Pasar de fabricante generalista a firma premium es el sueño húmedo de muchas marcas automovilísticas, y es por ello por lo que en la historia del automóvil encontramos muchos proyectos en los que se ha intentado, aunque con muy muy pocos casos de éxito. El Volkswagen Passat W8 fue uno de esos intentos, un delirio de grandeza que dio lugar al que para muchos ha sido el mejor Passat que se ha fabricado hasta el día de hoy.
Un motor único e irrepetible que quiso reiventar el V8
Para entender al Passat W8, lo primero que debemos hacer es entender su peculiar motor en W. Esta configuración mecánica ha conseguido convertirse en todo un símbolo del grupo Volkswagen, una muestra de poderío y orgullo en materia de ingeniería que ha permitido crear la leyenda de la Bugatti moderna. Pero hasta llegar al todopoderoso W16 Quad Turbo de los Veyron y Chiron, primero hubo que experimentar y el 4.0 W8 atmosférico del Passat fue el encargado de asumir ese papel.
El W8 nacía fruto de unir a través del cigüeñal dos V estrechas de 4 cilindros a 15ª, dando vida a una W con un ángulo de 72º entre cada bloque de 4 cilindros. Pese a tan peculiar configuración, cada V contaba con una sola culata de 4 válvulas por cilindro.
Este propulsor ofrecía una potencia máxima de 275 CV a 6.000 rpm y un par máximo de 370 Nm a 2.750 rpm. No eran cifras demasiado boyantes, pero el W8 tenía como puntos fuertes un diseño muy compacto – mucho más que cualquier V8 -, un coste de desarrollo contenido al partir de la arquitectura VR del grupo y además era un motor realmente suave en su funcionamiento gracias a una curva de par muy plana. El objetivo de Volkswagen era competir con las berlinas premium movidas por mecánicas V8, convirtiendo al Passat W8 en una alternativa exótica en su clase ya que además estaba disponible de forma obligada junto a la tracción total 4Motion con diferencial central Torsen.
La única opción a nivel mecánico era la transmisión, que bien podía ser una transmisión manual de 6 relaciones o automática Tiptronic de 5 marchas. Si bien en la versión manual firmaba un 0-100 Km/h de 6,5 segundos, en el caso de la versión automática esa registro se realizaba en 7,8 segundos. La velocidad máxima en ambos casos era de 250 Km/h.
La receta de este Volkswagen Passat con motor de 8 cilindros, el primero de su historia, prometía sobre el papel. Sin embargo el mercado no terminó de encajar tan exótica apuesta por tres grandes razones: en primer lugar el precio del Passat W8 era tan alto como el de sus teóricos rivales de Audi, Mercedes, BMW o Jaguar, en segundo lugar porque el consumo del W8 era bastante alto (verlo por debajo de 12 l/100 Km era difícil) y tercero, y quizá lo más importante, pelear en imagen de marca es una carrera de fondo que requiere de mucho más que motores más grandes.
Pese a ello, los responsables de Volkswagen eran sabedores de que esta apuesta no se iba traducir en un éxito comercial, vendiéndose muy pocas unidades de las dos carrocerías en las que estuvo disponible (berlina y familiar). Pero el verdadero objetivo sí que se había conseguido, pues gracias al W8 el Volkswagen Passat consiguió distanciarse de sus alternativas generalistas, dando un puñetazo sobre la mesa aprovechando la actualización del Passat B5 e inaugurando la saga de motores W12 que después permitiría crear las versiones más exclusivas de marcas como Audi, Bentley o incluso la propia Volkswagen.
En la actualidad es posible encontrar unidades del Passat W8 de segunda mano, siendo un coche bastante exótico por su propulsor y las pocas unidades que se vendieron. Además, este modelo podemos encontrarlo por precios inferiores a 6.000-7.000 euros, si bien hablamos de un coche con alrededor de 20 años, con un motor no apto para principantes en mecánica y con un apetito voraz de gasolina.