Hace apenas unos días, el pasado 22 de diciembre, se produjo una triste efeméride en la ciudad de Brampton, en Ontario (Canadá). Si no te suena de nada no te culpamos, pero, ¿y si te digo que es la ciudad donde se producían los últimos coches construidos sobre la plataforma L de Stellantis? La planta de Brampton de Stellantis producía los Dodge Charger, Dodge Challenger y Chrysler 300. Producía. El pasado 22 de diciembre salía de la planta el último Challenger, un SRT Demon 170 de color negro, marcando el punto y final del muscle car americano.
Y por muscle car no me refiero solamente al maravilloso Dodge Challenger, si no al Dodge Charger y al Chrysler 300, cuya producción terminó el mismo día. Un día aciago para los amantes del motor, sin duda alguna. En cierto modo, la historia de estos tres coches – especialmente la del Dodge Challenger – es una historia de un éxito sin precedentes. Es la prueba fehaciente de que escuchando a tu público objetivo, es posible estirar como un chicle los réditos económicos de un producto, sobre el papel, completamente anacrónico y desfasado.
El Chrysler 300 fue lanzado al mercado en 2005, junto al Dodge Charger, en el apogeo de la era DaimlerChrysler. Ambos coches presumían de un diseño neoretro que les granjeó un éxito comercial inmediato, pese a tener interiores de calidad escasa y una dinámica muy alejada de lo que su estética parecía indicar. En 2008 fue lanzado al mercado el Dodge Challenger, con una estética abiertamente retro, grandes dimensiones y una actitud agresiva, incluso macarra.
Tanto Dodge como Chrysler supieron ahondar en los puntos fuertes de estos tres coches, que recibieron evoluciones profundas y varios lavados de cara importantes durante sus largos ciclos de vida. En 2011 se lanzaba la segunda generación del Chrysler 300, sin el mismo éxito comercial de su predecesor, en gran parte, debido a la crisis global y la pujanza de los SUV. Si bien el Chrysler 300 era un coche verdaderamente diferente al primer 300C de 2005, los Dodge Challenger solo recibieron lavados de cara, siendo el más importante el de 2015.
Fotos del Dodge Challenger SRT Demon 170
En una época en la que tanto el Chevrolet Camaro como el Ford Mustang superaban las ventas de un Challenger que se percibía anacrónico y desfasado, su brillante lavado de cara cambió las tornas al completo. No solo por una estética modernizada, si no por su apuesta abierta por la potencia, las prestaciones y una actitud abiertamente gamberra. Podría decirse que la palabra «Hellcat» es la que llevó al Challenger al Olimpo petrolhead. Un enorme motor 6.2 V8 HEMI sobrealimentado por compresor hasta los 707 CV. Un nivel de potencia fuera de toda lógica.
Los Challenger Hellcat no fueron los únicos en atrapar a los fanáticos de los muscle car. Los Hellcat Redeye superaban los 800 CV, las versiones Widebody incrementaron la anchura y el músculo del deportivo, y las versiones Demon llevaron a las calles un coche directamente creado para las carreras de aceleración. La prueba de su éxito es que las ventas de los Challenger se dispararon, superando con creces a las de Chevrolet Camaro y Ford Mustang. La popularidad del Challenger ha sido tal que su despedida se ha prolongado durante mas de un año.
La popularidad del Dodge Charger ha sido paralela. El lanzamiento de su segunda generación en 2011 fue acompañado de una progresiva orientación al público más petrolhead, con mecánicas, ediciones especiales y prestaciones mellizas al Dodge Challenger. Si bien el Chrysler 300 languideció comercialmente en los últimos años, los «hermanos Dodge» fueron tremendamente populares hasta su propio fin, motivado por pura necesidad de evolucionar la gama de productos y los objetivos de electrificación de Stellantis y la propia Dodge.
De hecho, la «amenaza» – infundada, como se ha sabido más tarde – de que el futuro Dodge Challenger sería exclusivamente eléctrico espoleó de forma notable las ventas de los Charger y Challenger, ante el inminente fin de fiesta. El futuro de Brampton es la adaptación a la plataforma STLA modular de Stellantis, la producción del futuro Jeep Compass, tanto eléctrico como de combustión, y el futuro Challenger coupé. Se venderá en versión 100% eléctrica y sus versiones térmicas abandonarán los V8 en favor de un seis en línea turboalimentado.
Personalmente, nunca olvidaré la semana que pasé en EE.UU. con un Dodge Challenger 392 Scat Pack, allá por el año 2016. Cuando llegaban las curvas, aquél coche palidecía ante cualquier Mustang o Camaro, pero ningún Camaro o Mustang igualaba su espectacular presencia, su espíritu retro, su músculo V8 – 6,4 litros atmosféricos – o su sonido. Era un muscle car como los de antes. Y el 22 de diciembre, el último de los muscle cars con motor V8 pasó a la historia.
Fotos del Dodge Challenger SRT 392 Scat Pack