Cuando pensamos en un deportivo nipón se nos vienen a la mente nombres como Toyota Supra, Nissan GT-R o Honda NSX. Y es que este último tuvo el honor en su primera iteración de asentarse no solo otrora como uno de los deportivos más codiciados, sino también en la actualidad. Es por ello que el resurgir del superdeportivo de Honda en estos tiempos fue una bocanada de aire fresco para los más pudientes petrolheads; pero la realidad no ha sido otra que una inadvertida vida que ya ha llegado a su fin.
Y es que el Honda NSX de segunda entrega en ningún momento cuajó tan bien como sí lo hizo su predecesor, dejando unas ventas más bien anecdóticas. Menos de 3.000 unidades fueron producidas del superdeportivo japonés y, aunque en un futuro esto pueda significar exclusividad y revalorización, para la firma nipona ahora mismo es síntoma de fracaso.
Adiós a la segunda generación del Honda NSX, el superdeportivo que tuvo una inadvertida vida
Así lo ha anunciado la marca después de que la unidad 350 de la versión Type S del Acura -acuñación que adopta para el mercado americano- NSX abandonase la fábrica que tiene Honda en Marysville, Ohio. Y es que pese a que el NSX de segunda remesa fue presentado en 2015, desde entonces tan solo 2.908 unidades fueron producidas por la firma nipona, obligando incluso a cancelar su venta en ciertos mercados dada la falta de éxito.
En una primera instancia, el Honda NSX se vendió en Europa, Japón, Australia, Reino Unido y América pero, tras tan solo vender tres unidades entre 2019 y 2020 en Europa, ninguna en Australia y nueve en Japón en enero de 2020, la firma decidió vetar su comercialización y lanzar la edición especial Type S limitada a 350 unidades, de las cuales 300 estaban destinadas a Estados Unidos, 20 a Canadá y 30 a Japón.
Pero, ¿qué falló en esta segunda entrega del NSX? El diseño, aunque es muy subjetivo, no era malo, y el esquema mecánico hacía gala de unas prestaciones lo suficientemente buenas como para contentar a los más entusiastas. Y es que el superdeportivo japonés recurría a un V6 turbo de 3.5 litros que, junto a dos motores eléctricos, producía 581 CV y 698 Nm de par para lograr una punta de 308 km/h y un 0 a 100 en 3,9 segundos.
El problema tal vez no fue otro que un precio de partida en Europa de 180.000 euros, un precio que se antojaba elevado frente a los 108.050 euros que costaba un Nissan GT-R por allá en 2016 o frente a los 218.000 euros que implicaba un McLaren 570S. Así mismo, había rivales más baratos como el Porsche 911 GT3, que exigía un desembolso por aquel entonces en su generación 991 de 157.857 euros.
Y es que así ha sido la inadvertida vida de un superdeportivo como el Honda NSX, modelo que tenía muchas papeletas para brillar gracias a su legado tal y como lo hizo el GT-R. Pero el mercado dictó sentencia con el superdeportivo nipón y, aunque no veremos a un sucesor pronto, la casa japonesa ya ha hecho alusión a que si en algún otro momento de la historia vemos a las siglas NSX posarse sobre una zaga será sobre la de un coche eléctrico.