Hay algo que inevitablemente le ha ocurrido a Ferrari durante años. Ser una de las marcas más deseadas del mundo tiene un inconveniente: delincuentes e impostores intentan copiar sus productos. Todo lo que tenga su nombre o sea excesivamente alterado de origen merece ser destruido, pero no todo lo que se destruye se ha creado de manera ilegal. ¡Veámoslo!
Las réplicas «oficiales» de Ferrari
¿Qué ocurre con las réplicas que vemos en películas? Muchas veces se han visto envueltas en polémica, como las creadas para la serie de los 80 Corrupción en Miami. El mismo creador de esta serie utilizó su ya buena relación con los de Maranello para filmar la película Ferrari, que retrata un pedazo en la vida de Enzo Ferrari.
Con el permiso de Ferrari se elaboraron copias lo más realistas posible de aquellos coches de 1957. Los que los vimos y escuchamos en la gran pantalla los sentimos como si fueran de verdad, pero desde un inicio, todos sabían el destino de esas réplicas: Ser destruidas.
La creación de la réplica que salvaguarda la unidad original
Hacer una representación digna de sus fabulosos coches no es moco de pavo. En el caso de la película mencionada, veinte restauradores expertos trabajaron durante cuatro meses para preparar la carrocería de las siete réplicas de coches. Coches que posteriormente se preparan meticulosamente para «una cuidadosa demolición». Solo hay que ver el grado de labor en las imágenes.
Sin embargo, no siempre se imita la marca Ferrari con fines tan loables o artísticos como los de Michael Mann. Otras personas la utilizan ilegalmente o la manipulan para obtener beneficios económicos o simple notoriedad.
«Ferrari es sinónimo de lujo, innovación y carácter italiano», afirma Carlo Daneo (director jurídico de Ferrari). «Y, por desgracia, casi se da por sentado que habrá alguien que intente explotar esos rasgos vinculándose a nosotros sin ningún derecho». Es por ello que Ferrari implementó el año pasado un proyecto en el que animan a la gente a denunciar este tipo de actividades dañinas para la marca. A cambio te mandan su agradecimiento oficial y un regalo misterioso.
¿Qué pasa si alguien ha comprado una imitación sin saberlo? ¿Y si han modificado sustancialmente su Ferrari?
Ya es famosa en el inconsciente colectivo la carta que todo dueño de Ferrari recibe cuando los de Maranello se enteran de que has perturbado la estética y/o corazón de uno de sus coches. Eso me hace pensar en casos como los de Liberty Walk con su Ferrari F40 modificado. La marca alega que quien lo haga debe entender que un coche así nunca será admitido en pruebas oficiales.
En cuanto a los coches falsificados, siempre tratan de acudir a las casas de subsata y compraventa para que retiren el coche ilegal del mercado y proceder a su posterior destrucción, dando como resultado el cubito que antes tenía forma de Ferrari 360 en la foto de portada.
Pero hay ocasiones en que la falsificación ya ha sido comprada y su nuevo dueño se niega a desmantelarlo tras gastarse semejante suma de dinero. En esos casos, el propio Daneo explica: «Nos corresponde aplicar rigurosamente las normas y hacer comprender al comprador las consecuencias jurídicas a las que se enfrenta». Una situación que debe ser bastante amarga, ¿no crees?