Lo reconozco, soy un fan empedernido de los coches procedentes del otro lado del charco, de la tierra prometida, de América. Y es que desde la más tierna infancia he sentido admiración por la forma en la que los americanos gestan coches, aunque eso significase subirse a bordo de un vehículo con estructura de largueros y travesaños, motores atmosféricos de innecesaria cilindrada y prestaciones ridículas. Me da igual, me encantan. Sin embargo, el paso del tiempo ha hecho que nuestros amigos los yankees mejoren mucho en eso de hacer coches, y el Ford Explorer que he probado quiere ser una prueba fehaciente de ello pero, ¿realmente está preparado para Europa? ¿Es una buena opción como híbrido enchufable? Vamos a descubrirlo en 5 claves.
Y es que el Explorer ha sido, sin lugar a dudas, uno de los grandes éxitos de Ford en su tierra natal, por lo que han decidido intentarlo en un continente más complicado y exigente en algunos aspectos. Al fin de cuentas, la jugada de poner en venta un coche a nivel global ya les salió muy bien con el Mustang, modelo que ha sido galardonado en varias ocasiones como el deportivo más vendido del mundo. ¿Pueden repetir el éxito en formato SUV? Ganas para lograrlo no les faltan.
Esto es un Ford Explorer, lo mires por donde lo mires
Ford Explorer
Al igual que la casa del óvalo sí que ha tenido que hacer ciertas adaptaciones en según qué apartados para introducir al Explorer en Europa, la estética no ha seguido la misma senda. Y es que Ford quiere asegurarse que cualquier espectador sepa que se encuentra ante un Explorer, independientemente desde donde lo mire.
Con 5,062 metros de largo, 2 metros de ancho y 1,73 de alto, os aseguro que el Explorer no pasa desapercibido ante el ojo europeo acostumbrado a cuotas mucho más contenidas, ni tampoco se convierte en el coche idóneo para afrontar las estrechas calles españolas que producirían claustrofobia a cualquier americano. El Ford Explorer grita a los cuatro vientos «miradme, soy diferente» sin contemplaciones.
El frontal del SUV americano en su acabado ST-Line -el que equipaba la unidad de pruebas- está coronado por la denominación «Explorer» sobre el capó. El lateral presume de unas solemnes llantas de 20 pulgadas que incluso parecen pequeñas dadas las dimensiones del Ford Explorer, y que pasan a un segundo plano cuando apreciamos en todo su esplendor a los más de 5 metros de largo que declara.
La zaga hace gala de dos pilotos rectangulares y de lo más llamativo del coche más allá de su envergadura: una cuádruple salida de escape. ¿Es necesaria en el Ford Explorer? No. ¿Mola? Sí, y mucho, y más en tiempos de escapes falsos e innecesaria ornamentación.
Un habitáculo cómodo, con muchos botones y dispuesto a acogerte durante cientos de kilómetros
La experiencia americana también está garantizada en el interior del Ford Explorer. Lo primero que nos recibe al acceder a su habitáculo son dos butacones que pretenden hacerse pasar por asientos normales. Tienen ajuste eléctrico, son cómodos y recogen bien, ideales para recorrer cientos de kilómetros a los mandos del SUV de Ford.
Por delante tenemos un volante completamente redondo de tacto agradable, botonera multifunción y ajuste eléctrico. Detrás de este se inscribe un cuadro de mandos digital de 12,3 pulgadas con gráficos agradables pero poca personalización. Sin embargo, la verdadera protagonista es la pantalla de 10,1 pulgadas en posición vertical. Su uso es sencillo, y podemos conectar nuestro teléfono por medio de Apple CarPlay o Android Auto.
¿Lo mejor de todo? Que seguimos contando con botones físicos para la climatización y gestionar diferentes parámetros del coche. Además, los acabados son correctos, dejando que prácticamente cualquier superficie que palpemos esté recubierta por plástico blando, pero eso sí, están lejos de los que ofrece un BMW X7 o un Mercedes-Benz GLS debido al uso igualmente de plástico duro y unos ajustes mejorables.
Hasta 7 plazas
Más allá de los acabados del Ford Explorer, lo importante es que la comodidad de las plazas delanteras también se traslada a las de la segunda fila. Aquí nos encontramos con tres asientos individuales regulables en longitud e inclinación, dejando dos plazas laterales aptas para cualquier adulto y dispuestas a permitirnos invertir en ellas horas y horas sin padecer en el intento.
