En esta ocasión, a Porsche no le ha servido de nada su notoriedad sobre la industria automovilística para conseguir su último propósito: registrar como marca el sonido sintético (virtual) que acompañará al funcionamiento de los motores de sus futuros vehículos eléctricos. Y es que, pese a haber llegado a compararlo con el ruido que producen los sables láser en las películas de Star Wars o con la sinfonía nº 5 de Ludwig van Beethoven, la Unión Europea no cree que sea algo lo suficientemente diferencial como para poder aceptarlo en su Oficina de la Propiedad Intelectual (EUIPO).
El fabricante alemán ha visto como el organismo geopolítico rechazaba su propuesta y denegaba una solicitud de patente en la que se habían depositado muchas esperanzas desde Stuttgart. Según la UE, el sonido que se pretendía “blindar” legalmente no es tan distinto del que generan los altavoces exteriores de otros BEV ya existentes y a la venta en el Viejo Continente, motivo por que el que no puede considerar que ese conjunto de frecuencias, amplitudes, formas y duraciones de onda sea algo susceptible de pertenecer o poderse atribuir a una empresa concreta como Porsche. Ahora, la firma puede tomar la decisión de seguir adelante con el riesgo de ser copiada o adentrarse en un nuevo desarrollo acústico con otros tonos, timbres y dinámicas.
¿Un castigo por impulsar los combustibles sintéticos como alternativa?
Se ha especulado con la posibilidad de que la administración de la EUIPO pueda haber perjudicado u obstaculizado intencionadamente a Porsche en este sentido por haber sido la empresa que más luz ha arrojado sobre el futuro de los propulsores de combustión alimentados mediante carburante sintético y neutro en emisiones. Al fin y al cabo, esto es algo que ha llevado a la UE a dar marcha atrás y a acordar una exención improvisada para esta clase de gasolinas a partir de 2035, pues se ha justificado holgadamente su alcance ecológico y sostenible, pero ha derrumbado sus planes totalmente eléctricos, apoyados por distintos grupos de presión. BMW, por ejemplo, no tuvo problemas en estos términos.
Sin embargo, al margen de teorías conspirativas difícilmente demostrables y con poco fundamento, pues Porsche también está cediendo a la transición energética que ha impuesto la UE proyectando y construyendo coches eléctricos más allá del Taycan, el “NO” de Europa a la marca germana supone un duro golpe a su afán de diferenciación y posicionamiento en la mente del consumidor con el sentido auditivo como vía. De nada ha servido argumentar que se trata, prácticamente, de un efecto de laboratorio, una melodía o incluso una pieza musical. ¿Cómo harán frente a esta situación sin tener que renunciar a los réditos de lo que puede haber sido una inversión millonaria? ¿Apelarán la decisión? ¿Lograrán destacar con la “identidad única” a la que aspiran? Estaremos atentos.
