Cuando pensamos en un coche eléctrico o en un coche híbrido, solemos pensar que su mantenimiento es más sencillo y carente de problemas. En líneas generales suele ser así: los coches eléctricos tienen menos piezas móviles y muchos híbridos suelen disponer de mecánicas atmosféricas de gasolina, de fiabilidad contrastada. El nexo en común entre eléctricos e híbridos son las baterías de tracción de alto voltaje. Algunas baterías cuentan con un componente clave que nadie recuerda cambiar, y no hacerlo puede acortar sus vidas de forma significativa.
La batería es el componente más costoso de un coche eléctrico, y puede ser uno de los más costosos en un coche híbrido. Es una pieza de alta tecnología cuyo coste puede entrar cómodamente en las cinco cifras en el caso de un eléctrico, y acercarse a ellas en el caso de los híbridos. Para más inri, sustituir una batería averiada suele venir de la mano de una abultada factura de mano de obra. Las baterías no requieren de un mantenimiento específico, pero sus sistemas de refrigeración sí lo requieren.
Las baterías de alto voltaje de los coches eléctricos modernos suelen estar refrigeradas por líquido, asegurando un rendimiento térmico constante, una mayor fiabilidad y una mayor entrega de potencia. Sin embargo, coches eléctricos diseñados hace años, o de generaciones anteriores, pueden tener baterías de refrigeración por aire. Es el caso del Nissan Leaf, sin ir más lejos. Los coches híbridos – especialmente los híbridos enchufables – más modernos también pueden tener baterías de refrigeración líquida.
En los coches con baterías de refrigeración líquida se suele programar un reemplazo del refrigerante con los años y el uso, pero en este artículo queremos centrar el foco en las baterías refrigeradas por aire. Las baterías que podemos encontrar en los híbridos más vendidos del mercado: los coches full-hybrid de Toyota, pero también en híbridos de Hyundai o KIA. La refrigeración de estas baterías se lleva a cabo mediante un ventilador, cuya admisión no está fuera del coche, si no en su habitáculo.
La lógica nos dice que la temperatura del interior siempre será relativamente estable, y en climas calurosos, más baja que la del exterior del coche. La toma de aire de este ventilador suele ser una rejilla de plástico discreta, situada habitualmente bajo la banqueta trasera del coche, o en uno de sus lados. Esta admisión monta un filtro: en algunos coches es una simple rejilla lavable, y en otros, es un filtro de papel, similar al filtro de polen del habitáculo. Su mantenimiento, limpieza o sustitución, es olvidado por muchos propietarios.
Aunque los servicios oficiales deberían prestar atención a su limpieza o sustitución, no todos los coches son mantenidos en talleres oficiales de las marcas. Si es tu caso, recuerda cambiarlo de forma regular, limpiarlo o sustituirlo cuando sea necesario. Las marcas suelen recomendar intervalos de mantenimiento de entre 15.000 y 30.000 km, pero estos filtros pueden saturarse de forma prematura si el interior de nuestro coche está muy sucio o si circulamos de forma habitual por zonas muy polvorientas.
El sistema de filtrado dependerá de la ubicación y sistema híbrido del coche, y en algunos casos puede requerir desmontar algún panel interior, o incluso quitar la banqueta trasera del coche. En cualquier caso, es una operación suficientemente sencilla en la mayor parte de casos.
¿Por qué es importante mantener limpios estos filtros?
El polvo actúa como aislante, y si una batería refrigerada por aire queda cubierta de polvo, perderá gran parte de su capacidad de refrigeración. Se calentará más rápidamente, y antes de sufrir daños a causa del estrés térmico, reducirá su rendimiento para tratar de protegerse. Aunque el sistema puede avisarnos – con un error, o un mensaje de limpieza recomendada – notaremos una merma en las prestaciones del sistema híbrido y posiblemente un aumento del consumo de combustible.
Reducir la vida útil de la batería de tu coche híbrido por un sencillo filtro de papel… no merece la pena.