El Hyundai Tucson es a día de hoy el SUV compacto más vendido en el mercado español. Su éxito individual, unido a las dificultades que atraviesan sus principales rivales por culpa de la crisis de semiconductores, ha provocado que este todocamino coreano se haya convertido claramente en el favorito de los españoles. Y por eso hoy vamos a analizar a fondo al Hyundai Tucson a través de una prueba a fondo de su versión diésel microhíbrida, intentando así descubrir si estamos ante una compra tan interesante como dicen las cifras de ventas.
Diseño: la virtud de ser diferente
Nadie puede negar que con la actual generación del Tucson, Hyundai se la ha jugado con una apuesta bastante arriesgada donde además de romper con la imagen de sus antecesores, se estrena un lenguaje de diseño exterior cargado de personalidad. Incluso demasiada según donde pongamos los ojos. Pero el resultado final no es solo una fórmula que convence, sino que además también vence ya que el Tucson pone tierra de por medio con el grueso de sus rivales en el apartado estético.
Hyundai Tucson
Siendo el segmento de los SUV de tamaño medio un mercado con tantísimos rivales, la diferenciación propuesta por Hyundai funciona desde el primer instante. No es apta para todos los públicos y en ciertos casos, el mío por ejemplo, requiere de algún tiempo para hacerse a sus rasgos más característicos como son la iluminación frontal o la gran presencia de aristas que posee el lateral.
En el interior la experiencia es totalmente la opuesta. Si en el exterior se puede llegar a percibir incluso algo de exageración, en el interior la sensación es de minimalismo y elegancia. La forma en la que se ha concebido el puesto de conducción, el volante o el salpicadero demuestran un claro interés por crear un ambiente sencillo, amplio y muy confortable. Las pantallas son las grandes protagonistas con 10,25″ pulgadas para el cuadro de instrumentos y otras 10,25″ pulgadas para el sistema multimedia, teniendo como único punto mejorable el uso de una interfaz táctil para el gobierno de la consola central y el climatizador. Si bien la ubicación y tamaño de los botones es buena, durante la conducción obliga a a quitar los ojos de la carretera para saber qué estamos pulsando.
Calidad y equipamiento: las grandes claves
Las categoría de SUV de tamaño medio ha madurado de forma excepcional con el paso del tiempo. Convertidos en súper ventas, los fabricantes están cuidando mucho sus monturas para que con cada actualización se vean y se sientan como referentes en su clase. Coches como el Peugeot 3008 o los nuevos Nissan Qashqai o Kia Sportage son excelentes ejemplos de esta apuesta, y aquí el Hyundai Tucson no defrauda.
La calidad percibida en todo el habitáculo es alta, sin llegar al nivel de alternativas premium como el BMW X1 o el Range Rover Evoque, pero superando claramente la media tanto en la construcción como en el uso de materiales. De hecho, esta sensación se percibe en todos los Hyundai de última generación.
En lo tocante a equipamiento este Tucson consigue el nivel que se le presupone a una novedad así en esta categoría. Está dotado con lo último y mejor del segmento, aunque eso sí, no ofrece ningún avance especialmente relevante que le haga descartar frente a sus rivales más allá del control remoto o el sistema Blind View Monitor; que muestra en el cuadro imágenes del ángulo muerto para evitar puntos ciegos en un cambio de carril. Dicho esto, es justo resaltar la presencia de iluminación Full-LED, control de crucero activo con asistente para el mantenimiento de carril, frenada autónoma de emergencia con alerta de tráfico cruzado delantera y trasera, cámara con visión 360°, compatibilidad con Apple CarPlay y Android Auto, asientos delanteros con regulación eléctrica, calefacción e incluso ventilación, etc.
Motores: ante la incertidumbre, variedad
Tanto Hyundai como Kia han decidido apostar por una oferta mecánica que cubra todas, o prácticamente todas, las tecnologías de propulsión del mercado. Esta estrategia es un claro punto a favor para modelos como el Tucson, ya que frente a alternativas como el SEAT Ateca (donde no hay rastro de electrificación) o el Toyota RAV4 (donde sí o sí te lo tendrás que comprar híbrido), el SUV de Hyundai llega a un público bastante más amplio pudiendo adquirirse con motores gasolina y diésel, versiones microhíbridas de estos, motor híbrido e híbrido enchufable.
Nuestro análisis se centró en la versión diésel microhíbrida, es decir: el motor 1.6 CRDI de 136 CV y 320 Nm, con tecnología microhíbrida de 48 voltios, transmisión automática de doble embrague de 7 relaciones y tracción 4×4. Me pareció una configuración muy lógica para un coche como este, con 4,5 metros y una vocación claramente familiar donde se prevén trayectos urbanos y viajes haciendo uso de sus 5 plazas y el maletero de hasta 546 litros.
Y digo esto por varias razones. La primera que el consumo medio de 6,8 l/100 km registrado durante toda la prueba me parece un registro bueno, aunque no el mejor para un diésel de su clase. En autovía podemos bajar el registro hasta coquetear con los 5,5 litros si cuidamos el acelerador, lo que hacen que este diésel sea una opción muy recomendable para los que buscan el menor coste por kilómetro sin que ello suponga renunciar a la etiqueta ECO.
La segunda razón por la que me ha gustado esta configuración de propulsión es porque ofrece un gran nivel de confort y un nivel de prestaciones suficiente. El trabajo de Hyundai en tanto a aislamiento se percibe de forma clara, por lo que una vez el motor ya se encuentra a temperatura de servicio, las vibraciones y rumorosidad que llegan al interior son mínimas. A este confort también ayuda la transmisión, un cambio que sin ser tan rápido en las transiciones como la DSG del grupo Volkswagen, sí ofrece una efectividad y suavidad sobresalientes.
Prestaciones. Según Hyundai, este Tucson acelera de 0 a 100 a Km/h en 11,6 segundos, y eso en la vida real se traduce en un coche que no brilla por ofrecer un gran empuje o reacciones deportivas cuando exigimos el máximo de esos 136 CV. A nivel de chasis este Tucson se revela como un coche donde prima la comodidad por encima de cualquier otra característica, y en el caso del motor lo que nos encontramos es una mecánica que cumple con lo esperado, pero sin brillar en empuje ya que este motor pretende – y consigue – ser un gran rutero. Los que busquen una mayor contundencia a la hora de acelerar a fondo tendrán que buscar en las versiones gasolina más potentes o incluso las híbridas.
Precio, pero sobre todo disponibilidad, del Hyundai Tucson:
Y llegamos al precio, a todas luces un factor determinante para entender el éxito comercial del Tucson en lo que llevamos de 2021. Pues sin ser el coche más barato en tarifa, su argumento de ventas es la relación calidad/precio que brinda. El precio del Hyundai Tucson arranca en 24.575 euros, subiendo hasta los 35.525 euros para la configuración analizada en esta prueba. Estos precios están ligados a diferentes descuentos, ofertas o promociones especiales por regla general, pudiendo reducir aún más el importe final una vez nos sentemos a negociar la compra en el concesionario.
Pero hay otro factor más a tener en cuenta, y es que ante la escasez de semiconductores que asola la industria del automóvil obligando a eternizar las listas de espera de un gran número de rivales directos (hasta 9 y 12 meses), este Tucson puede ofrecer unos plazos de entrega bastante inferiores. Esto quiere decir entrega inmediata para ciertas configuraciones en stock o poca semanas o meses para especificaciones algo más especiales.