A diferencia de cómo se hubiese hecho hoy día, el logo de Porsche fue diseñado por el mismo Ferry Porsche en la servilleta de un restaurante de la Gran Manzana en cinco minutos, y si te lo estás preguntando, sí, el caballo encabritado que aparece en él guarda relación con el de Ferrari, de hecho, se trata del mismo caballo. ¿Quieres conocer la historia del logo que portan mítico deportivos como el 911? Pues acompáñanos.
Nos remontamos al año 1950, en ese momento un tal Max Hoffman era un conocido importador austríaco de deportivos europeos que se había hecho un nombre en Nueva York, y a cuyo concesionario de Park Avenue acudían las personalidades más pudientes de la época. De hecho, tal ha hecho la importancia de Hoffman que fue el responsable de que Mercedes-Benz fabricase el 300 SL como vehículo de producción, y convenció a BMW para que crease el 507 bajo sus indicaciones para llenar un hueco en el mercado, en su mercado.
Así pues, volviendo a ese año 1950, un periodista llamado Max Troesch, que era amigo personal de Hoffman, había probado un pequeño deportivo alemán, muy ligero y no muy potente, con un minúsculo motor de 1,1 litros de cilindrada, pero con una agilidad y deportividad que le dejó asombrado. Se trataba del Porsche 356, y así de lo transmitió a Hoffman, quien en octubre de ese mismo año ya contó con dos unidades en carrocería coupé.
Puede que Hoffman pensase lo mismo que Troesch del 356, ya que en el Salón del Automóvil de Paris de 1950 se reunió con Ferry Porsche, con quien llegó a un acuerdo de importación de 15 unidades anuales. Sin embargo, y aquí es donde realmente comienza nuestra historia, Hoffman se dio cuenta que Porsche necesitaba un logo con el que sus compradores la identificasen rápidamente, al igual que la estrella de tres puntas de Mercedes o el felino de Jaguar. Además, con ello también conseguiría deshacerse de las grandes letras P-O-R-S-C-H-E en el capó de esos preciosos deportivos, y que aún entonces, poco más de cinco años después de que finalizase la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), aún había quienes las asociaban al nazismo, y con razón, pues Ferdinand Porsche fue uno de los ingenieros favoritos del régimen gracias a su brillantez, y claro, Ferdinand se dejó querer.
Así pues, en una cena que mantuvieron Max Hoffman y Ferry Porsche en un restaurante de Nueva York en 1952, el austriaco le pidió al alemán que dotara a sus coches con un logotipo con el que se les relacionase, a lo que Ferry respondió: “Si todo lo que necesitas es un distintivo, nosotros también podemos dártelo”. Acto seguido Ferry tomo un bolígrafo de su chaqueta, cogió una servilleta, y en cinco minutos dibujo el boceto del logo que en su regreso a Alemania los responsables de publicidad terminaron de pulir con detalles ínfimos.
Ese logotipo estaba (y está) formado por un doble escudo. En el centro aparece un caballo encabritado color negro sobre un fondo dorado con la inscripción Stuttgart sobre él, tratándose del escudo de armas de dicha ciudad. Este primer escudo se encuentra dentro de otro compuesto por unas astas de ciervo y unas franjas rojas y negras, que es el escudo de la región de Baden Württemberg.
¿Y que relación guarda entonces el escudo de Stuttgart con Ferrari? El caballo de Ferrari rinde homenaje a Francesco Baracca, un conde y homenajeado piloto de combate italiano de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Baracca había pintado en su avión un caballo idéntico de color rojo sobre una nube blanca, que era un “trofeo de guerra”, pues el primer avión que había derribado estaba pilotado por un alemán de Stuttgart. Así pues, fue la propia madre de Baracca quien pidió a Enzo Ferrari que usase el caballo de su hijo, prometiéndole que le traería suerte. Enzo aceptó, pintándolo en color negro en señal de luto por el famosos aviador italiano.