Tenemos un problema, y es que los híbridos enchufables ni consumen lo que prometen, ni son usados como deberían. Combinar dos tecnologías de propulsión ofrece a priori muchas ventajas, pero según acaba de evidenciar la Comisión Europea, también trae consigo un importante inconveniente. Y para muestra sólo un dato: los híbridos enchufables emiten hasta un 350% más de emisiones de CO2 de lo homologado.
Híbridos enchufables y la trampa del ciclo de homologación WLTP
Desde que se implantase el ciclo de homologación WLTP y el protocolo RDE, podemos afirmar que la homologación de consumos ha conseguido ofrecer valores de consumo y emisiones bastante más realistas para todos los motores. Bueno, para todos los motores no, y es que los híbridos enchufables sacan un especial provecho de las condiciones que rigen los ciclos de homologación al “despreciar” la energía eléctrica disponible en sus baterías a la hora de medir consumos de combustible.
Esto es precisamente lo que hace posible que desde que desembarcaron los híbridos enchufables en el mercado, su consumo homologado prometa consumos ridículos alrededor de los 1,5 l/100 Km para coches que fácilmente superan los 2.000 Kg de peso y los 300 CV de potencia. Y no es que este consumo no sea posible en el uso real, sino que para conseguirlo, es necesario comenzar cada trayecto con las baterías a plena carga, algo que no pocos estudios han demostrado que pocas veces ocurre en el mundo real.
Esa es la realidad, y es que tenemos que asumir que el grueso de usuarios de híbridos enchufables no recarga sus coches, o por lo menos no lo hace con frecuencia, pues nada ni nadie les obliga a ello.
De esta forma es como se entiende el reciente descubrimiento realizado por la Comisión Europea tras analizar los datos de consumo real de nada menos que 988.231 coches vendidos en nuestro mercado. Estos datos, cedidos por los propios fabricantes de los coches, son generados por todos los vehículos de nueva fabricación desde enero de 2021, un protocolo introducido precisamente para vigilar más de cerca el consumo y las emisiones reales de los coches que se venden en Europa y así evitar nuevos Dieselgate.
Si bien la muestra analizada apenas representa alrededor de un 11% de las ventas totales de nuestro mercado, sí que ha servido para tomarle el pulso a nuestro parque automovilístico y así entender que algo no está funcionando, especialmente con los híbridos enchufables y esa desviación media de las emisiones de CO2 del 350%. Dicho esto, y aunque en mucho menor grado, tampoco se libran otras motorizaciones no electrificadas, pues los coches gasolina han mostrado unas emisiones un 24% superiores, mientras que los diésel un 18%.
Asumiendo que un ciclo de homologación de consumos jamás podrá replicar de forma exacta las condiciones de uso real de un vehículo, lo que sí hace este informe es poner de manifiesto que se requieren medidas urgentes para reducir la brecha entre consumo homologado y real, especialmente en el caso de los híbridos enchufables, pues además este tipo de motores gozan de cada vez mayor interés por parte de los compradores dado su mejor precio frente a los coches 100% eléctricos y las numerosas ventajas de las que gozan a nivel legislativo.
Sin ir más lejos, en España cualquier híbrido enchufable con más de 40 kilómetros de autonomía eléctrica, recargue o no sus baterías alguna vez en la vida, obtiene la etiqueta CERO emisiones y con ello todos los beneficios que conlleva: libre circulación por áreas ZBE, menor carga impositiva, precios reducidos en zonas de aparcamiento regulado, etc.
Algunas ciudades en Europa, como es el caso de Madrid, ya hablan del uso de radares de emisiones para controlar a los híbridos enchufables en las ZBE, del mismo modo, fabricantes de coches como BMW han propuesto establecer sistemas que fuercen el uso del modo eléctrico en áreas de bajas emisiones, lo que podría solucionar en gran medida el mal uso que se hace actualmente de los híbridos enchufables.
Fuente: AutoNews
