Tras ver la película el pasado fin de semana me encontré con una historia que iba sobre algo más que coches. Trata un pedacito muy complejo de la vida de Enzo Ferrari, interpretado por un excelente Adam Driver.
Pequeña crítica a Ferrari película (sin spoiler)
Michael Mann nos muestra un trozo de la vida de «Il Commendatore». Ferrari está al borde del abismo. Comercializan sus coches de calle para poder correr y ahora, más que nunca, necesitan crecer sus ventas si quieren mantenerse en su pasión de competir. Parte del plan se basa en lograr alcanzar las 400 unidades vendidas al año. Para ello deben ser los mejores y el primer paso es salir victoriosos en la Mille Miglia de 1957.
E igual que para los coches y la empresa, hay cabida para lo personal. La relación de Enzo con su esposa Laura Ferrari, brillantemente interpretada por Penélope Cruz, se ha convertido en un pozo oscuro desde que su hijo Dino ya no está con ellos. Encontramos a unos personajes fragmentados que siguen adelante como pueden, sobrellevando esa y otras desgracias en búsqueda de un rayo de esperanza al final del túnel: Ferrari.
Ferrari 335S
Para poder ver estos coches en la gran pantalla, se crearon réplicas. Esto se debe a la escasez de unidades y a su vertiginoso precio (recordemos la unidad subastada en 2016, cuando Lionel Messi pagó 36 millones de euros por ella).
V12 4.0 litros y 387cv impulsaban este coche hasta los 300km/h. Era la respuesta de Ferrari a Maserati antes de la Mille Miglia que acontece en la película. La empresa Ferrari otorgó gran cantidad de información para recrear las unidades de la cinta que, no solo se parecían a las reales, lograron tener unas aptitudes en pista similares.
Hicieron coches que podían ser llevados por un piloto y, lo más importante, crearon réplicas con un sonido maravilloso. Porque si algo es esencial para mí en una película de coches, es el sonido. Hablando de pilotos, podemos ver un cameo de nuestro querido Marc Gené sobre un 335S amarillo.
Maserati 450S
El “coche del villano” en esta película contaba con un V8 de 4.5 litros y 400cv. Al igual que Ferrari, Maserati necesitaba ganar esta carrera para poder negociar con otros grandes como Fiat. El precipicio perseguía a los vecinos de Módena.
A pesar de contar con buenos pilotos como Jean Behra o Stirling Moss, el coche era difícil. Ganó en las 12 horas de Sebring, pero Behra destrozó su unidad practicando para la Mille Miglia y Moss se estrelló cuando se le rompió el pedal de freno.
Contando con las victorias, Moss describió a este potro salvaje como: “El segundo peor coche que he conducido”.
Peugeot 403
Sí, hay más coches como el Ferrari 801, el Lancia Aurelia GT, l Maserati 250F o el Fiat-Abarth 750 Zagato. Y no nos olvidemos del Alfa Romeo Giulietta Berlina donde el ceño fruncido de Laura Ferrari es conducido a todas partes durante el filme.
El Peugeot 403 es especial porque es el coche personal de Enzo Ferrari. ¿Por qué llevaría una personalidad de tamaña envergadura un coche que ni siquiera es italiano? Esto se debe a su amistad con Battista “Pinin” Farina, cuya empresa lo diseñó.
Este coche es reseñable no solo por su distinción de lo que un Ferrari representaba en aquellos años. También establece el tono de la película cuando vemos cómo Enzo sale de casa y lo empuja cuesta abajo antes de arrancar el motor, por miedo a despertar a su amante o a su hijo al marcharse a trabajar. Conduce la humilde berlina con gusto y habilidad hasta toparse con otro pilar de la cinta: el piloto Alfonso de Portago (interpretado por Gabriel Leone).
Sabemos lo que ocurrió por ser un hecho histórico. ¿Te animas a conocer cómo lo retratan en esta película?