La llegada de un nuevo «accesorio» diseñado para, en principio, mejorar la seguridad de los conductores en la carretera no ha estado exenta de polémica. Estamos hablando de la señal luminosa V-16, esa suerte de baliza parpadeante que dentro de poco tiempo tendremos que utilizar en sustitución de los triángulos de emergencia en caso de tener cualquier problema en carretera. Sin embargo, parece que su utilización no va a ser tan sencilla como preveíamos.
Los triángulos de emergencia llevan con nosotros más de 20 años: pequeños elementos plegables que todos los conductores portamos en nuestros vehículos y que, gracias a su superficie reflectante, permiten alertar al resto de usuarios de la carretera de que hemos sufrido un percance que nos ha obligado a detener nuestro vehículo en una zona de circulación. Su utilización era obligatoria en toda clase de situaciones hasta hace unos meses, pero esto ha comenzado ya a cambiar.
Ha cambiado, y lo ha hecho radicalmente: desde el pasado mes de julio ya no es necesario salir del coche para colocar los triángulos en caso de que nos detengamos en una vía rápida (autovía o autopista), una medida adoptada para intentar limitar en la medida de lo posible el número de víctimas mortales que cada año se producen en carretera a consecuencia de atropellos durante la colocación de estos elementos de aviso. Según datos de la propia DGT, en los últimos 3 años 49 personas han perdido la vida en estas circunstancias.
Este es uno de los principales motivos por el que la DGT ha impulsado la creación de un sustituto como la baliza V-16 que permite señalizar la presencia de un vehículo sin necesidad de que para ello se tengan que bajar los ocupantes del vehículo en cuestión, una baliza que, además, estará geoposicionada y conectada con la Dirección General de Tráfico para una mayor rapidez en los servicios de asistencia. Estas balizas V-16 serán obligatorias a partir del 1 de enero de 2026, y aunque ya existen alternativas en el mercado, lo cierto es que no están exentas de problemas.
Las V-16 no servirán de nada fuera de nuestras fronteras
De hecho, cabe recordar la reflexión que hace unas semanas publicó mi compañero Javi Montoro, en el que se ponen de relevancia varios inconvenientes de un elemento que sin duda es perfectamente mejorable. Ahora conocemos que, además, su utilización no va a ser tan fácil y despreocupada como podrían serlo los triángulos, de manera que cientos de miles de conductores van a tener que conservar sus triángulos de emergencia de manera permanente, ya que las balizas V-16 no van a poder utilizarse fuera de nuestras fronteras.
Sí, los miles y miles de conductores que cada año viajan fuera de España con su coche van a tener que seguir utilizando los triángulos de emergencia, incluso cuando éstos ya no se puedan usar en nuestro país, ya que fuera de nuestro territorio la baliza V-16 no está reconocida ni homologada, o lo que es lo mismo, no va a servir de absolutamente nada. Esta contrariedad plantea un serio problema de seguridad, especialmente entre los conductores más jóvenes que no hayan tenido que enfrentarse nunca a una emergencia en nuestro país usando los triángulos y, desgraciadamente tengan que hacerlo fuera de España.
Cabe también una segunda reflexión sobre la actuación de los diferentes organismos encargados de velar por nuestra seguridad en las carreteras ya no sólo en España, sino también en otros países de nuestro entorno. Si bien sí son capaces de ponerse de acuerdo para sacar adelante normativas con las que restringir la venta de vehículos nuevos equipados con motores térmicos y, por supuesto, de crear un sistema de notificaciones que permita que una infracción de tráfico cometida a 3000 km de nuestro domicilio pueda llegar a nuestra casa en cuestión de días, parece que estos mismos organismos no son capaces de sacar adelante un método de señalización de situaciones de emergencia común, que permita reaccionar al conductor de manera rápida y sobre todo, segura. ¿Dónde está el verdadero problema de todo esto?