Ford Pro Electric Supervan, bufff… no todos los días tiene uno la posibilidad de subirse a un vehículo con 2.000 CV de potencia, aunque sea de copiloto, y sentir la sensación de aceleración de un cohete espacial mientras compruebas que tu arnés de 5 puntos de anclaje ya no puede estar más apretado. Hoy es uno de esos días.
Bienvenidos a la mayor locura eléctrica de Ford, una furgoneta con 4 motores (uno por rueda) que totalizan 2.000 CV (unos 1.500 kW), construida sobre un chasis tubular, con suspensiones de competición, caja de cambios de dos velocidades, una aceleración teórica de 0 a 100 km/h en menos de 2 segundos y una velocidad punta de 320 km/h.
Por cerrar el apartado técnico y centrarnos en la experiencia, puedo decir que la Supervan lleva una batería de 50 kWh (pequeñísima) que tienen que alimentar 1,5 MW de potencia. Si haces la división, verás que a plena potencia se agotaría en 2 minutos exactos. Esa es la razón por la que se recarga después de cada recorrido de unos pocos minutos a fondo por el circuito. Mientras se sube su siguiente víctima :)
La vorágine de emociones
Un Fórmula 1 acelera de 0 a 100 km/h en unos 2,8 segundos, no por una limitación de potencia, sino por una limitación tracción. Esto significa que, desde parado, esta furgoneta 4×4 acelera bastante más que un F1, si se dan las condiciones de agarre que permitan semejante proeza (neumáticos slick y asfalto perfecto ligeramente rugoso). Ese es el nivel del que estamos hablando.
La prueba consiste en rodar a toda velocidad por un largo circuito lleno de curvas y con alguna recta larga, con un piloto profesional, y poner a prueba la resistencia de mi estómago además de los límites de adherencia de mis órganos vitales respecto al cuerpo que los contiene, incluyendo el cerebro dentro del cráneo.
No me gustan las montañas rusas, pero me encanta la velocidad. Esta Ford Transit hipervitaminada cuenta con 4 enormes neumáticos tipo slick de competición + tracción integral y nos proporciona aceleraciones mayores de 1g no sólo al pisar a fondo, sino también al frenar y al trazar curvas.
Eso significa que el asiento y el arnés gobiernan tu cuerpo, sometido a fuerzas longitudinales y laterales mayores que tu propio peso. Estás a merced de la sujeción, simplemente no podrías sostenerte en el asiento por ti mismo.
La sensación inicial de que vas a morir va siendo remplazada por un recalibrado de tu cerebro, que rápidamente empieza a entender que sí, que el agarre es así de salvaje y que las curvas se pueden dar a esa velocidad a la que parecería imposible.
La aceleración parece irreal, como si el horizonte viniese hacia ti a cámara cada vez más rápida, y el estómago se te encoge. No te lo puedes creer porque parece una película y no hay referencias para esta violencia en el empuje. Nada de serie hace esto.
Al llegar a la primera curva descubres que tu arnés de 5 puntos, que te apretaba en parado hasta hacerte un poco de daño, en realidad tiene una gran holgura. Tu cuerpo llega a separarse unos milímetros del respaldo mientras tus costillas se comprimen contra las correas en una deceleración frenética. Es brutal.
Al entrar en la curva, a una velocidad que no tiene precedentes en tus referencias mentales, tienes la sensación de que es imposible darla a esa velocidad. Es el único momento en el que tu instinto de supervivencia te manda un pequeño susurro de alerta, silenciado al instante por el agarre descomunal de los neumáticos de fórmula 1 que se pegan al asfalto como si fuesen chicle.
A partir de ahí, la sucesión de aceleraciones, frenadas y curvas vertiginosas te hacen disfrutar más y más al ir cogiendo confianza con los límites de la física. Las dos vueltas al circuito se hacen muy breves, tal vez 4 ó 5 minutos en total, pero es tan intenso que tampoco te quedas con ganas de más.
Lo mejor de todo es que fui capaz de no marearme, cosa rara, y de disfrutar de cada segundo de esta increíble experiencia. Si alguna vez tenéis la oportunidad de hacer algo así, no la dejéis pasar.
…y así se las gastan los coches eléctricos llevados al límite 😊