Entre 1938 y 1940, el Louvre fue prácticamente desmantelado, y cientos de obras trasladas a los castillos del valle del Loira, ante el riesgo de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, primero, y ante la amenaza de expolio que se cernía tras el armisticio de junio de 1940. La actuación de Jacques Jaudard, director del Louvre, y el oficial nazi Wolff-Metternich, para evitar el expolio del museo parisino, sería narrada posteriormente por muchos historiadores, e incluso llevada al cine (ver Francofonia). Una historia que, por sorprendente que resulte, también tiene mucho que ver con la de todos estos coches que aparecieron escondidos en una cantera, en la que habían permanecido durante más de 70 años.
Contaba el Daily Mail que Vincent Michel, un profesor belga, hizo el hallazgo de su vida mientras exploraba una antigua cantera abandonada en el centro de Francia. Imaginamos cuál debió ser su sorpresa al encontrarse con decenas de coches de preguerra ocupando las galerías en las que se trabajaba en la extracción de roca hasta los años treinta.
70 años después, bajo tierra, en unas condiciones complejas para la conservación de un automóvil, hicieron mella en estos vehículos, que hoy en día se encuentran en el estado que puedes ver en estas imágenes.
Lo sucedido en esta cantera francesa tiene que ver, y mucho, con la reacción que tuvieron muchos europeos al conocer las historias del frente alemán y la capacidad de la Blitzkrieg alemana para avanzar, como su propio nombre indica, como un relámpago. La misma reacción que en su día tuvo Jaudard tratando de proteger las obras del Louvre.
Ante la inminente llegada de las tropas alemanas, y la previsible ocupación que se prolongaría durante más de cuatro años, muchos franceses reaccionaron ocultando sus coches para evitar que estos fueran requisados por las tropas nazis. Tras la liberación de París – en la que por cierto colaborarían exiliados españoles – y la rendición alemana, los propietarios de aquellos coches que años atrás habían quedado abandonados en una cantera no regresarían para recuperarlos. En los años posteriores, incluso, el propietario de la cantera almacenaría más coches en ella.
Décadas más tarde, los herederos y actuales propietarios de la cantera recuperarían el interés por aquellos coches tras el hallazgo de Vincent Michel. Intentarían, incluso, subastar alguno de los vehículos. Pero el estado de deterioro de los coches es tal que, no solo sería difícil su venta y posterior restauración, sino incluso su extracción sin que se deshaga y desmorone la carrocería de lo que en su día fueron los utilitarios de ciudadanos franceses.
Vía: Motorpasión
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