Hace ya meses, antes de la pandemia causada por el Covid-19, el Gobierno de Pedro Sánchez declaraba la emergencia climática. El objetivo último es luchar contra cambio climático y sus efectos, capaces de alterar nuestra forma de vida de forma permanente. Para ello, se establecieron propuestas para que España alcance la neutralidad a nivel de emisiones de CO2 para el año 2050. El próximo martes el anteproyecto de la Ley de Cambio Climático llegará al Consejo de Ministros, pero lo hará con cambios e importantes reformulaciones.
El anteproyecto se presentará este martes en Consejo de Ministros y llegará en las próximas semanas a los grupos parlamentarios. El objetivo último es su aprobación en el Congreso, una vía que legitimaría más la ley que su aprobación vía Real Decreto.
¿Qué sabemos sobre la Ley de Cambio Climático?
Uno de los titulares que más alarma causó en el sector del automóvil, y que con toda seguridad fue un «globo sonda», fue anunciar que se prohibiría la venta de coches diésel o gasolina a partir del año 2040. A ello se sumaba la prohibición de circular de cualquier vehículo de combustión interna para el año 2050. Según ha sabido la Cadena SER, aunque el objetivo último de la Ley sigue siendo la neutralidad climática, no se prohibirá la venta de vehículos de combustión interna, ni tampoco su circulación por el territorio nacional.
En cualquier caso, el artículo 12 sigue afirmando que se buscarán las medidas necesarias para que dejen de venderse y circular vehículos contaminantes. Un cambio importante de paradigma es que se pasa de la prohibición a la disuasión, en consonancia con leyes similares en otros países europeos. La movilidad de cero emisiones debería fomentarse y hacerse más y más atractiva. Por ejemplo, esta transición a la movilidad limpia pasaría por la obligación de instalar puntos de recarga en gasolineras y edificios nuevos o reformados, sin ir más lejos.
La transición iría en detrimento del modelo tradicional de movilidad. Pero el modelo tradicional seguiría funcionando en ámbitos rurales o en aplicaciones en las que las barreras tecnológicas impiden la adopción de soluciones de cero emisiones. Con todo, el objetivo es la neutralidad a nivel de emisiones, que se podría lograr con coches «contaminantes» si usaran combustibles sintéticos, o se instaurasen medidas de captación de CO2 – como podría ser un ambicioso plan nacional de reforestación, en mi humilde opinión de redactor.
Uno de los retos más grandes de esta ley es garantizar una transición a un modelo de emisiones nulas garantizando la equidad e igualdad social. Las soluciones deberán ser aptas para todos los bolsillos, pero queda claro que algunos sufrirán más que otros. Una de las reformas mas polémicas será la subida de impuestos al gasóleo, que el ejecutivo lleva anunciando desde hace mucho tiempo. Esto encarecerá el uso de los coches diésel, que aun suponen el 60% del parque móvil, con aún mas incidencia si hablamos de coches ya entrados en años.
Otra de las medidas que se dan por hechas en esta Ley de Cambio Climático es la creación de zonas de bajas emisiones en todos los municipios de España con más de 50.000 habitantes, en los que se aglutina la gran mayoría de población del país. A estas zonas no se podrá acceder o circular por ellas si nuestro vehículo no cuenta con una etiqueta ambiental de la DGT – y en un futuro, este etiquetado abre la puerta a mayores restricciones, como permitir únicamente la circulación con vehículos que tengan etiquetas CERO o ECO.
En unos días tendremos muchos más detalles al respecto, así como de otros posibles cambios en la Ley de Cambio Climático.