No es nada nuevo que un fabricante o marca de automóviles compre unidades de empresas rivales para fijarse en cómo construyen, qué tecnologías están utilizando o en qué pueden mejorar para situarse al frente y mantenerse competitivos. Eso ha pasado incluso con coches de carreras, no sólo los de calle. Pero lo ocurrido en Estados Unidos en estos meses es digno de estudio.
Ford importa un Xiaomi SU7 y Jim Farley lo disfruta de coche personal
El gigante tecnológico Xiaomi lleva ya tiempo vendiendo coches (al contrario que Apple, cuyo plan de coche eléctrico se acabó cancelando), estando presente en su mercado local en China, un mercado complicado de por sí. Sabedores de la tecnología que portan, en Ford quisieron traer una unidad del Xiaomi SU7 hasta Chicago. Y lo cierto es que se quedaron sorprendidos.
El actual CEO de Ford, Jim Farley, es también piloto con experiencia en las carreras, lo cual ha influido en la dirección de algunos modelos así como decisiones en materia de competición de una marca que tiene mucho legado en Fórmula 1 o Le Mans. Sin embargo, el coche que le ha enganchado es el XU7, un sedán eléctrico que combina lujo y prestaciones con una versión tope de gama de 664 CV, una alternativa china al Porsche Taycan con toques estéticos de McLaren y Mercedes.
This is @jimfarley98 talking with @FullyChargedShw's Robert
Might not be the forty seconds you'd expected ..
Enjoy!
⚡️⚡️⚡️#alwaysbecharging #xiaomi #acrosstheworld pic.twitter.com/7eDpvxoFL8— Felix Hamer • electricfelix (@electricfelix) October 23, 2024
«Todo el mundo habla del coche de Apple, pero el de Xiaomi, el que sí existe…es fantástico. Están vendiendo 10.000 o 20.000 cada mes, se han quedado sin stock para seis meses. Son unos gigantes de la industria, mucho más grandes que una simple compañía de coches», declaró Farley en el podcast Fully Charged hace apenas unos días (The Drive).
«No me gusta hablar demasiado de la competencia, pero trajimos a Chicago un SU7 desde Shanghái y es el coche que conduzco. Lo he conducido desde hace 6 meses y no quiero dejarlo», añadió Farley sobre el SU7, claramente influenciado por marcas de lujo en su lenguaje de diseño. Una muestra de la calidad que ya se puede encontrar en vehículos procedentes de China.
Farley compara la situación con la de su época en Toyota
Farley ha asemejado esta situación de emergentes fabricantes chinos con la que vivió tiempo atrás cuando se unió a Toyota, tiempo atrás una desconocida en Estados Unidos. Hoy día es una gigante de la industria que ha llegado a ensombrecer a marcas que en la tierra de las oportunidades parecían intocables e hicieron de Detroit la capital del automovilismo, muy lejos de la situación actual.
«Trabajé en Toyota durante 25 años. Cuando me uní a Toyota en Estados Unidos, había 500 personas. Éramos marginales, nadie nos conocía. Mi familia no estaba contenta, no me hablaban en Detroit porque les daba vergüenza de que trabajase allí. Había un alto coste social en la zona medio oeste debido al éxito de Toyota, se perdieron muchos trabajos incluso de gente de mi familia», recordó Farley.
Y la comparación con Toyota que realiza Farley no es baladí, ni mucho menos. China ha llegado hasta donde ha llegado a base de aprender a fabricar coches europeos, con acuerdos con marcas como Volkswagen, BMW, Peugeot o Citroën, entre otras. Más de cuatro décadas de evolución han llevado a que tengan tecnología, conocimiento y la ventaja de las materias primas para la fabricación de baterías, así como los chips vitales para la industria del automóvil actual.
Este proceso de evolución, como ya destacamos aquí, no es nuevo. Sin ir más lejos, la historia de Hyundai comienza con la fabricación de varios modelos de Ford a finales de los sesenta, como el Cortina o el Granada. Kia comenzó también de manera similar – y de hecho estuvo aliada con Ford antes de su bancarrota y posterior adquisición por parte de Hyundai.