Luces y sombras son las que vive la industria del automóvil en el Viejo Continente actualmente debido a la combinación de varios factores que, parece que de manera irremediable, acabarán por desencadenar el cierre de varias plantas que hasta la fecha han tenido una suma importancia en el plano económico, no sólo de su fabricante, sino europeo. De todos los fabricantes que actúan en Europa, el que tiene una situación a medio plazo más complicada es el Grupo Volkswagen debido a la caída en la demanda de sus coches, algo que contrasta de manera muy llamativa con el inicio de la producción de una marca española que lleva fuera de escena décadas: EBRO.
Y es que, la economía europea aún sufre los efectos, los últimos coletazos, de la crisis que originó el COVID-19 en todos los frentes posibles, aunque en realidad su llegada supuso la aceleración de una burbuja inflacionaria cuyo fin hoy todavía no conocemos.
Imágenes del Ebro S700 y EBRO S800
Los fabricantes de turismos, entre cierres temporales de fábricas y paralización de proyectos, supieron dar con una manera, a priori temporal, de seguir ganando lo mismo aunque vendieran menos coches: elevar el precio de venta medio de cada unidad comercializada, compensando con ello la caída en la demanda. También se quiso, a su vez y de manera generalizada, aprovechar este ‘parón’ para implantar de manera más efectiva el coche eléctrico, que de manera inherente ha contado hasta hoy día con un precio muy superior al térmico.
Esto, el aumento de precios, en realidad, fue algo que llegó para quedarse, lo que terminó por elevar el precio de todos y cada uno de los coches que tenemos a la venta en Europa, aunque con alguna excepción como Tesla.
Una vez recuperada la normalidad en la vida de los europeos, una gran parte de la demanda, que se frenó en gran medida por la situación sanitaria, no encontró en la oferta de coches nuevos modelos que cumplieran con sus requisitos tanto en el apartado de las prestaciones como en el del espacio y precios, dando pie a la entrada en juego de muchos fabricantes chinos en escena impulsados, en gran medida, por sus coches eléctricos pero que están acabando de asentarse por la incansable demanda de motores de gasolina e híbridos.
Fueron tantos que se cuentan por decenas, pero uno que ya actuaba de manera previa en Europa, vio un impulsada su demanda gracias a sus competitivos precios: SAIC, que a través de MG ha llegado, incluso, a tener el ZS entre los más vendidos de toda Europa. Ha sido, precisamente, el éxito de MG y la demostración con ello de que hay una gran parte de Europa que está dispuesta a dar de lado a las marcas ‘de toda la vida’ e ignorar la oferta de ocasión, con tal de estrenar un coche que cumpla con sus requisitos, lo que ha dado pie a que esta misma semana Chery haya dado comienzo a la producción de coches en la antigua fábrica de Nissan en Barcelona de la mano de Ebro, mientras que BYD ya se encuentra levantando una fábrica en Polonia para fabricar aquí sus coches y SAIC pretende hacer lo propio durante 2025.
Este movimiento se ha producido en el seno de una situación de tensión entre Europa y China debido a los aranceles impuestos por parte del la UE a los coches eléctricos que, comercializados aquí, vienen siendo producidos en China. Se trata de algo, sin duda, muy llamativo: mientras que Europa impone aranceles a los fabricantes chinos, ha sido precisamente uno de ellos el que con sus medios ha puesto en funcionamiento una planta que se tuvo que abandonar por el rumbo que tomó el mercado europeo.
Por tanto, el comienzo de la producción de EBRO en España (con EV Motors detrás del telón), representa en realidad el inicio de una nueva etapa: la llegada de los fabricantes chinos de automóviles a la industria europea. Es cierto que Chery ya producía parcialmente coches en Italia de la mano de Dr y EVO, tal y como está haciendo en sus comienzos en España, pues su producción tiene lugar a través del método DKD: llegan por componentes ya fabricados de China, para dejar sólo en ensamblado final en Barcelona. Durante 2025 tienen previsto poder realizar soldaduras y llevar a cabo los trabajos de pintura y ensamblado formal (método CKD), lo que conllevará la contratación de más de 1.000 nuevos trabajadores.
Sea como fuere, para acabar, la entrada en juego de nuevos fabricantes y un precio superior al que el grueso de la demanda está dispuesta a desembolsar por sus coches, es lo que ha puesto al Grupo Volkswagen en una comprometida situación: han perdido una demanda equivalente a cuatro fábricas, por lo que tendrán que cerrar al menos tres de ellas, la primera, de Audi.
También Audi, por su lado y para acabar, tiene una clara problemática centrada en la vertiente de producto. Dentro del consorcio, y dado el alto precio per se de sus coches, Audi fue la que más apostó por el eléctrico, llegando incluso a encargarse del desarrollo de una plataforma (la PPE) específicamente diseñada para coches eléctricos de gama media y alta, sirviendo como base también para Porsche o incluso Bentley.