«El mundo no necesita otro salón del automóvil«. Casi cada vez que Paolo Tumminelli, el ideólogo de Grandbasel, ha hablado a los medios ha comenzado con la misma provocativa frase. Sin embargo Grandbasel se inauguró ayer con más de 100 coches expuestos y la sensación de atraer las miradas de todo el ecosistema del automóvil, desde aficionados a ricos coleccionistas pasando (aunque sea ocultos desde un rincón) por la propia industria. Entonces ¿Qué es Grandbasel? en palabras de Tumminelli, es un espacio en el que lo importante no es enseñar lo que puedes vender, sino ver los coches desprovistos de la parafernalia del márketing, un lugar para ver, hablar y celebrar el automóvil como objeto precioso y lleno de significado. ¿Vienes a dar una vuelta?
Minimalismo
Lo primero que sorprende de Grandbasel es que más que una feria parece una exposición de arte. Seguramente no es casual que los organice la misma empresa que Art Basel, la feria de arte contemporáneo más importante del mundo y que tiene (como tendrá Grandbasel) secuelas en Miami y Hong Kong. Con el aire de las galerías de vanguardia de los años 60, desprovistas de toda parafernalia adicional, se exponen los coches para que hablen por si solos, pero como tal exposición ha sido comisariada: un comité de expertos ha seleccionado algunas piezas con las que contar historias acerca del diseño o la influencia de los coches en nuestra cultura. Paolo Tumminelli, Lapo Elkann, Sylvie Fleury, Michael Erlhoff, Giorgietto Giugiaro y Stephen Bayley han creado algunas piezas especiales pero además han elegido, de entre todas las solicitudes hechas para exponer en Grandbasel, aquellas que daban más sentido al evento a nivel global.
Contar historias
Giugiaro, que ayer paseaba discretamente por el lugar con el aire de las personas mayores y sabias, ha decidido presentar aquí su Sybilla GG80, una pieza única que celebra sus 80 años y junto a la cual ha colocado tres cuadros pintados por él en 1958, 1970 y 2018. Preguntado ayer si aún se sentía un artista, Giorgietto contestó con una sonrisa «Yo soy sólo un diseñador».
Al lado del Sybilla un largo expositor reúne al Corvair Testudo de 1963, el primer gran concept de Giugiaro, y al Lamborghini Countach, su pieza de producción más radical. Entre ambos los comisarios han colocado un Lamborghini Miura, sutilmente entrando en la polémica sobre la verdadera autoría del coche entre Gandini y Giugiaro. Así se cuentan historias cuando se prescinde del marketing: dejando que las piezas se relacionen ante el espectador.
¿Coches y arte?
Pero no todo es diseño en Grandbasel. El Miura escogido es la unidad que aparece al inicio de «The Italian Job» (Peter Collinson, 1969) y que en la pantalla, gracias a «la magia del cine», acaba deshecho en el fondo de un barranco. El cine y el arte siempre han acogido a los coches de modo especial. La artista Sylvie Fleury, una de las comisarias del evento, decidió exponer una de sus piezas junto a un imponente Lincoln Continental y no por casualidad, sino porque fue el último coche de Picasso, ese tipo extraño que se enamoró del Mercedes 300 SL de David Douglas Duncan.
«De alguna manera los coches imitan al arte», me decía el experto en diseño Stephen Bayley en una conversación ayer mismo, y otra de las vitrinas incluye una pieza que hizo eso a lo grande. El Cisitalia 202 de 1946 es el primer coche en formar parte de la colección permanente de un museo de arte, el MoMA de Nueva York, tras ser expuesto en 1950 en la muestra «8 automobiles». Este Cisitalia no es el del MoMA, pero sus cualidades como escultura rodante quedan destacadas al tener al lado a otra increíble obra maestra de la expresión con volumen: el Pegaso Z102 Serie 2 Saaoutchik Convertible de 1954. ¿Con qué coche podría completarse esa vitrina? ciertamente con muchos, pero los comisarios han decidido colocar una unidad de BMW 507, tenido popularmente por uno de los coches más bellos de mediados del siglo pasado.
Cultura del automóvil
En el amplio espacio de la avenida norte una gran cantidad de coches cuentan historias muy diferentes. En una esquina el especialísimo Citroën DS «Le dandy» de Henri Chapron y en la otra el novedoso Tesla Roadster, que se deja ver por primera vez en Europa en estado aún lejano a la producción. En un lado el originalísimo Fiat 500 Spiaggina imaginado por Lapo Elkann y su Garage Italia, y en otro el espartano Fiat Panda que Tumminelli rescató en Sicilia como ejemplo de «último coche diseñado para la gente». El Panda fue encargado a Giugiaro por Carlo De Benedetti, un ex directivo de Olivetti, durante los escasos meses en que fue presidente de Fiat, por eso como un juego Tumminelli ha puesto en el maletero de este coche una máquina de escribir de aquella marca.
Pero ¿Y el famoso Lancia Delta Integrale Futurista? Está también aquí, y no puedo decir que deje indiferente. Recreado a partir de chásis de Integrale 16v, el equipo de Eugenio Amos ha creado un Deltona del siglo XXI con fibra de carbono, 300 cv y sólo tres puertas. ¿Es un clásico? Sin duda es cultura del automóvil y cultura del automóvil clásico. Sin todo el ruido mediático del Amos, unos metros más allá Aestec presenta su GTS, una recreación del Porsche 904 GTS a partir de un chasis de Boxster infinitamente modificado y un motor de Cayman GT4. «No queremos hacer un 904 nuevo porque no cabríamos en él» nos dicen, pero este coche, un deportivo muy serio, no sólo es distinto, también es amplio y cómodo, con sus asientos de cuero encargados a Bentley, y sus llantas Fuchs creadas ex-profeso para este coche con la estética de las legendarias asociadas a Porsche.
La selección de coches es tan rica que ni me ha dado tiempo de contaros que hay una selección de los fabulosos Iso. O que sólo hay un Mercedes 300 SL Gullwing, o que se encuentran dos de los escasísimos Isotta Fraschini posteriores a la Segunda Guerra Mundia. O que las grafías de los coches cuentan otra gran cantidad de historias. O las llantas.
Quizá, después de todo, por eso hace falta Grandbasel, para mostrar más diversidad en la cultura del automóvil. Durante la charla de ayer Giugiaro afirmaba que el mercado impide que los coches actuales tengan buen gusto en el diseño y echaba de menos la extraordinaria diversidad del mercado estadounidense de los años 50 y 60, pero recordaba que los coches actuales son máquinas fabulosas para viajar y desplazarse, las mejores que ha habido. La industria actual parece atenazada para tomar riesgos, decía Tumminelli, pero a veces también se han creado grandes coches por las razones equivocadas, afirmaba Stephen Bayley.
Grandbasel es una celebración del automóvil como objeto repleto de significados. Un canto del cisne también quizá. Los coches como hoy los conocemos se acabarán pronto y para ellos, en la hermosa expresión que usó ayer Bayley «Faltan 5 minutos para medianoche«. Pero su atractivo como objeto de diseño y la densidad de significados que los rodea permanecerá de algún modo. Quizá serán como los relojes: todos miramos la hora en el móvil pero seguimos sintiendo un raro placer en llevar uno especial en la muñeca.
Fuente:https://www.grandbasel.com
Fotos: Diariomotor
En Diariomotor: El Lancia Delta Futurista ya está aquí