He visto cosas que hoy cuesta creer. He vivido un tiempo en el que los SUV aún no se habían convertido en el coche de moda. Un tiempo en el que los monovolúmenes dominaban la carretera y en los que no hacía falta tener niños pequeños, y arrastrar un carrito, para comprar la versión afurgonetada de un Focus, o un Mégane.
Ford C-MAX, un éxito en la era pre-SUV
En aquellos años Ford entró de lleno en el mundo de los monovolúmenes compactos, con un Ford C-MAX – inicialmente Focus C-MAX – que ofrecía practicidad y espacio a raudales. Ford era una marca que sabía hacer buenos coches compactos, referentes en su categoría, como el Focus. Al otro lado del Atlántico, Ford tenía dilatada experiencia en el desarrollo de grandes monovolúmenes – en formato minivan. Por lo tanto, parecía que Ford podía tener todo de cara para lanzar uno de los referentes de su categoría, en los tiempos de los Scénic y los Picasso.
El Ford C-MAX, que tuvo dos generaciones, ya no se comercializa en estos momentos. Los SUV dominan el mercado. Pero si buscamos un coche espacioso, a un precio ajustado, realmente ajustado, el Ford C-MAX puede ser aún una alternativa económica, casi mileurista, por unos 3.000 euros.
Un coche cómodo, pero no ágil
A lo largo de mi vida y desde que obtuve el carné de conducir, siempre me ha acompañado algún Ford. Y el C-MAX de primera generación ha sido uno de ellos, en el que además he podido recorrer bastantes kilómetros. No creo que me pueda la pasión al decir que todos o casi todos los Ford que he probado siempre me han transmitido un buen tacto de conducción, agradable, directo y, hasta cierto punto, deportivo. Pero precisamente fue el Ford C-MAX de primera generación el que para mí rompió, por completo, con esta tradición.
Ford aterrizó en el pujante segmento de los monovolúmenes compactos con un Ford C-MAX que, además de práctico, se presuponía un gran coche, con suspensiones independientes y la base del Ford Focus de aquellos años, uno de los mejores compactos de la época. De hecho, el Ford C-MAX llegó a los concesionarios por primera vez llamándose Ford Focus C-MAX.
Pero en su búsqueda de un coche sobre todo cómodo Ford creó un coche un tanto torpe, excesivamente blando y con un tacto de conducción pobre. Definitivamente no es un coche para conductores a los que les guste conducir, aunque sí cómodo. Ford no puso toda la carne en el asador para crear un monovolumen que, aún con su condición de monovolumen, fuera ágil y divertido de conducir, lo cual sí conseguiría con su sucesor, el C-MAX de segunda generación, que a mi juicio fue el monovolumen más «deportivo» de su categoría.
Alternativa al SUV económica y espacio a raudales
Como no podía ser menos, el Ford C-MAX, que no era el más amplio de su categoría, sí consiguió ofrecer un coche con una gran amplitud a bordo y un buen maletero, superior al del Focus del que partía. También destacaba por la modularidad de su habitáculo.
Ford empleó un sistema de tres asientos traseros independientes, con un asiento central que sin llegar a ser cómodo para un viaje largo, para un adulto, sí podía abatir su respaldo independientemente, para disponer de una configuración de cuatro plazas. De esta forma, los asientos traseros laterales podían retrasarse ligeramente, perdiendo algo de maletero, pero ofreciendo mucho espacio y confort a los pasajeros.
Ojo a la etiqueta medioambiental
En la elección de motores, solo los gasolina matriculados a partir de 2006 disponen de etiqueta C. Los diésel posteriores a 2006 disponen de etiqueta B y solo los anteriores a esta fecha no disponen ni tan siquiera de etiqueta ambiental.
Si lo que queremos es recorrer muchos kilómetros, y un coche de batalla, probablemente los más recomendables sean precisamente esos diésel posteriores a 2006. Tanto el 1.8 Duratorq de 115 CV, como el 1.6 Duratorq de 109 CV, cumplen si queremos viajar con el coche cargado y son motores razonablemente frugales, con unos consumos moderados, y los únicos que homologaban menos de 5,5 litros/100 kilómetros (según el antiguo protocolo de homologación NEDC), siendo algo más de 6 litros/100 kilómetros un consumo más realista en viajes en carretera.
Pero si tuviera que escoger un motor me decantaría, sin duda, por el 2.0 TDCi de 135 CV de potencia. Ya no tanto por sus prestaciones y su mayor potencia, sino por el hecho de que este motor, a diferencia de los anteriores, sí dispone de un cambio manual de seis relaciones. Y esa sexta se nota a la hora de viajar.
Un coche mileurista, pero razonable
El Ford C-MAX de primera generación fue un coche muy popular en su época y eso tiene como consecuencia que la oferta de segunda mano sea muy nutrida y variada. Nos vamos a encontrar con unidades con un mantenimiento pobre y auténticas kilometradas. Pero si somos generosos en nuestro presupuesto y pensamos en un rango mínimo de 3.000 o 4.000 euros vamos a encontrar unidades mejor mantenidas y, sobre todo, vamos a poder jugar buscando una unidad mejor equipada, con menos kilómetros, mejor cuidada, o un equilibrio de todo esto.
Recomendamos unidades posteriores a 2007, que fue cuando este C-MAX recibió una actualización, también por el tema de la etiqueta medioambiental si buscamos un diésel. Por desgracia – y por razones obvias – la mayoría de las unidades que encontraremos estarán equipadas con los motores diésel 1.6 y 1.8, y la oferta de C-MAX con el motor diésel 2.0 y seis velocidades es mucho más reducida.
Y mucho ojo. Estamos hablando del Ford C-MAX de primera generación, el más antiguo, el más próximo al concepto de coche mileurista. Pero si disponemos de un presupuesto holgado, aunque ya por encima de los 10.000 euros, existe una oferta muy nutrida del Ford C-MAX de segunda generación, con coches mucho más modernos, con etiqueta C.
Véanse los anuncios que aquí os mostramos del catálogo de ¿Qué coche me compro?
El Ford C-MAX de segunda generación pulió mucho de los errores de su predecesor. Ford creó un monovolumen que estaba disponible también en versión Grand C-MAX, con 7 plazas y con un maletero aún más amplio. Un Ford C-MAX que, a mi juicio, sí que consiguió convertirse en el más ágil y más agradable de conducir de su categoría, como ya tuve oportunidad de contar en este mismo medio cuando lo probé en 2012 (ver prueba y prueba dinámica).