Las ITV llevan entre nosotros desde hace muchos años, siendo las encargadas de garantizar el cumplimiento de una serie de normas técnicas y administrativas mínimas que permitan asegurar, en la medida de lo posible, que los vehículos que circulan por nuestras carreteras lo hacen con arreglo a la normativa vigente. Como es lógico, cuanto peor mantenido está un vehículo, más complicado suele ser superar, de manera periódica, las diferentes pruebas a las que se someten los vehículos que acuden a las ITV. Una de las pruebas que más «suspensos» genera es la prueba de emisiones contaminantes, pero existen trucos para que superar el examen sea más sencillo.
Con el paso del tiempo las inspecciones técnicas de las ITV se han vuelto más exigentes, especialmente en terrenos como el de la seguridad tanto mecánica como administrativa o el de las emisiones contaminantes. De esta manera, desde hace un tiempo no es posible ni siquiera presentarse a la inspección si el vehículo no está cubierto por una póliza de seguro en vigor.
Además, los vehículos más modernos que se someten a las inspecciones tienen que pasar también diferentes pruebas electrónicas a través del puerto OBD de diagnosis. En estas últimas, por ejemplo, se analiza el buen funcionamiento y la operatividad de los diferentes sistemas anticontaminación instalados en los vehículos más modernos, aunque las ITV también tienen potestad para conocer si se han eliminado fallos de manera deliberada justo antes de acudir a la prueba.
De cualquier forma insistimos: las pruebas de emisiones, en las que se comprueba tanto el buen funcionamiento de los diferentes sistemas de tratamiento de los gases de escape como del propio propulsor, son uno de los grandes «agujeros» de las ITV. No lo decimos nosotros, lo afirman los propios datos estadísticos de las ITV.
Existen una serie de recomendaciones con las que aumentar las posibilidades de superar con éxito la prueba de emisiones en la ITV, tales como acudir con el coche a temperatura de servicio o haber «estrujado» el motor antes de entrar a la inspección, pero si una vez «metidos en harina» vemos que nuestro coche no ofrece los valores que necesita dar, aún es posible intentar aplicar una «solución de emergencia» que puede salvarte.
La solución de emergencia para la prueba de gases de la ITV
La «solución» a esta situación la encuentras en un botón de tu propio coche. En realidad, no es sólo en uno: cuantos más botones llegues a accionar, mejor será el resultado. ¿De qué estamos hablando? Fácil: exigir más al motor durante la prueba sin que las revoluciones o el acelerador entren en el juego, de manera que sea la propia centralita, la electrónica del coche, la que se encargue de ajustar el funcionamiento del motor de acuerdo a lo que le estamos solicitando.
En el test de emisiones se realizan dos mediciones diferentes: una medición se efectúa al ralentí, en la que se analiza el valor Lambda (que tiene que ser siempre lo más cercano a 1) y la otra, en el caso de los motores de gasolina, se efectúa a unas 2000-2500 revoluciones, régimen que hay que mantener unos 15 segundos de manera ininterrumpida. En el caso de los motores diésel la segunda medición se limita a una aceleración hasta el régimen de giro máximo con el que se determina la opacidad de los gases expulsados.
Entonces, ¿cuál es esa solución de emergencia a la que nos referimos? Básicamente accionar diferentes consumibles eléctricos cuando estamos realizando la prueba, consumibles como el sistema de iluminación, el sistema de climatización, el sistema de audio o, incluso, la luneta térmica. Esta recomendación tiene un porqué: cuando solicitamos toda esta energía eléctrica lo que en realidad estamos haciendo es exigir más electricidad al alternador, el componente encargado de generar electricidad en nuestro coche.
Al exigir más al alternador, éste a su vez exige más al propulsor, pero como mantenemos el régimen de giro constante en ambas pruebas la centralita de gestión de motor tiene que optar por una alternativa con la que producir más potencia: inyectar más combustible. Al hacerlo, en realidad estamos provocando una combustión más rica que permite aumentar la temperatura del catalizador rápidamente y, a la vez, producir gases de escape más limpios. Es el mismo principio de funcionamiento que las centralitas aplican cuando arrancas el coche por primera vez en el día: el ralentí está más alto para calentar antes del catalizador y que éste llegue a su temperatura de servicio más rápido.
No ha habido suerte: ¿Qué ha podido fallar?
Si aún así no has conseguido superar la prueba de gases durante la inspección de la ITV, debes saber que tendrás que regresar a la estación para volver a someterte a la prueba ya que de lo contrario no podrás circular con tu vehículo. Son varios los elementos que deberías revisar si los gases que está emitiendo tu vehículo están fuera de los límites establecidos:
- Catalizador: este elemento es uno de los más importantes, siendo esencial a la hora de hacer que los gases de escape sean menos nocivos. Si tu coche consume aceite o gasolina en exceso, es posible que los metales preciosos de tu catalizador se hayan visto dañados, reduciendo así su eficacia.
- Bujías: unas bujías en mal estado provocan una combustión ineficiente que, además, no resulta tan limpia como debería. Recuerda que las bujías de tu coche también necesitan ser sustituidas periódicamente.
- Filtros: para que un motor de gasolina funcione de manera correcta necesita básicamente aire, combustible y una chispa que inflame la mezcla. Revisa el estado de los filtros, tanto del filtro de aire como del filtro de combustible, ya que si están en muy mal estado pueden afectar al buen funcionamiento del motor. Un truco adicional que puedes probar -aunque no es muy recomendable circular así- es acudir a la prueba sin el filtro de aire, de manera que el motor «respirará» mejor.
