Probar un Ferrari es siempre sinónimo de experiencia sensorial, pero en esta ocasión esa idea va mucho más allá. Hoy ponemos a prueba el nuevo Ferrari SF90 Stradale, la criatura que ha sido creada para marcar un antes y un después en la historia del constructor italiano. 1.000 CV con sabor a revolución, y es que hoy vamos a analizar cómo será esa Ferrari del futuro donde el motor eléctrico es cada vez más protagonista, pero también esa Ferrari que pretende demostrar que tecnología y tradición pueden ser compatibles.
Son las 09:50 cuando entro por las puertas de C. de Salamanca en Marbella y me topo de bruces con el SF90 Stradale que me va a acompañar hoy. Vestido de un elegante color «Argento Nürburgring», este nuevo SF90 no puede esconder cuán diferente es frente a cualquier otro Ferrari actual. Si en fotos sorprenden sus líneas y su novedad, en persona esa sensación se multiplica, y es que en Maranello han decidido romper moldes y vaya si lo han conseguido
La presentación de este nuevo Ferrari no estuvo exenta de cierta polémica dado su radical cambio en diseño, pues lo mires por donde lo mires, este hiperdeportivo nada tiene que ver con otros modelos de la marca. En mi caso, soy de los que aplauden este cambio de rumbo, reinterpretando los pilares de la marca para crear una imagen completamente nueva. Esa idea es especialmente remarcable en frontal y zaga, descubriendo un afilado diseño en forma de punta de flecha en la delantera, para culminar en una trasera robusta y con mucho carácter donde son protagonistas las dos salidas de escape centrales y el nuevo diseño de ópticas LED que evoluciona la clásica disposición de tulipas circulares del fabricante. A ello debemos añadir una cubierta de motor que solo puedo catalogar como obra de arte, manteniendo el propulsor visto, pero enmarcando el vidrio con diferentes apéndices y soluciones para dar respuesta a las exigencias en refrigeración y aerodinámica.
Es quizá en la vista lateral donde el SF90 puede mantener ciertos lazos con otros modelos de la marca de motor central-trasero, empleando una configuración similar para esculpir el acceso al habitáculo o las tomas de aire laterales sobre el eje posterior. Pero la realidad es que nada tiene que ver, ya que precísamente éste es uno de los aspectos más trabajados a nivel aerodinámico para satisfacer las exigencias de un coche diseñado para destrozar cronos en circuito.
Y una vez abrimos la puerta del conductor nos encontramos con la misma sensación de ruptura con todo lo establecido. El SF90 mantiene intacta esa idea de minimalisto y deportividad que Ferrari imprime en todos sus coches, pero ahora da una nueva vuelta de tuerca a este concepto para dar a luz a un habitáculo de verdadero coche de carreras. Los esculturales baquets en carbono y piel «Blue Sterling» nos dan la bienvenida, sin embargo es su cockpit totalmente enfocado hacia el conductor lo que reclama toda nuestra atención. El nuevo cuadro de instrumentos digital con pantalla curva de 16″ ofrece una experiencia realmente impresionante en diseño e información, complementándose con un nuevo volante multifunción con controles táctiles y una segunda pantalla digital dirigida al copiloto como segundo ordenador a bordo, climatizador y gestor de medios. La forma en que se gestiona todo tiene un aire muy racing, sorprendiéndome lo bien integrado que está el cuadro de instrumentos para que todo quede a la vista a pesar de su enorme tamaño. A diferencia de otros cuadros digitales presentes en el mercado, éste de Ferrari consigue que, por primera vez, nada quede tapado por el volante.
Por supuesto, este nuevo cockpit obliga a un periodo de aprendizaje para sacarle todo el partido, y es que sus posibilidades son realmente infinitas, pero como decíamos todo se ha diseñado de una forma en la que la conducción prima y el manejo de las funciones se realizan bajo un estilo muy similar al de los coches de competición. En todo el conjunto solo he encontrado un punto que no termina de convencerme, que es el control táctil de algunas funciones como los modos de conducción, el botón de arranque o la navegación del ordenador de a bordo. Eso sí, mandos clave como el manettino siguen siendo controles físicos, por lo que a la hora de «pilotar» nada enturbia la experiencia.
Y llegó el momento que tanto había estado esperando, me enfundo en el escultural baquet del piloto, pulso el nuevo botón de arranque táctil en el volante y el SF90 Stradale arranca… en completo silencio. No puedo negar el importante shock que sufrí al ver que todo está en marcha en el SF90 y sin embargo ni un solo ruido llega al interior. Pero es que tal y como venimos diciendo desde el comienzo de esta prueba, estamos ante una revolución y el sistema de propulsión no ha escapado a ella. El Ferrari SF90 Stradale es el primer híbrido enchufable desarrollado por Maranello, dejando atrás el sistema E-KERS de 963 CV que estrenó el Ferrari LaFerrari para dar la bienvenida al sistem RAC-E de 1.000 CV del Ferrari SF90 Stradale.
