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La historia del desconocido Chevrolet Corvette de seis cilindros

El Chevrolet Corvette es posiblemente el coche deportivo americano por excelencia. Aunque su última generación quiera ser un supercoche y tenga su motor en posición central, el verdadero estándar de los Corvette es su motor V8 atmosférico, del que es imposible disociarlo. ¿Verdad? No tan rápido: durante los dos primeros años de su comercialización, el Chevrolet Corvette se vendió exclusivamente con un motor de seis cilindros. Esta es la historia del desconocido y denostado Corvette «Blue Flame», sin el que esta leyenda americana no habría sido posible.

Para poder entender la historia correctamente, tenemos que remontarnos al periodo de bonanza que sobrevino en Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial. La ocupación americana en Europa duró bastantes años después del conflicto, y era habitual para muchos soldados, importar un exótico coche deportivo europeo cuando volvían a Estados Unidos. Era común que volviesen a casa con un Alfa Romeo, un MG o un Jaguar. Jaguar comenzaba a despuntar en el incipiente mercado entusiasta con el XK120, cuyo motor de 3,4 litros y seis cilindros ya desarrollaba 160 CV.

Estados Unidos demandaba muchos coches deportivos a principios de los años cincuenta.

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En 1951, comenzaba la venta en Estados Unidos de los deportivos italoamericanos Nash-Healey, con grandes proyecciones comerciales. Harley Earl, uno de los mejores diseñadores de coches de la historia, trabajaba entonces para General Motors. Supo ver esta tendencia, y convenció a los mandamases corporativos de la necesidad de fabricar un deportivo biplaza 100% americano, con carrocería descapotable. Así, a finales de 1951, comenzaba el «Project Opel», cuyo nombre buscaba confundir a la competencia. Para enero de 1953, el primer prototipo estaba listo.

Fue presentado en la exposición itinerante Motorama de General Motors, y desde el primer momento, la recepción del público fue tan entusiasta, que el gigante de Detroit supo que tenía que producirlo en serie lo antes posible. Fruto de un desarrollo muy acelerado, las primeras unidades de producción salieron de la cadena de montaje de Flint (Michigan) en junio del mismo año. Podías comprar un Chevrolet Corvette C1 en cualquier color, mientras fuera blanco, y su interior solo podía pedirse en color rojo.

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Durante sus dos primeros años, solo se pudo encargar con cambio automático de dos relaciones.

Su precio era de 3.490 dólares, considerablemente superior al objetivo de 2.000 dólares de la visión de Harley Earl. El Corvette tenía también otro objetivo: relanzar la imagen de marca de Chevrolet, que en el fondo, era la marca barata de General Motors. El primer Corvette tenía un motor de seis cilindros y solo se vendía con un cambio automático Powerglide de dos relaciones. En aquél entonces, los cambios automáticos eran tecnología de vanguardia, y los jefes de producto temían que un Corvette con cambio manual fuese visto como un producto desfasado.

Esa es, al menos, la versión oficial. La realidad es que el icónico small-block V8 de Chevrolet aún estaba en desarrollo en 1953, y la marca no contaba con un cambio manual que soportase la potencia de su motor de seis cilindros. No obstante, el propulsor de seis cilindros del Corvette era una maravilla técnica para la época. Llamado Blue Flame, tenía 3,9 litros de cubicaje y era la evolución final de una familia de motores presentada en 1929. Este motor tenía pistones de aluminio, una relación de compresión de 8:1, y estaba alimentado por tres carburadores.

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A nivel de chasis, era un coche antediluviano, con un eje trasero rígido.

Desarrollaba 150 CV brutos, y asociado al cambio Powerglide de dos relaciones y convertidor de par, hacía el 0 a 96 km/h en unos muy respetables 11,5 segundos y tenía una velocidad punta de 174 km/h. Hoy en día es un dato irrisorio para un coche deportivo, pero en la época, eran cifras muy atractivas. Las ventas del Corvette C1 fueron decepcionantes en los años 1953 y 1954, muy por debajo de las expectativas, quizá a causa de reviews no demasiado halagüeñas por parte de la prensa, y unas prestaciones que no casaban con su espectacular diseño.

Sin embargo, en el año 1955 todo cambió. En 1955 se comenzó a vender el primer small-block V8 de Chevrolet, su primer V8 desde el año 1919. Aquel motor de 4,3 litros desarrollaba 195 CV brutos, y comenzó a ser ofrecido de forma opcional en la gama del Corvette. Además, a mediados del MY 1955, pudo por fin ser asociado a un cambio manual de tres relaciones, algo hasta entonces imposible. No obstante, quizá hubo que agradecer a Ford que el Corvette tuviera una segunda oportunidad. En 1955, Ford lanzaba su innovador «coupé personal» Thunderbird.

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El Corvette estuvo en la cuerda floja: un tercio de la producción no se había vendido a finales de 1954.

La rivalidad entre Ford y General Motors forzó al «general» a redoblar su apuesta por el Corvette. Doble o nada. Y esa decisión, tomada en un contexto poco favorable para Chevrolet, fue la que terminaría por salvar al Corvette. Si General Motors hubiese decidido no continuar la producción del Corvette, como algunos mandos querían, el motor V8 no hubiera podido catapultar sus ventas y su popularidad – era una mecánica de prestaciones acordes al Corvette – y la historia del automóvil se habría escrito de una forma completamente diferente.

En 1955, la mayor parte de Corvette ya fueron V8, y desde entonces, el motor V8 ha sido la única opción mecánica en el deportivo americano por excelencia. En cualquier caso, no conviene olvidar que fue el motor de seis cilindros el que permitió al Corvette mantenerse en producción lo suficiente hasta la llegada del V8.

Vídeo destacado del Corvette

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Sergio Álvarez

Aunque es técnico en comercio internacional de formación, los coches han sido su pasión (incluso obsesión) desde que apenas levantaba un metro del suelo y sus padres le regalaron un Ferrari rojo a pedales. Su afición se ha profesionalizado en Diariomotor, donde está presente desde 2008. Seguir leyendo...

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