El coche autónomo y el coche conectado serán la próxima gran revolución de la industria. Todavía no podemos hacernos ni siquiera una pequeña idea de cómo estas tecnologías pueden transformar nuestros hábitos, la fisonomía de nuestras ciudades, o incluso nuestra forma de ver la vida. La comunicación permanente entre coches, e infraestructura, promete revolucionar la seguridad. Ya hemos imaginado cómo los vehículos conectados pueden conseguir que nuestro coche sepa si en la próxima intersección, con poca visibilidad, se aproximará otro coche, o anticiparnos a riesgos que nos podamos encontrar en la carretera. Pero Ford ha ido más allá y se imagina ya un futuro de coches autónomos y conectados en el que no habrá semáforos. ¿Cómo se regularía el tráfico? ¿Qué función práctica tendría esta tecnología?
Un mundo de coches autónomos y conectados sin semáforos
En un mundo en que todos los coches estén conectados entre sí, y además sean capaces de circular autónomamente, el tráfico podría regularse dinámicamente, sin necesidad de que nuestro coche se detenga. En las intersecciones bastaría con que la lógica que regula el funcionamiento autónomo de ambos coches decida la prioridad de paso. Esa lógica determinaría qué coche será el que cruce la intersección primero, y cuál atenuará su velocidad para no chocar con el anterior. Incluso, sería capaz de permitir el paso casi simultáneo de ambos coches por un margen muy estrecho, de apenas algún segundo, y unos metros para la colisión.
Eso es precisamente lo que nos muestra este vídeo de Ford, en el que vemos cómo dos coches autónomos ajustan su velocidad, y están sincronizados para determinar la prioridad de paso, para que ambos puedan encontrarse en una intersección sin que ninguno se detenga.
¿Qué ventajas aportaría que los coches no se detengan en los semáforos?
Según Ford, cada año pasamos alrededor de dos días completos detenidos frente a un semáforo en rojo. Pero eso, a juzgar por los beneficios de la idea que plantea Ford, es lo de menos.
Hasta el 60% de los accidentes se producen en intersecciones. Y esta probablemente sea la mejor excusa, no ya para imaginar un mundo sin semáforos, sino para integrar diferentes soluciones que preserven la prioridad de paso en las intersecciones gracias al coche conectado.
Por último, Ford aporta una justificación más para imaginar un mundo sin semáforos. Reducir la velocidad aplicando los frenos, detenerse en el semáforo, para de nuevo reanudar la marcha cuando este se ponga en verde, y recuperar la velocidad original, no es eficiente, y de hecho es un desperdicio de energía.