Ya sabemos que las ventas de coches diésel están en pleno declive, fundamentalmente por el pánico generalizado ante una futura prohibición que no se ha materializado. Sí es cierto que los diésel más antiguos afrontan restricciones inminentes a la circulación en grandes ciudades, especialmente si se aprueba la polémica Ley de Transición Energética y Cambio Climático. La conclusión de todo ello es que las ventas de coches de gasolina superan por mucho a las de los diésel, algo que ha redundado en un beneficio contante y sonante para las arcas del Estado y las Comunidades Autónomas.
Según nos informan desde Europa Press, y según datos facilitados por la propia Agencia Tributaria, en noviembre de 2018 las autonomías han ingresado nada menos que 464,44 millones de euros en concepto de Impuesto de Matriculación. Esta cifra es un 30,7% superior al mismo mes del año 2017. Podríamos pensar que se debe a que se han vendido muchos más coches que en noviembre de 2017, pero nos estaríamos equivocando. De hecho, en noviembre se han vendido en España 91.063 coches, una cifra que es un 12,6% inferior a la cifra de ventas de noviembre de 2017.
Como sabéis, el Impuesto de Matriculación se calcula aplicando un porcentaje de hasta el 14,75% al precio base del coche – en algunas comunidades llega al 16,9%. Podríamos pensar que el precio medio de los coches se ha incrementado con respecto a noviembre de 2018. Pero según datos de ANFAC y GANVAM, el precio medio de los coches sólo se ha incrementado un 0,2% en este periodo de referencia. La verdadera causa de este espectacular aumento en la recaudación del Impuesto de Matriculación es el aumento de las emisiones de CO2 del parque móvil de nueva matriculación.
Y este aumento de emisiones de dióxido de carbono es causa directa del aumento de ventas de coches de gasolina. En 2017 las emisiones medias de CO2 de los coches nuevos fueron de 117 g/km. En los primeros once meses de 2018, las emisiones medias ya fueron de 119 g/km. Solo en noviembre, los coches nuevos homologan una media de emisiones de nada menos que 122 g/km de dióxido de carbono. Aunque este aumento de emisiones aumenta la recaudación por Impuesto de Matriculación, es un paso atrás en el objetivo de la descarbonización y la lucha contra el cambio climático.
Y la tendencia no tiene visos de revertirse por el momento. En estos momentos de incertidumbre sobre el futuro de la movilidad y la toma de decisiones de compra de nuevos vehículos, muchos clientes se decantan por coches que a priori no han sido «demonizados» – aunque comporten un mayor gasto por kilómetro y mayores emisiones de dióxido de carbono. La pasión por los SUV y los crossover tampoco ayuda a contener las emisiones medias del parque móvil de nueva matriculación, ya que suelen ser coches más grandes, más pesados, y con peor rendimiento aerodinámico.