Lancia se mostraba como punta de lanza en una época en la que innovar parecía más sencillo que ahora, pero no hablaré del rally, si no de la F1. De un coche diseñado sin escrúpulos y que iba a la contra en varios sentidos con respecto a sus competidores. Te presento al Lancia D50, un monoplaza en el que, por primera vez, el motor formaba parte del chasis en lugar de solo anclarse a él.
La empresa pionera
Más allá del rally, Lancia fue una compañía pionera en tecnologías de F1 que no se habían utilizado antes. Tecnologías que a lo largo del tiempo fueron adoptadas por muchos. Con un enfoque de «el dinero no es un problema», Gianni Lancia encargó a un destacado diseñador de automóviles, Vittorio Jano, que construyera un coche de Fórmula 1.
El objetivo era diseñar un coche de carreras compacto, ligero y minuciosamente diseñado para destronar a las flechas de plata. Sí, Mercedes tuvo una época de dominación muchas décadas atrás (aunque no tan larga).
Desgranando la construcción del Lancia D50
El D50 utilizó un bastidor de acero con suspensión delantera de doble horquilla, pero lo más llamativo era el uso del propio motor como un elemento de tensión del chasis. Encima quedaba desplazado 12° con respecto a su eje longitudinal para hacer pasar el eje de transmisión al lado del conductor y colocar el asiento lo más bajo posible. La caja de cambios transaxle se ubicaba tras el piloto
Cuanto más abajo el peso mejor, esa es la sencilla razón de poner el motor «girado», pero ya ves el lío técnico que hay que orquestar para ello. Eso sí, todo suma. E igual de novedoso que esto, era la disposición de los tanques de combustible. Tenía uno ubicado en cada lateral en el espacio que había entre las ruedas. De nuevo, el centro de gravedad baja y encima suman un elemento aerodinámico.
Mientras otros usaban cuatro cilindros en línea, seis cilindros e incluso ocho cilindros en línea, Lancia introdujo un innovador V8 de 90° que tenía cilindros pequeños de altas revoluciones en el espacio de un cuatro cilindros más ancho. Era un 2.5 litros que el propio Jano sugirió usar con carburación. Así rendía 260cv en su primera etapa y 286cv y en la final. Esto era curioso teniendo en cuenta que Mercedes usaba inyección directa derivada de motores de aviación.
Una luz tan brillante que acabó fundida
Alberto Ascari fue el piloto en el que se pusieron todas las esperanzas (fusionadas con la genial máquina que le habían preparado). Se lograron varias pole positions durante sus primeras carreras y si Ascari no hubiera tenido un accidente en el GP de Mónaco 1955, habría tenido todas las papeletas para ganar la primera carrera.
Durante unos test, Ascari chocó con fatal resultado. Los sucesos derivaron a la venta del proyecto a Ferrari. Estos contrataron a Juan Manuel Fangio y modificaron el coche renombrado como Ferrari D50.
De esta manera, el argentino pudo ganar su 4º Campeonato Mundial ganando 5 de 10 carreras en 1956. Rudolf Uhlenhaut, el ingeniero jefe de las flechas plateadas de Mercedes, admitió: «El Lancia D50 era el único coche al que realmente temíamos».