Haberlo apostado todo al coche eléctrico antes de la cuenta, antes de que el momento apropiado haya llegado, y además haberlo hecho con productos de precio alto y prestaciones comedidas, está teniendo graves consecuencias para una de las fábricas con más solera de toda Europa en la producción de automóviles. La planta de Mirafiori, sita en las inmediaciones de la ciudad italiana de Milán y propiedad de Fiat, en la actualidad alterna cortes en su producción con breves aperturas para satisfacer una demanda prácticamente testimonial.
La situación contrasta de manera mayúscula con los que fueron los mejores años para esta factoría italiana, que llegó a tener en activo más de 60.00o trabajadores y producir más de un millón de turismos de manera anual, tal y como apunta Automotive News Europe. A día de hoy su mano de obra apenas la protagonizan 2.800 trabajadores, y la producción anual no está prevista que supere las 20.000 unidades antes de final de año, según la FIOM-CGIL (el sindicato italiano de trabajadores metalúrgicos), cuando la previsión del fabricante era de 100.000 coches este 2024.
Actualmente este emplazamiento tiene asignada la producción de tres modelos de Stellantis: uno, el que mayor volumen de producción debería estar protagonizando y que tiene en mayor medida a la planta en jaque, es 100 % eléctrico: el Fiat 500. Es un turismo del segmento A que actualmente parte desde 27.000 euros ofreciendo a cambio sólo 190 kilómetros de autonomía homologada. La versión que mayor rango ofrece tiene 332 kilómetros homologados y cuesta casi 31.000 euros. Por este mismo precio actualmente se pueden comprar diversos modelos de procedencia china que superan significativamente en todo al pequeño italiano: desde potencia hasta capacidad de carga pasando por autonomía o capacidades dinámicas.
Los otros dos modelos son de Maserati, los Quattroporte y Ghibli, cuya situación comercial es de sobra conocida: no es rentable para Stellantis por su bajo volumen comercial: sólo en este 2024 su volumen ha caído en más de un 50 % con respecto al ejercicio precedente. Hasta principios de este año también se producía en esta fábrica el SUV de gran tamaño de la marca, el Maserati Levante, que a la vez también se fabrica en una fábrica de Chrysler en Estados Unidos, pero finalmente se decidió localizar en un único emplazamiento su producción, dejando la planta americana como la elegida por la mayor demanda del mercado americano.
Mirafiori, a la espera de un coche híbrido que la salvará
Estos días, precisamente, la planta se encuentra afrontando uno de los períodos de cierre a los que ya habitualmente se está enfrentando. Este plazo comenzó el pasado 13 de septiembre y aunque en un principio su duración estaba prevista el pasado 11 de octubre, fue finalmente alargada hasta el próximo 1 de noviembre.
Aprovechando estos parones, y con una nueva inversión de 100 millones de euros de por medio, el fabricante europeo está aprovechando para remodelar otra vez la factoría y algunas de sus líneas y con ello poder albergar la producción de un coche que volverá a dar vida a las instalaciones gracias a una mayor demanda, con toda seguridad: la versión híbrida ligera del Fiat 500, que comercialmente será denominada como Fiat 500 Ibrida. Según los planes previamente comunicados por Fiat, esta versión del 500 debería dar comienzo a su producción finales de 2025 para empezar con su comercialización desde los primeros compases de 2026.
Aun con una buena parte del conglomerado con la vista puesta en la situación de esta planta y con Maserati pendiendo de un hilo, el fabricante no se detiene en su objetivo de seguir recortando la producción de coches térmicos para alcanzar la meta establecida en cuanto a emisiones para 2025, ya que según el propio CEO del consorcio, Carlos Tavares, la no consecución de los límites impuestos por la UE implicará, a su juicio , alejarse en la carrera tecnológica que comenzó a raíz de la llegada de fabricantes chinos de eléctricos e híbridos enchufables de tecnología mucho más avanzada.
Aun así está por ver, realmente, cómo se plantean las cosas en Stellantis desde que se producza un relevo en su máximo cargo dentro de su cúpula directiva, puesto que Tavares ya ha confirmado que no renovará su contrato como CEO del consorcio cuando este cumpla a principios de 2026.