Desde que la Ley de Hidrocarburos cambió en 2013 se propició una apertura del mercado y surgieron una serie de estaciones de servicio que ofrecían precios más bajos que los surtidores de las grandes petroleras. Las preguntas no tardaron en aparecer: ¿cómo era posible que las gasolineras ‘low cost’ fueran tan baratas? Ellas mismas desvelan su secreto.
Antes de darles paso, conviene saber cuándo nacieron las suspicacias en torno a estas estaciones de servicio. Fue en 2013, como apuntábamos antes, cuando modificaron la Ley de Hidrocarburos para rebajar los requisitos sobre parcelas y licencias para montar una gasolinera. Esta decisión de liberalizar el suelo destinado a estas instalaciones posibilitó la entrada de operadores alternativos y pequeños empresarios abriendo el negocio y promocionando la competencia.
Aparecieron las gasolineras ‘low cost’ y lo hicieron con un producto idéntico al de las grandes petroleras. Así lo afirmaba José Rodríguez de Arellano, CEO de Plenoil, en ABC: “Es el mismo”. Y no le falta razón. La Compañía Logística de Hidrocarburos (CLH) es el único suministrador de carburante de nuestro país: siguiendo la Ley de Hidrocarburos, almacena el petróleo, lo reparte y lo transporta hasta cualquier estación de servicio. Tanto si es ‘low cost’ como si no.
Los aditivos
El combustible es igual para todas porque pasa una serie de controles para verificar que cumple con las correspondientes normas de calidad. No obstante, como reconoce el CEO de Plenoil, hay una diferencia: los aditivos. Su compañía “emplea los que recomienda CLH”.
Son una serie de productos químicos que se añaden al carburante para sumar alguna cualidad al mismo. No obstante, es complicado demostrar las mejoras que prometen estos aditivos y, además, para comprobarlo se necesita un largo período de tiempo y un uso intensivo. La presencia de los aditivos marcan, en parte, las diferencias entre los precios de unas gasolineras y otras: si están presentes, la gasolina y el diésel serán más caros.
Así logran ser un 10% más baratas
Este tipo de estaciones de servicio pueden llegar a ofrecer el litro, de media, un 10% más barato. Algo a tener en cuenta en un escenario como el actual, donde la escalada de precios no parece detenerse. Los aditivos no es el único factor que marca la diferencia: sus reducidos márgenes influyen. Según el CEO de Plenoil suelen estar “entre el 0,5 y el 1%” ya que tienen “política muy agresiva en precios para lograr volumen”.
A esto hay que añadir que tienen “muy pocos costes” y “menos gastos; nos permite ser más ágiles”. A esta rapidez también influye la organización de la empresa: cuentan con “muy poco escalafón jerárquico (cuatro niveles) y una pirámide de decisión reducida”.
Otro de los factores tiene que ver con el personal. En la mayoría de las gasolineras ‘low cost’ es mínimo o inexistente y el 60% de los costes proviene de ahí. Normalmente tienen a una sola persona o prescinden de la plantilla sustituyéndola por máquinas de pago: si son capaces de reducir la mayor partida de sus costes podrán minimizar el precio del litro de combustible.
Y, por último, estas estaciones de servicio están ubicadas lejos de los centros urbanos. En muchos casos se instalan en zonas industriales, donde el suelo sale más barato, o en recintos comerciales porque pertenecen a grandes superficies.