El sistema RAC-E – ese es su nombre – es en esencia un esquema híbrido enchufable que combina un motor 4.0 V8 Twin-Turbo de 780 CV con un total de 3 motores eléctricos que añaden 220 CV más. La disposición de estos motores eléctricos se realiza ubicando dos motores eléctricos en el eje delantero, con capacidad para funcionar de forma totalmente independiente, y un tercer motor eléctrico entre el V8 y la caja de cambios de 8 relaciones. El resultado sólo puedo catalogarlo de impresionante, y es que si el V8 sobrealimentado de Ferrari siempre se ha mostrado como una de las grandes referencias de la era Turbo, en esta nueva configuración electrificada todo se eleva de forma exponencial. Como buen PHEV de altas prestaciones, el SF90 puede ser o muy eficiente gracias a sus 25 kilómetros en modo 100% eléctrico, o muy deportivo gracias al funcionamiento de los 4 motores de forma simultánea, consiguiendo hacer un 0-100 Km/h de 2,5 segundos… casi nada.
En marcha, los 1.000 CV del SF90 Stradale consiguen hacer pequeña cualquier carretera, pues con solo acariciar el acelerador nos catapultamos a velocidades muy por encima de cualquier límite legal. Su escenario más cómodo es obviamente el circuito, pues solo en un lugar así podremos conocer el verdedero potencial de esta máquina. La gestión de los 4 motores se realiza de forma totalmente transparente, consiguiendo que el conductor solo se preocupe de agarrar con decisión el volante y las enormes levas de carbono que tras él se esconden. Buscar el límite del SF90 Stradale no es fácil, y es que todo pasa muy rápido si nos proponemos exprimir cada relación. No hay desfallecimiento de potencia en ningún momento, desde el ralentí del V8 hasta el corte de inyección, el SF90 empuja de forma demencial con una contundencia que puede llegar a abrumar. No hay medias tintas a la hora de entregar los 1.000 CV declarados, si pisamos a fondo, este Ferrari nos lo entrega todo.
Navegando por sus diferentes modos de conducción y los perfiles de suspensión y ayudas electrónicas, descubro uno de las grandes sorpresas de este coche, y es que más allá de su millar de caballos y su deportiva receta, el SF90 Stradale puede ser también un coche bastante cómodo e incluso dócil. Esto es algo que valoro positivamente cuando se va a pasear por carretera de forma asidua – de hecho ya se ha presentado un SF90 Spider -, porque nos permite disfrutar de un mayor control y confort, dejando su experiencia más radical solo para cuando de verdad podamos aprovecharla. A ello se añade una dirección asistida perfecta, sin más, donde por peso, asistencia y comunicación disfrutamos de un feedback pleno con todo cuanto sucede bajo las ruedas delanteras. Y no contento con ello también descubro un tacto de frenos impecable, algo nada fácil en un sistema que debe combinar frenada convencional y regeneración, una suma que suele tener como hándicap un tacto artificial en el primer recorrido en el pedal. Pero no, el SF90 Stradale ha conseguido que el pedal de freno devuelva el tacto que necesitamos en todo tipo de maniobras, y si impresiona cómo gana velocidad este bólido, creedme que es aún más impresionante su frenada desde velocidades muy, muy altas.
Pasados los primeros kilómetros fusionándome con el Ferrari más avanzado que se ha fabricado hasta la fecha me siento cada vez más cómodo. Sus modos más deportivos comienzan a mostrarme el nervio que puede ofrecer la trasera, y es que a pesar de disfrutar de tracción total, aquí priman las sensaciones de cuanto se espera de un purasangre. Con los Michelin Pilot Sport Cup 2 ya bien calientes se puede forzar el giro hastas donde seamos capaces de aguantar, pues ya os adelanto que el límite del coche está bastante por encima de lo que nos dice la lógica. Solo debemos ser cautos a la hora de abrir gas muy pronto, pues es fácil olvidar que tenemos 1.000 CV con muchas ganas de salir desbocados, pero cómo no hacerlo cuando con cada pisotón sobre el acelerador el V8 aulla sin miramientos y justo detrás de nuestra cabeza. Una vez pillas el truco a cómo domar el carácter de la trasera, cada sobreviraje te dibuja una de esas sonrisas nerviosas que no se te borrará en horas.
No puedo negar que estar tan solo unas horas conduciendo el Ferrari SF90 Stradale me sabe a poco, pero es que si fuesen días y días a sus mandos diría exactamente lo mismo. He tenido la suerte de probar diferentes modelos de Ferrari en los últimos años y niguno de ellos me ha dejado el sabor de boca que me ha regalado el SF90. De la radicalidad de un 488 Pista al disfrute del 812 Superfast, el Ferrari SF90 Stradale es esa compleja combinación de diferentes formas de entender el coche deportivo que muy pocas veces se consigue realizar bien. Estamos ante un coche que supone un hito en la historia de Ferrari por diseño, tecnología y propulsión, añadiendo a todo ello una conducción que permite disfrutar de todas esas novedades tanto en carretera como en circuito. ¿Es el SF90 Stradale el mejor Ferrari del momento? No solo lo es, sino que además es el adelanto de un futuro muy, pero que muy prometedor.