Tenemos espacio de sobra tanto para pies como para la cabeza, incluso en el asiento central, donde tan solo echaremos de menos un poco más de anchura. A su vez, el Ford Explorer ofrece la posibilidad instalar una tercera fila de asientos. Es atractivo para las familias más numerosas, pero debemos tener en cuenta que, al igual que ocurre en muchos otros SUV de siete plazas, estas están reservadas para niños o adultos de pequeña estatura.
Su acceso tampoco es sencillo, pero lo bueno es que con ellas desplegadas nos sigue quedando un maletero de 330 litros. En caso de circular con cinco plazas estaremos hablando de una capacidad total de 635 litros, además de unas formas regulares y un suelo de carga totalmente plano.
Un V6 que se niega a desfallecer
¿Recordáis que en el apartado estético hice alusión a que Ford ha tenido que adaptar al Explorer para poder venderlo en Europa? Pues bien, mientras que en Estados Unidos existe una variante ST con un V6 de 400 CV, en Europa este se vende como un vehículo híbrido enchufable para poder plantar cara a las duras normas anti-contaminación.
Aunque esto no debemos contemplarlo como algo negativo, ya que el resultado de combinar un V6 EcoBoost de 3.0 litros turbo con un motor eléctrico es exultante. Concretamente, la potencia total asciende hasta los 457 CV y el par hasta unos impresionantes 825 Nm de par. Empuja y mucho, mucho más de lo que uno imagina a priori, dejándote pegado al asiento a cada roce de acelerador.
El 0 a 100 ocurre en 6 segundos, nada mal para una mole de 2.466 kilos, mientras que la velocidad máxima se asienta en unos muy respetables 230 km/h. Es innegable, el Ford Explorer es un coche rápido que sorprende, especialmente cuando la batería está totalmente cargada, algo que tendremos que hacer con asiduidad.
Y es que aunque el ciclo WLTP indique que la autonomía en modo eléctrico es de 42 kilómetros, daremos gracias si nos acercamos a los 35 kilómetros. La electricidad baja casi tan rápido como la gasolina en el Ford Explorer, sirviendo única y exclusivamente para trayectos urbanos cortos, a lo que debemos sumarle que el SUV de Ford, con sus más de 5 metros de largo, no se siente cómodo en la urbe.
Las carreteras de curvas tampoco son su punto fuerte, donde igualmente se siente torpe pese a haber mejorado trascendentemente frente a sus anteriores generaciones. Ya no hay un chasis de largueros y travesaños, pero los balanceos de la carrocería están ahí de la mano de una dirección poco precisa y comunicativa.
El Ford Explorer no quiere engañar a nadie: por mucho que cuente con 457 CV y la etiqueta CERO de la DGT, su hábitat natural no es otra que la autopista. Realizar viajes a sus mandos es un auténtico placer gracias a un buen aislamiento acústico y a una suspensión que absorbe con diligencia los rotos del asfalto. Aunque eso sí, olvidaos de los 3,1 l/100 que homologa, puesto que que será más sencillo ver cifras coqueteando con los 10 litros incluso después de haber realizado varias cargas de la batería.
Su precio
No, el Ford Explorer no es un coche barato con un precio de partida de 74.729 euros, que, aunque se aleja de los 98.743 euros del Mercedes-Benz GLS o de los 106.500 euros del BMW X7, sigue siendo caro. Su rival más directo en términos monetarios puede ser el Toyota Highlander con un precio de partida de 52.199 euros, pero sin contar con un sistema híbrido enchufable, sino híbrido convencional.
Y es que Ford quiere justificar lo que cuesta el Explorer usando argumentos como que se trata de un PHEV con más de 400 CV y el generoso equipamiento que lleva de serie y que implicaría el desembolso de unos cuantos miles de euros más en cualquiera de sus rivales. Aún así, sigue siendo una cifra alta y que entra en un territorio dominado por los alemanes, que bien es cierto que para equipararse en potencia y contar con su equipamiento debemos asumir un desembolso aún mayor, además de no contar con la etiqueta CERO en ninguna de sus versiones, pero con mejores acabados, mayor gama mecánica y un rodar de marcha también digno de elogiar además de consumos más contenidos en según qué versiones.