Si has crecido durante los años noventa, posiblemente el Ferrari F355 sea uno de tus coches fetiche. Los recuerdos que formamos en nuestra niñez nos acompañan toda la vida, y aun tengo grabada en la memoria la máquina recreativa «F355 Challenge» de SEGA, que nos permitía «pilotar» un F355, y cambiar de marchas con su cambio de rejilla metálica. Olvida por un momento los dichosos todocaminos, los complicados coches eléctricos, y vuelve al pasado para disfrutar del delicioso sonido V8 de un Ferrari F355 Spider, girando por encima de los 8.000 rpm.
El F355 Spider fue la versión descapotable del deportivo italiano. Su diseño siempre me ha parecido uno de los más bonitos jamás creados por la marca, y el coche en su conjunto está en ese punto dulce de la marca, a caballo entre su pasado visceral analógico, y una modernidad de ultra-altas prestaciones, dominadas por una electrónica de altísimo nivel. El F355, aun siendo un coche mucho más analógico que un Ferrari actual, es lo suficientemente moderno para ser más utilizable a diario, más fiable y menos problemático.
En términos relativos, ya que su brillante motor 3.5 V8 con cigüeñal flat-plane aun exige que cada 50.000 km o 36 meses (!) cambiemos sus correas de distribución. Para ello, hay que «bajar» el motor, una operación cuyo coste puede ser elevado, especialmente en el tipo de talleres que frecuentan los youngtimers de la marca. Sea como fuere, es el precio a pagar por poder disfrutar de los deliciosos 380 CV de este superdeportivo. 380 CV atmosféricos, que solo deberían pasar al asfalto a través de un cambio manual de seis relaciones con rejilla metálica.
Ferrari ya ofrecía un cambio automático F1 en los F355, pero a tenor del vídeo publicado por Tedward, conduciendo en primera persona un precioso Spider, sería una insensatez comprar un F355 con dos pedales. El sonido metálico de la palanca en cada cambio de marchas, el punta-tacón en las reducciones, la forma en la que el motor se estira… es una experiencia prácticamente religiosa. No olvides subir el volumen, usar unos buenos auriculares, y disfrutar de la magia de la combustión interna. Por esto nos gustan los coches.