Hace ya seis años que Hyundai presentó en Estados Unidos el prototipo HCD-15 Santa Cruz. Aquél coche era una versión pick-up del Hyundai Santa Fe, con firmes intenciones de ser comercializado. Han tenido que pasar seis años para que el Hyundai Santa Cruz se materialice en un vehículo de producción. Se trata de una pick-up relativamente compacta, de 4,97 metros de longitud, y muchos lazos técnicos con el Hyundai Tucson. De hecho, es un vehículo que desdibuja la frontera entre los todocaminos de siempre y las aguerridas pick-up. Nos gusta mucho.
El Hyundai Santa Cruz es un coche diseñado con el mercado estadounidense en mente. Es una pick-up puramente lúdica, lejos de las bestiales Ford F-150 y RAM 1500 con chasis de largueros y travesaños. De hecho, está incluso lejos de las Ford Ranger, de clara vocación off-road. La prueba definitiva de la orientación de la Hyundai Santa Cruz es que está construida sobre una carrocería monocasco y cuenta con suspensión independiente en las cuatro ruedas. Sus rivales directos son coches como las fantásticas – e igualmente lúdicas – Honda Ridgeline.
Las Ridgeline también cuentan con una carrocería monocasco y están orientadas a un público que las usará como coche diario, con excursiones fuera del asfalto con pistas rotas como principal obstáculo. Otras rivales de las Hyundai Santa Cruz serán las Nissan Frontier o Toyota Tacoma, ambas con una vocación todoterreno claramente superior y dimensiones superiores. De hecho, las Santa Cruz son pequeñas para estándares estadounidenses, y es por ello que Hyundai afirma que ha creado un nuevo nicho de mercado con este esperado lanzamiento.
No obstante, la alegría durará poco: Ford está a punto de lanzar las nuevas Maverick, de orientación y dimensiones casi idénticas, construidas sobre la plataforma del Ford Bronco Sport. De la Hyundai Santa Cruz destacamos un diseño realmente bonito y trabajado, con un frontal que nos recuerda poderosamente al Tucson. Su mirada es algo más agresiva – la palabra es más masculina – y su perfil lateral cuenta con nervios de expresión marcados. En la zaga destaca el nombre del coche, troquelado en el portón, así como unas ópticas LED de tamaño generoso.
El habitáculo de la Hyundai Santa Cruz es prácticamente idéntico al de un Hyundai Tucson, presumiendo de instrumentación digital y un equipo de infotainment de 10,25″ de pantalla, a la vanguardia de la conectividad. Bajo los asientos traseros cuenta con unas prácticas cubetas impermeables. La magia de la Santa Cruz no es su habitáculo, es su caja trasera. Una caja de 1,32 metros de longitud, con una cubeta estanca en su parte trasera – similar a la de la Honda Ridgeline – y multitud de anclajes, además de una cubierta extensible de serie.
Hyundai ofrece dos mecánicas en las Santa Cruz, ambas de cuatro cilindros. La de acceso es un 2.5 atmosférico de 190 CV, asociado a una caja de cambios de convertidor de par y ocho relaciones. La tope de gama es un motor 2.5 T-GDi turboalimentado con 275 CV y 420 Nm de par motor máximo, asociada a una caja de cambios de doble embrague y ocho relaciones. Ambas están conectadas a un sistema HTRAC de tracción total inteligente, un sistema capaz de distribuir el par de forma variable en función de las condiciones y el modo de conducción elegido.
Las Hyundai Santa Cruz no se venderán en Europa. Al menos Hyundai no lo ha confirmado y siquiera ha publicado la nota de prensa en su web de medios europea. Lo cierto es que es un producto que equipado con un motor diésel podría funcionar fantásticamente bien como alternativa a las grandes pick-up tradicionales – de comportamiento y apetito de combustible claramente peores.