No es ninguna novedad la decisión del Grupo Volkswagen de dar prioridad a los vehículos eléctricos pese a que algunas de sus filiales como Porsche inviertan mucho en los combustibles sintéticos. Pero lo que sí que es novedad es que el consorcio alemán tenga decidida la fecha de caducidad para sus vehículos de combustión, algo que tendrá lugar en 2030 después de anunciar que, de momento, el 60% de sus coches diésel y gasolina no tendrán renovación y que están destinados a padecer en el olvido.
Y es que si nos paramos a analizar la cifra esto quiere decir que más de la mitad de los modelos del Grupo Volkswagen -es decir, de todas las firmas que lo conforman- gasolina y diésel no tendrán un sustituto al uso. En la actualidad no hay más coches eléctricos y electrificados que de combustión en el conglomerado teutón, por lo que su oferta se reducirá drásticamente, aunque esto es algo de lo que no solo son conscientes, sino que lo buscan y desean.
El 60% de los vehículos diésel y gasolina del Grupo Volkswagen no tendrán sucesor
Así lo ha comunicado el director financiero del Grupo Volkswagen Arno Antlitz, quien afirma que «el objetivo no es el crecimiento, ya que estamos enfocados en la calidad y en los márgenes y no tanto en el volumen.» ¿La excusa perfecta? Puede, pero lo que está claro es que el grupo alemán no mirará atrás y tirará la llave al mar de sus coches de combustión, quienes cada vez tienen más competencia eléctrica en sus correspondientes casas.
Aunque su erradicación no será tajante y abrupta, sí que tendrá lugar a lo largo de los próximos ocho años hasta el punto de encontrarnos un 2030 en el que el Grupo Volkswagen tendrá un sustituto para el 40% de sus coches de combustión, aunque con algún tipo de hibridación. Tampoco creemos que esto se mantenga así durante mucho más tiempo, puesto que movimientos como la muerte del Passat en pro de un SUV eléctrico dejan clara la tendencia y el objetivo de Volkswagen y sus demás marcas.
Tampoco es una jugada que deba sorprendernos ya no solo por el contexto actual, sino por el futuro más inmediato. Y es que además de las restricciones que aplica cada país para los coches de combustión, está también la inminente llegada de la Euro 7, tajante ley se encargará de complicarle mucho las cosas a los coches gasolina y diésel.
El problema con ella radicará, principalmente, en que su exigencia provocará que los vehículos de combustión tengan que recurrir a tal niveles de hibridación que no serán rentables para las marcas. ¿La solución? Reducir cuanto antes la oferta de coches gasolina y diésel y centrar sus esfuerzos en una gama eléctrica que parte de una plataforma modular fácilmente adaptable.
Así, y pudiendo cubrir un amplio número de segmentos gracias a la versatilidad de los coches eléctricos, el Grupo Volkswagen ya tiene claro cuándo será el final de sus coches de combustión, o al menos de la mayoría. Y es que los que sí tendrán sucesor pasarán por algún tipo de electrificación para más tarde convertirse única y exclusivamente en coches eléctricos.
¿Una jugada justa?
Lo cierto es que las duras normativas están obligando a los fabricantes a crear coches eléctricos, pero sinceramente sería perfectamente factible una convivencia pacífica entre ambas mecánicas. Y es que teniendo en cuenta las soluciones que ofrecen los coches gasolina y diésel modernos, ideadas para reducir las emisiones de CO2, suena absurdo que sen el objetivo del verdugo.
AdBlue, sistemas mild-hybrid… ¿Realmente de aquí a 2030 no aparecerán soluciones incluso más avanzadas capaces de hacer más limpios a los coches de combustión sin necesidad de erradicarlos? Seguramente sí, pero no es lo que interesa, ni a las marcas ni a la legislación, quienes dictan y dictarán el futuro tan oscuro de estas mecánicas.