La Unión Europea ha firmado la sentencia de muerte para los coches diésel y gasolina, cuyas ventas quedarán prohibidas en 2035. Si bien es cierto deja un pequeño resquicio para la combustión interna, de la mano de los combustibles neutrales.
Si las ventas de diésel y gasolina quedan prohibidas en Europa, los fabricantes perderán su interés en producir coches con motor de combustión interna en el territorio comunitario. Por si no fuera poco, muchos fabricantes también están acelerando sus objetivos de electrificación y dejarán de vender, y previsiblemente de producir, coches con motor de combustión interna en la Unión Europea antes de 2035.
Thierry Breton, Comisario Europeo de Mercado Interior y Servicios, advierte y anima «a los fabricantes a seguir produciendo automóviles de combustión interna, generar empleos de calidad y seguir siendo una fuerza exportadora».
Diésel y gasolina están sentenciados y también miles de puestos de trabajo
La Unión Europea muestra su preocupación al respecto de que los fabricantes europeos dejen de producir coches con motor de combustión interna, lo cual sería una consecuencia directa de la pérdida del mercado interno, por el cese de las ventas de todo aquello que no sea un vehículo eléctrico. Y si bien es cierto Europa está abogando por sustituir las ventas de coches diésel y gasolina, y también híbridos e híbridos enchufables, por eléctricos, algunas voces apuntan a la necesidad de seguir produciendo coches con motor de combustión interna para su exportación.
En una entrevista al medio francés Les Echos, Breton animaba a los fabricantes a seguir produciendo combustión interna a pesar de respetar «que algunos estén decidiendo adelantar el objetivo de disponer de un catálogo 100% eléctrico».
El Comisario Europeo apuntaba también que la transición al vehículo eléctrico puede costarle a la industria del automóvil, que emplea alrededor de 13 millones de personas, la pérdida de hasta 600.000 puestos de trabajo.
La cláusula de 2026
La Unión Europea se ha reservado, en cualquier caso, una carta. La última revisión del Paquete Fit for 55 ha previsto una cláusula sobre la regulación de 2019 en la que se establece que en 2026 no solo se revisará el progreso, en los objetivos de descarbonización, que se han producido en estos años, sino que también analizará las consecuencias que está teniendo la transición al eléctrico «teniendo en cuenta los desarrollos tecnológicos [….] y la importancia de una transición hacia las cero emisiones que sea económicamente viable y socialmente justa».
Esta cláusula permitiría, entre otras cosas, revisar los objetivos propuestos y sustituirlos por una normativa más laxa, hasta el punto de que las ventas de diésel y gasolina pueden mantenerse más allá de 2035, pero también endurecer los objetivos si se observa que la transición está avanzando adecuadamente.