, y como los surtidores quedan relegados a una esquina de todo el espacio disponible, y la extensión se dedica a extensas áreas de aparcamiento con puntos de recarga rápida y centros que prestarán servicios a clientes que estarán entre media hora y una hora, esperando a que las baterías de su coche se carguen. Cabría pensar, por lo tanto, que la proliferación de tiendas y grandes restaurantes será incluso mayor a la actual. E incluso también habrá cambios importantes en la concentración de áreas de servicio, en zonas que tras un concienzudo estudio de las ciudades entre las que se produce un tránsito mayor de vehículos, y en función de las autonomías medias de los coches que por entre ellas se desplacen, nos permitirá predecir en que zonas está garantizado el éxito de un área de servicio.
Conor Sen, periodista de Bloomberg, imagina el fin del típico Road Trip americano. Pero nos da la sensación de que esa transformación, de que esa disrupción, también estará presente en nuestras carreteras.
Pero si esta depende del desarrollo del coche eléctrico y si este, tal y como se está demostrando en los últimos años, se produce de forma progresiva, por suerte para todos los implicados, no será un cambio que se produzca de la noche a la mañana.